El candidato del Partido Liberal

Por Abog. Octavio Pineda Espinoza(*)

Ya afloraron y se barajan candidaturas de ciudadanos y ciudadanas que buscan representar al Partido Liberal en las próximas elecciones generales, todas ellas son legítimas y respetables, sin embargo creo indispensable recordar a los aspirantes y a todos los que profesamos la ideología liberal, las características que necesita tener nuestro candidato o candidata a la Presidencia de la República en las circunstancias actuales.

Nuestro candidato debe ser una persona que tenga pleno conocimiento de la historia partidaria, de sus encrucijadas, sus cimas y sus abismos, de sus grandes momentos, de sus grandes retos, que conozca bien los liderazgos locales, departamentales y nacionales, que esté imbuido de la ideología del liberalismo social representado en la profundidad de sus estatutos, que no tema defender los principios ahí establecidos como el que señala que el PL no cree en la reelección y está en contra de ella porque las condiciones culturales, sociales y políticas no se han dado en nuestro país todavía, que no tema defender el respeto irrestricto de la Constitución de la República que es la Biblia del ciudadano y que es un instrumento que se acopla a todas las circunstancias de la sociedad actual, que fue escrita con la inteligencia suficiente para prever esos cambios que se han dado desde 1982 hasta la fecha y que por eso permite su reforma en el 97% de su articulado y que, además, y con mayor sabiduría estableció los artículos pétreos para que los ostentantes del poder no lo asalten desde el mismo poder.

Debe ser, quien nos represente, suficientemente sensible a la realidad actual de la institución, capaz de escuchar todas las posiciones sobre los cambios a realizar al interior del mismo, desde los simpatizantes, pasando por los dirigentes de base, representantes de los consejos locales, municipales y departamentales hasta sus máximos dirigentes representados en el Consejo Central Ejecutivo, a sus líderes históricos que deben ser buenos consejeros, debe ser sensible al hecho que hay hermanos liberales que se fueron por diversas circunstancias a otros partidos y que ahora, después que el tiempo nos ha dado la razón, vuelven a casa esperando ser recibidos con los brazos abiertos pero que ese retorno no sea simplemente uno que con ventajismo se quiera aprovechar para promover un capricho personal de un exlíder del partido que ya no tiene nada que ver con el mismo.

Nuestro candidato (a) debe poseer la inteligencia y el cálculo político suficiente para establecer metas reales en el corto, mediano y largo plazo, entendiendo que el camino de retorno al poder pasa por una serie de cambios al interior del partido y al exterior también, que sepa que en ese esfuerzo todos somos importantes y necesarios aunque no indispensables, que entienda la enorme responsabilidad histórica que asumirá al ganar las elecciones internas y que con decisión promueva la apertura del partido a todos los sectores de la sociedad, es decir, a los jóvenes, a los viejos, a las mujeres, a los hombres, a los profesionales y a los no profesionales, a la clase media que ha sido olvidada por todos los partidos, a la generación actual que puede brindarle tanto al partido desde todos los puntos de vista, a la sociedad organizada y en especial a los pobres.

Nuestro candidato no debe estar vinculado a las redes de poder invisibles que manejan en oscuros antros los destinos de los ciudadanos, no debe estar relacionado con la administración y el gobierno actual, no debe tener contratos ni proyectos con el Estado que lo hagan vulnerable a ser torpedeado por el Presidente en su afán reeleccionista o que lo debiliten por esos intereses económicos en juego, no debe ser un advenedizo ni un pirata político que se acerque a la institución para montarse en ella sin ningún compromiso partidario, debe procurar ser lo más independiente posible de aquellos que ven a la institución como parte de sus empresas o como el canal para resolver sus deseos mezquinos y personales, de aquellos que puedan querer utilizarlo como caballo de Troya para llegar al poder y después darle la espalda a la institución que lo llevó al solio presidencial y convertirse en un instrumento de los intereses especiales de un manojo de malos hondureños que le hacen daño al país, a los partidos y a los compatriotas porque solo ven como bueno lo que ellos hacen o agendan, el candidato debe tener un compromiso muy arraigado con el presente pero sobre todo con el futuro de Honduras, debe tener una visión práctica y realista de lo que debe ser el país y debe dedicarse a construir la misma desde la llanura y una vez en el poder, dedicarse a construir el presente y a planificar el futuro desarrollo de la nación y no, como sucede con el actual mandatario, dedicarse a los derroches del poder con el dinero del pueblo y a construir una inmerecida reelección.

Debemos los liberales construir una unidad en la que todos quepamos y todos aportemos a la grandeza del país y del partido, debemos constituir un movimiento que fortalezca la institución en todos sus niveles, que sea propositiva y crítica de verdad de los desmanes, que son muchos, del gobierno y sobre ese movimiento nacional que de apertura a todas las ideas, que las haga circular y las convierta en propuestas, sobre esa propuesta ideológico-política debemos colocar con inteligencia a un candidato que represente todas esas facciones y propuestas, que sepa entender su papel de facilitador y comunicador así como el liderazgo necesario para construir la victoria que se requiere.

(*)Catedrático universitario. Director Instituto de Estudios Económicos,
Políticos y Sociales del Partido Liberal de Honduras.