Intolerancia universitaria

Por: Mario E. Fumero

La intolerancia en el diálogo por ambas partes en la problemática de la UNAH se ha convertido el conflicto agudo que es una bomba de tiempo que afectan indirectamente al gobierno de JOH, pues al intervenir las fuerzas del orden en el conflicto, la situación se agudiza, máxime cuando grupos infiltrados entre los manifestantes lanzan piedras, obligando a la Policía a intervenir, desencadenándose acciones represivas para frenar el caos creado por los radicales dentro de estas manifestaciones.

La posición de la rectora de la Universidad, doctora Julieta Castellanos, muestra una intolerancia hacia la búsqueda de los mecanismos necesarios para evitar que los problemas, que empezó en una pequeña magnitud, se hayan convertido en una gigantesca manifestación de protesta, tanto de estudiantes, como de algunos maestros de la Universidad, a grado tal, que el gobierno se ve implicado en lo que allí está ocurriendo.

No cabe duda que algunos infiltrados radicales tratan de crear el desorden, pero también es cierto que entre los reclamos de los estudiantes, muchos tienen justificación de ser,  y es necesario en un conflicto como este  buscar el diálogo abierto para evitar la crisis educativa que afecta a miles de jóvenes de todos los estratos sociales y partidos políticos.

El carácter de la señora rectora Julieta Castellanos siempre ha sido fuerte y directo, poco diplomática, y con una apreciación muy radical de lo que debe de ser el plan educativo. Los cambios son necesarios, y el mejoramiento de rendimiento estudiantil debe adaptarse a los parámetros internacionales, pero para lograrlo hay que pensar en una lenta transición, ya que tristemente los parámetros educativos que en Honduras  ha existido por mucho tiempo, están alejados de lo que debería de ser el estándar promedio universal en una educación universitaria. La rectora tiene razón en algunos planteamientos, pero su posición radical, sin buscar un punto medio en la solución del conflicto, hace que él mismo se le escape de las manos.

Por otro lado, el Poder Ejecutivo debe evitar intervenir en el conflicto, y dejar que sea el Congreso el que determine las pautas a seguir en cuanto a la problemática de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Los estudiantes piden un cambio en la rectoría, pero más que un cambio, lo que se necesita es un diálogo constructivo en el trinomio educativo que está formado por los maestros, alumnos y rectores. Quizá sería correcto que se nombrara una comisión mediadora integrada por los exrectores de la Universidad en las décadas pasadas, y buscar un punto de equilibrio entre la lógica exigencia de la rectora y las demandas justificadas de los estudiantes.

El Poder Ejecutivo debe saber manejar con sabiduría esta problemática, que aunque afectará al gremio estudiantil, tiene una repercusión total en todos los aspectos de la política y la economía nacional. Ningún radicalismo es bueno, y la intolerancia nos conduce a la división y a posiciones encontradas que desencadenan violencia. Es bueno que recordemos las palabras de Jesucristo cuando exclamó que todo reino dividido no prevalece, y por lo tanto, es necesario buscar soluciones sabias y profundas a los problemas históricos y reales, porque aquí todos tienen un poco de razón, y también, por qué no decirlo, un poco de radicalismo.

Espero que Dios le dé tanto a la señora rectora, como al Congreso, la sabiduría necesaria para desmantelar esta bomba de tiempo, y evitar que el país siga retrasándose es un deseo de superación y bienestar, esa es nuestra oración.

[email protected]
www.contralaapostasia.com