RECONSIDERACIONES PATRIAS

SE avecina en los días siguientes el fastuoso “Mes de la Patria”, motivo para las conmemoraciones y si acaso algunas reconsideraciones históricas, pues ocurre que en las escuelas, en los colegios y quizás en las universidades, se continúan enseñando los añejos estribillos de siempre, al margen de si corresponden o no a los verdaderos hechos históricos que respaldan los archivos y las renovadas investigaciones científicas en el campo del cual estamos tratando.

Aquí se suelen confundir conceptos y frases simples como los “próceres de la independencia”, que fueron muy específicos, con el de los “padres de la Patria”, sin distinguir para nada si se está hablando de la “Patria Grande” o de la “Patria Chica”. En las vidrieras de los aparadores públicos se exhiben fotografías de unos personajes que aunque fueron muy importantes en la defensa posterior del ideal unionista, casi nada tuvieron que ver con los preparativos de las élites criollas, al más alto nivel, para la Independencia en Guatemala respecto de la Corona española; ni con la desanexión a México; mucho menos con el diseño y construcción de la primera República Federal de América Central, allá por 1823-1825. Y la verdad es que nunca ha existido ningún interés por aclarar estos contenidos al público hondureño en general. Ni tampoco a las nuevas generaciones estudiantiles en particular. En esta materia las fijaciones mentales parecieran infinitas, afincadas en el “amor a la espada”, y en el capricho de las fechas difusas.

En nuestro medio lo que importa son las bandas marciales (buenas, regulares y malas), de unos estudiantes que poco o nada saben de los acontecimientos que se están conmemorando en los desfiles de ocasión. Al público masculino lo que le importa son las bonitas “palillonas” y “pomponeras”, para llamar la atención acerca de las más atractivas de la temporada. Los muchachos que desfilan lujosos el 15 de septiembre o en las fechas alusivas al “Mes de la Patria”, que alcanza hasta la primera quincena de octubre, lo hacen después de entrenar con trompetas, liras y tambores durante dos o tres meses consecutivos. Una temporada fatigosa que podría ser utilizada por el sistema educativo nacional para reflexionar sobre los acontecimientos positivos y negativos escenificados en el proceso de Independencia y de construcción de las pequeñas patrias centroamericanas, al margen de los sesgos ideológicos y partidarios acostumbrados.

Sería saludable una reconsideración de aquel proceso histórico de la primera parte del siglo diecinueve, a la luz de las nuevas investigaciones histórico-archivísticas, y de cara a la conmemoración próxima del Segundo Centenario de la Independencia, no sólo de Centroamérica, sino de otras provincias circunvecinas como Chiapas. Una revaloración del tema, arrancaría desde las condiciones regionales internas, incluidos los intereses comerciales de las potencias marítimas de aquel entonces, que facilitaron la creación de las condiciones previas de la Independencia, como un proceso que fue gestado desde finales del siglo dieciocho. Pero quizás esta sugerencia signifique pedir demasiado. Tal vez debiéramos conformarnos con que los muchachos eviten confundir a los próceres de la Independencia en Guatemala, con los gestores y fundadores graduales de la República de Honduras.