Esta es la palabra que lleva una conversación hacia donde tú quieres

Muchos científicos pasan meses, años o décadas de sus vidas centrándose en un único gen o siguiendo una línea de investigación que quizá no les lleve a ningún sitio. No es un afán baldío: el conocimiento científico se compone a partir de pequeños esfuerzos que, en conjunto, permiten que el entendimiento humano avance. A pesar de ello, sigue resultando sorprendente descubrir cosas como que la profesora asociada de comunicación de la Universidad de Rutgers Galina Bolden haya dedicado nada menos que tres estudios a una única palabra, que para más inri, no es ni “serendipia” ni “inmarcesible” ni nada que se le parezca, sino un simple, parco y austero “bueno” (que es como podríamos traducir la conjunción inglesa “so”).

¿Qué hace tan especial a dicha palabra como para demandar tal atención de los lingüistas? Como sugiere Bolden, haberse convertido en un elemento clave en las conversaciones orales. Aunque puede traducirse por “así que…”, su empleo como muletilla más bien equivaldría a “bueno…”. Sí, ese mismo “bueno” que uno suelta cuando habla con su tía por teléfono y cree que va siendo hora de que cuelgue, el “bueno” que antecede a una pregunta en plan “¿has fregado los platos o qué?”, y también el “bueno” que nos sirve para responder a “¿no te das cuenta de que siempre hacemos lo que tú quieres?”

Ese “so” ha terminado por convertirse en una muletilla que antecede cada frase, generalmente como un marcador que sirve para centrar el tema del que estamos hablando, cambiarlo o volver al principio. Es, como sugieren las investigaciones de Bolden que ha recogido un artículo publicado en The Guardian, una poderosa arma si queremos llevar la conversación por los derroteros que a nosotros nos convienen. Esa fue la aplicación que de la palabra encontró Alice Johnson, experta en lenguaje penal, y que recordaba que las cuestiones con “so” (como podría ser “así que no viste nada esa noche”) sirven para “construir, soportar, apoyar, organizar y reconvertir el discurso en narración”. De ahí que aparezca con frecuencia en interrogatorios, entrevistas o en juicios, puesto que ayudan a aquellos que están siendo interrogados a hilar una narración completa. ¿El problema (y, al mismo tiempo, su ventaja)? Que, como recordaba dicha autora, “a menudo es el entrevistador quien construye la historia”

Cómo salirte por la tangente sin que se note

En su primera investigación, Bolden descubrió la función primordial del “so”, que se parece bastante a nuestro “bueno”: desembragar una conversación que se ha atascado, generalmente introduciendo un tema distinto o un aspecto diferente de lo que se estaba tratando previamente. “Bueno, ¿qué hacemos luego?” suele ser una fórmula habitual cuando nos damos cuenta de que nos estamos recreando en temas banales y queremos concretar un plan. Pero también es útil si queremos cambiar de tema sin que lo parezca demasiado, algo que también podría equivaler a nuestro “oye”: “Oye, ¿y qué fue de Pepita?”

Bolden fue un poco más allá en su segundo trabajo, en el que se centró en el “so” que permite a una conversación arrancar. La autora explica que, a pesar de utilizarse regularmente para expresar causa (lo que lo separaría del “bueno” y lo acercaría al “así que”), también sirve tanto para centrar la atención en un tema determinado como para “invocar el conocimiento compartido”. En otras palabras, el “so” une un conocimiento indefinido con algo que se concreta. Es decir, si alguien acude al INEM a apuntarse, puede ser que alguien le diga “así que estás buscando trabajo de lo tuyo”.

La trilogía se completó con su última entrega en el año 2008, que se centraba en lo que la autora denominaba “emergencia de lo incipiente” (ah, qué haríamos sin la bella retórica de los semióticos). En ella explicaba que el “bueno” sirve para volver a retomar el hilo de la narración que habíamos perdido tras empezar a irnos por las ramas. ¿El mejor ejemplo de todos, aunque no sea propiamente lingüístico? Ese archiconocido “bueno, ¿nos vamos o qué?” que el que está preparado suelta a quien todavía tiene que ponerse la chaqueta. O, dicho de una forma general, también sirve para volver a reconstruir la historia tal y como nos interesa: “Bueno, no me has contado si tienes novio o no”.