La sociedad civil y la MACCIH

Por Edmundo Orellana
Catedrático universitario

La veeduría practicada por la sociedad civil sobre el sistema de justicia, mientras la MACCIH opere en el país, contribuirá al éxito de este mecanismo anticorrupción de la OEA.

Desde luego, que hay varias organizaciones de la sociedad civil. Unas, muy independientes, y otras, progobierno. Casi todas, sin embargo, financiadas por la cooperación internacional o extranjera.

No todas, sin embargo, se ocupan de asuntos relativos a la justicia. Solo algunas de ellas. En las federaciones o confederaciones, siendo que se integran a las mismas organizaciones de giros muy diversos, el interés por estos temas, no deja de ser prioritario para las mismas, justamente, porque algunas de sus afiliadas se dedican al tema.

La veeduría prevista en el convenio que da vida a la MACCIH, seguramente estará integrada por estas organizaciones, es decir, por las que se dedican a temas relativos a la justicia. Lo que no significa que las alejadas del tema estarán desinformadas, porque las federaciones o confederaciones a las que pertenecen, podrán informarles de los avances de la veeduría.

De esas organizaciones de la sociedad civil que se ocupan de temas de justicia, es evidente que las progobierno no ofrecerán una colaboración confiable para el éxito de la misión. Porque orientarán sus acciones hacia lo que interese al gobierno. Es deber ineludible, entonces, de las organizaciones independientes posicionarse de los espacios que aseguren su participación efectiva para que este esfuerzo no resulte en una frustración más para la sociedad hondureña.

Es indudable que las progobierno intentarán copar los espacios, así como hicieron con la elección de los representantes a la Junta Nominadora de los candidatos a magistrados de la Corte Suprema de Justicia. Es probable que en esta conspiración participen de nuevo ministros religiosos, que ahora no se dedican a salvar almas, sino a participar en los procesos de decisión política, inclinados hacia los intereses del gobierno, algunos de ellos castigando al pecador, en lugar de buscar su redención, para asegurar la salvación eterna de su alma. Modernos torquemadas, solo que en el protestantismo, que heredaron solamente la adicción a castigar a los demás, sin esperar que llegue el momento de rendir cuentas finales ante el Señor.

En todo caso, es responsabilidad de la sociedad civil garantizar este proceso de reivindicación del país. Se trata de destruir el sistema de impunidad, construido desde el poder, por el poder y para el poder. Es la repetición del enfrentamiento de David contra Goliat, solo que en esta ocasión, David tiene un apoyo especial, la cooperación internacional. Pero ni este apoyo podrá ayudarnos a lograr el propósito, si no contribuimos decididamente a que las metas se alcancen, supervisando, evaluando y, cuando se dé el caso, denunciando.

La responsabilidad de hacerlo disciplinadamente, fundamentando adecuadamente las observaciones y procediendo enérgicamente cuando sea necesario, es la fórmula exitosa para lograr que la veeduría de la sociedad civil se traduzca en lo que todos deseamos, en un acompañamiento real y eficaz para la destrucción del sistema de impunidad, origen de todos los males en el país.