Los hondureños somos originales…

Los hondureños somos originales hasta para quejarnos. Acaso usted no ha manifestado en más de alguna ocasión: “mmm tengo una güeva espantosa. O quizás haya dicho: me cargo una choya que para qué te cuento”. Antes de llegar al trabajo hay quien manifiesta: “Otra vez a lo mismo”. Para colmo de males algunas mujeres dicen cuando llega el marido: “Este viejo cree que me estoy muriendo por él, si supiera que ya no lo soporto”. Es que así somos para expresarnos. Como ya les dije en ciertas ocasiones queremos algo y no sabemos que, así que no es raro que alguien manifieste: “Tengo ganas de algo bueno, pero no sé de qué”. El otro día me dijo una señora: “óigame y usted nunca ha sentido ganas de salir corriendo?”.

La tristeza y la desesperación también nos impulsan a decir algunas frases. Una anciana amiga mía, postrada en una silla de ruedas me comentó muy quedito para que nadie le escuchara: “En esta casa no hay día en que no discutan y se agarren… mmm a veces quisiera tener alas y volar como un pajarito”. Un vendedor de paletas con quien guardo una vieja amistad me contaba que a veces -por su edad- tenía que descansar en cada cuadra: “Este trabajo me sirve para vivir, así no fuera por este carrito ya se me hubieran ponchado las llantas”.

Cada quien tiene lo suyo, su frase favorita para cualquier cosa. Doña Camila de mondongo dice que no va a la iglesia porque: “Yo no voy porque me pesan las patas”, en otras palabras no va porque se la come la pereza. Quevedo Zamora es otro que se queja de todo: “Todos los días tengo que verle la cara a mi mujer, esto ya es el purgatorio” y lo raro es que no tiene mujer. Es como la señora que se quejaba del hijo: “Caramba como es de jodión este cipote… es un tapardillo. Cuando alguien está sin dinero ya no se escucha decir: Estoy acabado, o estoy a cabildo abierto, sino que “estoy piluy”. Todo va cambiando hasta en el lenguaje de las quejas.

Si alguien tiene mala suerte dice: “Estoy más torcido que la cola de un chancho”, o quizás diga “hoy si ando pando”. Demetrio Pocoloco llegó a la cafetería corriendo, se fue directo a los sanitarios. Los que lo conocían dijeron: papo ese viene con una diarrea espantosa, pero para consuelo de todos, Demetrio salió del baño y suspirando profundamente gritó: “Falsa alarma”, no se preocupen jejejeje. La verdad es que aunque no se quejen, otros utilizan frases divertidas para demostrar sus resentimientos o sus oídos, es como el tipo que antes de entrar al servicio le dijo a la esposa: “Te dedico la primera parte a vos y la otra a tu mamá”. A muchos les he escuchado esa frase cuando van a hacer sus necesidades: “Amor… te la dedico”. Las mujeres no se quedan atrás, están listas a hacer las que hace el marido: Amorcito te la voy a dedicar con tambores africanos”. Una cipota se quedó con la mamá: “Mira mami que ese viejo me preguntó si me gustaba la punta”.

Por lo general los hondureños tenemos en la punta de la lengua las frases indicadas para el momento oportuno, si vamos caminando y nos suenan las tripas: “Ando con un tigre perro, ya me ruge por dentro”, aunque la más popular es: “Tengo un hambre perra”, siguen otras como: Tengo una cachuda salvaje”, “ya me pica la tripa”, ya me zampó un chancho entero, etc., etc. He visto mujeres y hombres desesperados porque les acaban de contar un chisme y tal vez no pueden salir de su casa en ese momento: “Me pica la lengua, ya no soporto”, “chisme caliente, chisme caliente”, aunque ahora, antes de contar un chisme, los portadores del mismo dicen: “último momento, último momento”, aunque ese sea el sello de las noticias o chismes de última hora en la radio o en la tele.

Antes si a alguien le hacían una maldad o hablaban mal de él, decía: “vas a ver, me debes un cuajo”, otros con más diplomacia manifestaban: “Te voy hacer tratar tus propias palabras”, ahora los tiempos han cambiado: “Tus cuatro balazos te los estás enamorando”, “encostalados te van a encontrar… seguí jodiendo”, “no sigas con tus papadas que te voy a dar jabón”, y así existen otras que seguramente usted ya se las sabe. Es como el enamorado que le promete lo imposible a la mujer cuando le pide la famosa “prueba de amor”: “no te preocupes mamacita, solo será la punta”, y por andar probando las cipotas aparecen timbonas desde los doce años de edad… qué les parece!

Esa es parte las mentiras más famosas del mundo como “mañana te pago”. Yo no le cuento a nadie las otras las llevan apuntadas. Seguramente usted ya se quejó con alguien familiar a quien le confío algo especial, más tardo usted en contarlo que el otro en divulgarlo, de ahí la queja: “puchica vos me prometiste que no dirías nada”, pero no fue así, eso le indica que en esta vida ya no se puede confiar en nadie y mucho menos en los miembros de la familia que, en un acto de cólera destapará todas sus intimidades con los vecinos y amigos, es que así funciona esa babosada.

Ni los bolos se escapan de las quejas: “Dios mío ya agarré el cañal”, otros dicen “ando en zafra”, me está atacando la tripa guarera”, entretanto la mujer también se queja: “Ya agarró la pata ese desgraciado, solo eso faltaba, ya se metió al cañal, hoy si se deslizó en una cáscara de guaro”. Los amigos también comentan: “Pobre Raúl anda en un gran patín”, ese jodido de Tulio anda hebreo otra vez”. Si acaso al hombre le da por comer mucho y hecha una gran barriga, sobrara quien le diga: “bonita camisa, esa viene con el balón incorporado verdad, papo qué chiclera la que te cargas, Oíme qué gran timba ya pareces mariachi, o quizás alguien le diga: Qué timba Dios mío, ya te pareces al violón de la sonora matancera”. Así somos utilizamos frases humorísticas para quejarnos de todo, es una agradable manera de ver la vida con buen humor. Aprovecho para saludar a mis lectores en el mundo entero.