Pequeños productores de Centroamérica apuestan por cacao fino orgánico

San Pedro Sula (Honduras), 13 ago (EFE).- Entre humeantes tazas de chocolate caliente y barras de ese exquisito alimento mezclado con leche, especias y frutas, pequeños productores de Centroamérica buscan diseñar la hoja de ruta que los ubique en el mapa de la producción mundial de cacao fino orgánico.

Aunque la historia indica que el cacao se ha cultivado desde hace al menos tres milenios en Mesoamérica, un territorio que va desde México hasta Costa Rica, la producción actual en los países del istmo centroamericano es marginal: 0,22 % de los cuatro millones de toneladas del grano que se producen a nivel mundial cada año.

Frente a esa realidad, productores a baja escala de la región y expertos internacionales reunidos esta semana en Honduras destacaron que Centroamérica tiene un alto potencial para producir cacao fino orgánico, no tanto en volumen, sino en calidad.

«Nosotras buscamos el mejor cacao y nos estamos acercando al 100 % orgánico», dijo a Efe Yuri Picado Espinoza, técnica agrícola de la Cooperativa Cacaotera La Campesina, de Nicaragua.

Precisamente el chocolate producido por esa cooperativa nicaragüense, que exporta a Holanda, fue uno de los degustados en el II Foro Centroamericano de Cacao, celebrado en San Pedro Sula, norte de Honduras, con la participación de cacaoteros de toda la región.

En el salón para catar y degustar chocolate caliente o en barra, donde también se exhibieron otros derivados del cacao como manteca, cosméticos y té, además se instaló la hondureña Cecilia Ramos, quien estudió agronomía en la Universidad Agrícola Zamorano de Honduras.

Ramos es propietaria de la Ecofinca Luna del Puente, una reserva de unas 41 hectáreas, en un 70 por ciento natural, donde además de cacao se cultiva en pequeña escala café, cítricos, achiote, plátanos y pasto, y también se trabaja en el desarrollo turístico sostenible y la investigación.

El cacao de Luna del Puente «es todo orgánico», indicó Ramos, quien explicó que llevan poco tiempo cultivando el grano y que al turista que llega le enseñan cómo preparar un chocolate artesanal, en una finca cuya electricidad la genera una planta solar.

Entre otros productos, la finca de Cecilia Ramos ofrece té hecho a base de la cáscara de la semilla del cacao.

Desde El Salvador llegó Rigoberto Massín, un pequeño productor afiliado a la Asociación Cooperativa de Producción Agropecuaria Cacao Los Izalco, compuesta por 117 miembros y creada hace unos tres años y medio en el departamento de Sonsonate.

«El cacao ha sido abandonado en El Salvador, pero con apoyo gubernamental y de otras instituciones, estamos haciendo el esfuerzo por tener un cacao fino después de haber estado a la deriva, sin apoyo», subrayó Massín.

Para los cooperativistas salvadoreños no es fácil producir cacao porque la región donde siembran es considerada «caliente» por la presencia de las peligrosas maras o pandillas, pero Los Izalco se han abierto camino y ya están comenzando a producir chocolate en toda la cadena de valor del cacao orgánico.

La marca comercial del chocolate de Los Izalco es «Noya», tomado de «nonoya», palabra indígena que significa «nuestra abuela», y de momento solo comercializa localmente aunque los planes a futuro incluyen su exportación.

La nicaragüense Olga Duarte se hizo presente en el foro regional, que reunió a unas 220 personas de Centroamérica, Haití y República Dominicana, con productos de su fábrica Momotombo, nombre de uno de los volcanes de su país.