RATAS Y GARROBOS

ENTRE tantos temas para abordar, que mantienen con la boca abierta, embelesado al amable auditorio, a veces no se sabe por dónde empezar. Sin embargo, para iniciar por cualquier lado, toquemos el de la inseguridad, que la gente creyó resuelto con las extradiciones, para desencantarse nuevamente con la racha de extorsiones que provocan espanto y el rosario de cierres de tanto negocio. Mientras le dan vuelta de carnero –otra vez– a la Policía –a raíz de todo este torbellino que ha hecho añicos la política de seguridad– por fin detectaron que el meollo del problema en la depuración ha sido una peste de ratas. Los múridos omnívoros, con hambre empedernida, devoraron expedientes, fichas y documentos sensitivos. Por algún delicioso condimento en los papeles, los roedores se comieron en forma preferente, para no dejar una hoja en el plato, aquellos alusivos a los más altos rangos dentro de la institución. Así las cosas, la camada de ratas seguramente fue también la responsable del extravío de informes que a saber cómo milagrosamente aparecieron publicados en The New York Times.

Una vez que den con el nido de los animalitos destructores, no le quepa duda a nadie que serán capturados y puestos a la orden de la autoridad. Siquiera como testigos protegidos y cuenten qué fue lo que leyeron y todavía recuerdan, antes de engullir su apetitoso alimento. Como la labor de los comodines encargados de realizar esa ardua tarea de descabezamiento en las filas policiales es faena de elevados quilates –como alta es la noche, mientras Morazán vigila– y tomará bastante tiempo, no queda de otras que esperar pacientemente hasta que esta concluya. Ello es si entre tanto no estalla otro escándalo que requiera, en forma urgente y predilecta, la sapiencia de tan notables servidores públicos. Así que pasemos a otro asunto. ¿Qué les parece el incremento de la tarifa del kilovatio hora –por el momento en la etapa de socialización– anunciado por la ENEE? Lo ocupan para “cubrir pérdidas, pagar salarios y cancelar millonarias deudas”. ¿Y entonces, todo el dinero que recibieron como ahorro del desplome de los precios del crudo (de los 115 dólares que costaba en junio del 2014 a los 28 dólares del pasado enero) no les ajustó para eso? ¿Y qué hay de las pláticas entre la dirigencia empresarial con el gobierno, dizque para aliviarle a la iniciativa privada la pesada carga impositiva que eleva los costos de operación y de producción a niveles que los saca de competencia? Costa Rica acaba de rebajar hasta en un 24% las tarifas para la industria. En El Salvador, a partir del mes de abril, la tarifa de electricidad baja un 16%. En Nicaragua la rebaja ha sido menor, de un 4% anunciada a inicios de este año.

¿En qué quedó la intención de generar más fuentes de empleo en el país, para dar ocupación a ese nutrido batallón de desocupados –así evitar las masivas migraciones o que vayan a engrosar las mafias delictivas– si en vez de alicientes suben los costos de la electricidad? Esto nos lleva a la cadena de cortes de energía que justifican por “fallas en las redes de distribución o el insoportable calor que en las horas pico quema los transformadores”. A propósito de las ratas que se comieron documentos valiosos en la Policía. Varios años atrás, cuando los periodistas indagaron con el entonces gerente de la ENEE sobre los fastidiosos apagones, tuvo una salida mucho más ingeniosa. “Son los garrobos –les dijo– que se trepan a los postes de la luz, a hacer diabluras”.