Corrientes marinas, electricidad azul

Un generador eólico o aerogenerador, es básicamente un gigantesco molino  que aprovecha la fuerza del viento para mover sus aspas y hacer girar el eje rotor de un generador que produce finalmente la electricidad aprovechando esa rotación.

¿Qué ocurre si las aspas del ese molino son movidas por corrientes de agua y no de aire? El resultado es el mismo: una cantidad considerable de electricidad aprovechable obtenida a partir de un recurso natural renovable.

En esta tecnología están trabajando los expertos del Instituto de Ciencia y Tecnología de Okinawa (OIST, por sus siglas en inglés), una universidad localizada en Onna, Japón, quienes ya han desarrollado y están probando con éxito un diseño de turbina generadora para corrientes oceánicas.

Según el OIST (www.oist.jp): “los combustibles fósiles, como los hidrocarburos, han propulsado la Revolución Industrial y los posteriores avances tecnológicos, pero nuestro futuro no puede basarse en ellos, entre otras cosas porque son un recurso finito y estamos muy cerca de agotarlo”.

Para este equipo de especialistas, las energías solar y eólica suelen considerarse como la principal locomotora de la revolución energética, “pero cada vez está más claro que los paneles solares y las turbinas de viento no pueden proporcionar por sí solos toda la energía que necesitamos, teniendo en cuenta además que el consumo de energía en el mundo es cada vez mayor”.

Debido a los ciclos día-noche y a los patrones climáticos estacionales, las energías fotovoltaica y eólica son intermitentes, y las granjas para explotar estas fuentes energéticas a escala comercial requieren grandes extensiones de tierra, de acuerdo a la universidad japonesa.

Experimento en el que se remolca un prototipo de turbina de corriente oceánica para probar su funcionamiento. Foto: Quantum Wave Microscopy Unit (Tsumoru Shintake), OIST / Elsevier Ltd
Experimento en el que se remolca un prototipo de turbina de corriente oceánica para probar su funcionamiento. Foto: Quantum Wave Microscopy Unit (Tsumoru Shintake), OIST / Elsevier Ltd

CORRIENTES EN EL MAR, CONSISTENTES Y FIABLES

Según el OIST, las corrientes oceánicas son otra fuente de energía comparable a los combustibles fósiles en términos de consistencia y fiabilidad, y al mismo tiempo limpia y renovable.

Para aprovechar este recurso natural, la Unidad de Microscopía cuántica (Quantum Wave Microscopy Unit o QWMU) del OIST ha diseñado una turbina marina para aprovechar la energía de la corriente oceánica de Kuroshio, que fluye a lo largo de la costa japonesa.

Este diseño es especialmente adecuado para las regiones devastadas regularmente por tormentas y tifones, como Japón, Taiwán y las Filipinas, según sus autores.

“Esta turbina opera en la capa media de la corriente, a unos 100 metros por debajo de la superficie, donde las aguas fluyen con calma y de manera constante, incluso durante las tormentas fuertes”, señala el OIST.

«Nuestro diseño es simple, fiable y de bajo consumo y la turbina comprende un flotador, un contrapeso, una góndola que aloja los componentes de generación de electricidad y tres palas o aspas”, señala el doctor Katsutoshi Shirasawa, un científico de la QWMU, que trabaja en este proyecto innovador.

Para este experto resulta esencial reducir al mínimo el número de componentes, para que el mantenimiento del sistema sea fácil, de bajo costo y con una baja tasa de fallos.

El diseño del OIST es un híbrido entre una ‘cometa’ y una turbina eólica: consiste en una turbina oceánica anclada al fondo marino con un cable y que está inmersa dentro de la corriente mientras el agua hace girar sus tres cuchillas.

Las corrientes oceánicas son bastante lentas, con una  velocidad promedio de 1 a 1,5 metros por segundo, pero no se detienen ni cambian de dirección y dado que el agua es 800 veces más densa que el aire, incluso una corriente muy lenta contiene una energía comparable a la de un fuerte viento, según el OIST.

Los investigadores del OIST construyen 300 turbinas que generarán 1 GW de electricidad aprovechando la corriente de Kuroshio, en el proyecto  Sea Horse (caballo marino). Foto: OIST/Ginter
Los investigadores del OIST construyen 300 turbinas que generarán 1 GW de electricidad aprovechando la corriente de Kuroshio, en el proyecto Sea Horse (caballo marino). Foto: OIST/Ginter

GRANJA DE 300 TURBINAS

El equipo del OIST, dirigido por el profesor Tsumoru Shintake, jefe de la QWMU (https://groups.oist.jp/qwmu) , construyó un prototipo  que confirmó la robustez y estabilidad de este sistema y mostró que alcanza una eficiencia comparable a la de las turbinas eólicas comerciales.

Según sus creadores este diseño se puede construir fácilmente a distintas escalas de tamaño, dependiendo de las condiciones y necesidades locales y el equipo encabezado por los profesores Shintake y Shirasawa prevé construir una granja piloto con 300 turbinas.

Según aseguran desde esta universidad, esperan que esta granja de energía submarina sea capaz de generar  aproximadamente 1 Gigavatio (GW) de electricidad, una potencia  equivalente a la de un reactor nuclear y capaz de suministrar energía a más de 400.000 hogares.

«El aprovechamiento de la energía de las corrientes marinas es todavía un territorio relativamente inexplorado y considerando que los riesgos y beneficios de la energía nuclear siguen siendo un tema candente en Japón, necesitamos desarrollar tecnologías energéticas alternativas que sean seguras, de bajo costo y amigas del medio ambiente» asegura  Shintake.

El profesor Shintake y su equipo trabajan desde 2012 en el Proyecto Caballo de Mar (Sea Horse Project): el diseño de una granja generadora de energía mediante corrientes marinas utilizando 300 enormes hélices estacionadas a 100 metros bajo el mar y posicionadas en la corriente de Kuroshio, que fluye hacia el norte en la zona de las islas de Okinawa,  y lo largo de la parte continental costa del Pacífico de Japón, según el OIST.

“Este proyecto será un paso importante hacia el desarrollo de la ‘energía verde’, asegura la OIST, aunque en este caso quizá sería más apropiado hablar de ‘energía azul’, el color del océano.

Por Daniel Galilea.
EFE/REPORTAJES