Negocio redondo es la venta de agua

Los capitalinos asfixiados por los racionamientos demandan las pipas de agua, y otros que no tienen el servicio del SANAA están condenados a comprar la cisterna por 1, 026 lempiras.

Un ciudadano que no cuenta con el servicio de agua potable en su hogar gasta más de 200 lempiras semanales en comprar el vital líquido, ya sea en las pulperías o a los operadores que lo distribuyen a diario en camiones cisterna o pipas.

Los propietarios de este negocio de la distribución de agua se aprovechan de los racionamientos que se viven actualmente en el Distrito Central para elevar el precio.

Las autoridades del Servicio Autónomo Nacional de Acueductos y Alcantarillados (SANAA) manejan redes o sectores por donde pasan las tuberías, desde las represas Los Laureles o La Concepción, para suministrar el agua, pero donde no hay cobertura le venden el vital líquido a los distribuidores, quienes a su vez se lo revenden en esas zonas.

Para ser proveedor de agua es necesario que el interesado se registre por un valor de 1,200 lempiras en las instalaciones del SANAA. Presenta sus documentos, como la tarjeta de identidad y la placa de su vehículo de transporte para la distribución.

Para establecer el negocio, contrata a dos trabajadores: un conductor y un ayudante, a quienes les paga 80 lempiras por cada viaje, que en total serían 160 lempiras.

Un ciudadano que no cuenta con el servicio de agua potable abastece su hogar a través de la compra a los vendedores de los camiones.
Un ciudadano que no cuenta con el servicio de agua potable abastece su hogar a través de la compra a los vendedores de los camiones.

Debe cancelar los 38 barriles que abastezcan el camión, por un valor de 0.5 centavos el galón, es decir, 150 lempiras invertirá en total por la compra del agua.

Una vez pagado el servicio puede disponer del recurso, luego que un supervisor le autorice al verificar el recibo de compra.

Una vez terminado el proceso, los repartidores salen en los camiones a vender el agua por 27 lempiras cada galón, que multiplicados por 38 barriles, que abarca la pipa en un viaje, el comerciante se reembolsa un total de 1,026 lempiras después de haber invertido 150.

O sea que cada microempresario invierte 510 lempiras; 160 lempiras en el pago de sus empleados, 200 lempiras de combustible y 150 lempiras en el pago del agua.

Si a los 1,026 lempiras se le restan los 510 que se invierten inicialmente en cada tanque cisterna, el distribuidor obtiene una ganancia de 516 lempiras en cada viaje, ya sea a un barrio o colonia.

Personal del SANAA manifestó que uno solo de sus clientes cuenta con 10 camiones cisterna y a diario envía por lo menos 5 viajes.

Algunos pobladores se quejan que en los próximos años la venta del agua se convertirá en uno de los negocios más rentables, debido a la escasez que va en aumento a diario.