La Unión Europea menos uno: una salida anunciada. ¿Qué opina el candidato presidencial Trump?

Por Roberto Ramón Reyes Mazzoni

La salida del Reino Unido de la Unión Europea ha sido recibida con sorpresa por las autoridades tanto de Bruselas como de Londres. El “Brexit” (British exit), frase propagandística, breve y contundente, que propulsó la salida de los británicos, logró un claro triunfo: 51.9 por ciento de 33.5 millones de ciudadanos británicos que asistieron a las urnas. Por supuesto, esa cifra es solo un reflejo de toda una serie de consideraciones que llevaron al descontento con la forma en que se administra la Unión Europea.

Mucho se dijo que el Reino Unido sería el principal perjudicado al abandonar el más grande mercado a nivel mundial. Incluso a la fecha ya presenta tendencias de disminución en su Producto Interno Bruto (PIB). Sin embargo, la economía del Reino Unido ocupaba por su PIB, según las diferentes fuentes, entre el sexto y el séptimo lugar. En Europa solo la supera Alemania. Cierto es que ahora tendrá que pagar aranceles en las aduanas europeas, los que en promedio pueden llegar al 2.4 por ciento. Pero su aporte a los gastos de administración y otros de la Unión, ascendió a 18,000 millones de dólares por lo que pagaba como miembro, mientras que el flujo de efectivo proveniente de la Unión Europea fue de solo 6,000 millones de dólares; por esto no debe extrañar que los contribuyentes británicos pensaran que se les obligaba a financiar a los miembros más débiles económicamente. Esa ayuda equivalía a un arancel del 7 por ciento para los gastos de los británicos. A esto deben sumarse los escándalos de mala administración y pésimas políticas en los países que recibieron el apoyo dentro de la Unión Europea, malgastando ingentes préstamos que los llevaron a sostener deudas de más del 200 por ciento de su PIB, sin ninguna mejora visible que hiciera autosostenibles a sus economías, y sin reacción oportuna y a tiempo de Bruselas. Tal parece que los británicos sintieron que la Unión los sometía a cargas exageradas.

Otra consecuencia del Brexit es que ahora la mayor economía a nivel mundial vuelve a ser los Estados Unidos por sí solo, pues si se analizan los datos del Banco Mundial, al restarle a la producción de la Unión Europea el Producto Interno Bruto del Reino Unido, el coloso del norte vuelve a ocupar el primer lugar mundial por su producción, seguido por la Unión Europea y China.

Según algunos, lo que más influyó en los votantes fueron los problemas de seguridad, migración y soberanía, aunados a preocupaciones sobre las mejoras sociales, económicas y de empleo.

Quizás un aspecto muy importante de esa votación sea que aparentemente las clases gobernantes y los grupos del establishment que los apoyan no supieron leer la voluntad de la mayoría de su población. El distanciamiento de los dirigentes de las bases que los eligieron se hizo evidente y la población mostró sus preferencias sin ajustarse a las posiciones partidistas. El primer ministro Cameron, que por lo visto se comprometió al referéndum convencido del triunfo de la continuación en la Unión, ve ahora cómo los partidarios de la separación toman control de la residencia del primer ministro, Downing Street 10. A pesar de todo, se reafirma el deseo del Reino Unido de continuar sus estrechos lazos con la Unión Europea.

Pero no solo en Inglaterra se observa un alejamiento de los gobernantes de la voluntad de buena parte de sus pueblos, al descartar como “locos” o “reaccionarios” a quienes no están de acuerdo con la Unión, en vez de buscar la forma de engrosar a las mayorías que sí apoyan a la Unión. Si esto ocurriera en otras partes del mundo no nos llamaría la atención. Pero ocurre en Europa. En Francia, la presidenta del Frente Nacional, Marine Le Pen, expresó: “Ha ganado la libertad (el Reino Unido)… ahora hay que convocar a un referéndum en Francia y en el resto de la UE”; Matteo Salvini, dirigente de la Liga del Norte, Italia: “Gracias Reino Unido, ahora es nuestro turno Brexit”; Geert Wilders, del partido por la Libertad en Holanda: “Necesitamos la oportunidad de expresar nuestra opinión sobre nuestra pertenencia a la UE lo antes posible”; Heinz-Christian Straches, líder del partido de la Libertad, Austria: “La UE carece de responsabilidad y legitimidad democrática … el referéndum para dejar de ser miembro es la decisión correcta”. Debe observarse que, por el contrario, también hay muchos dirigentes de partidos mayoritarios que apoyan firmemente la Unión en esos mismos países.

No obstante, quizás el principal problema respecto a la seguridad sea que a pesar de tantos atentados y terrorismos, los países de la Unión Europea no han logrado dar un lugar y absorber a los inmigrantes de diferentes nacionalidades, ante todo a los islámicos, para adaptarlos a una sociedad nueva para ellos. Pero la pregunta clave es ¿quieren los inmigrantes islamistas adaptarse en algunos aspectos de igualdad, democracia y tolerancia a esa nueva sociedad de separación del Estado y la religión a la que se vieron obligados a emigrar contra su voluntad? Para un diálogo se requieren dos partes. Tal parece que los fanáticos religiosos fundamentalistas, cualquiera que sea su religión y su lugar de nacimiento, no pueden ni quieren, por definición, ceder en ninguno de sus puntos tal como ellos interpretan sus creencias. No obstante, respecto a los migrantes islamistas que han optado por la yihad tampoco hay absolutos. Algunos se han arrepentido y con ellos se tendría que trabajar para desarrollar métodos y hacer que los nuevos inmigrantes, y sus hijos, estén dispuestos a ser más tolerantes de quienes no piensan como ellos. Sin embargo, el hecho de que algunos islamistas en sus propios barrios (Londres) han intentado formar cuerpos de vigilantes para evitar el paso de mujeres sin el velo musulmán (hiyab en árabe) indica que la tolerancia es un concepto difícil de asimilar para ese pequeño grupo (reitero que el Islam es muy complejo y hay diferentes orientaciones, algunas de ellas totalmente pacifistas). Ahora bien, no debemos olvidar que el asesinato masivo de noruegos a manos de uno de sus compatriotas hace no tantos años fue llevado a cabo por una persona que nada tiene que ver con el Islam. El atentado reciente en un centro comercial de Munich, fue realizado por un joven alemán de ascendencia musulmana iraní, pero este era musulmán shiita, algo diferente al califato islámico de ISIS, cuya variante tiende a orientarse a los musulmanes sunitas. El terrorismo cada vez más grave en los principales países europeos les presenta un reto muy fuerte que se debe enfrentar desde múltiples enfoques. Algo pasa internamente en el continente donde nacieron y se desarrollaron el pensamiento, la civilización y la cultura occidentales.

Quizás alguien piense: “Estos son lejanos problemas europeos. ¡A mí qué me importan!”; sin embargo, el sentimiento de que sus gobiernos se están alejando del pueblo existe en muchos países no europeos. Quizás, lo mejor sea señalar la importancia de estos problemas para nosotros y citar las declaraciones del recién nombrado candidato a la presidencia de los Estados Unidos por el partido Republicano, Donald Trump: “Muchas personas equiparan Brexit y lo que está sucediendo en Gran Bretaña, con lo que está sucediendo en los Estados Unidos, ¡quieren a su país de regreso!”.