LAS RONDAS Y LAS TERTULIAS

A saber en qué se fue todo este tiempo que estuvieron platicando sobre reformas legales, de modo que las reglas del proceso electoral con todo y los cambios acordados, fueran del agrado de los involucrados y del conocimiento general de los mirones, siquiera antes de producirse la convocatoria a elecciones primarias. El TSE ya dio el banderillazo de salida para iniciar la carrera. Con una Ley Electoral sujeta al manoseo y a insospechables enmiendas, ya que no se sabe si así va a quedar o sufrirá cambios en el camino. Como decíamos ayer, lo ideal sería que las reglas del juego sean conocidas por todos los participantes, que no se introduzcan modificaciones atropelladas, o medidas difíciles o imposibles de implementar, de mecanismos expuestos a fallar bien por falta de tiempo o de recursos que, lejos de favorecer, pongan en duda el proceso electoral.

Esperar que los políticos utilizaran todo este tiempo ocioso en forma provechosa –nos referimos a estos tres años desde que se verificaron las pasadas elecciones– para ponerse de acuerdo en algo que no vaya a torpedear la credibilidad de la próxima consulta comicial, es como pedir peras al olmo. ¿Qué sucedió desde que integraron la Comisión Electoral en el Congreso Nacional para trabajar con los otros diputados preparando un proyecto aceptable de reformas? ¿En qué quedaron todas esas idas y venidas de jefes y dirigentes de los bandos políticos a departir con los magistrados del Tribunal Supremo Electoral? ¿Más todas las rondas para auscultar el parecer de congresistas, de dirigentes políticos, de miembros de instituciones gubernamentales, gremiales, empresariales y del resto de la sociedad civil con los integrantes de la MACCIH que anduvieron socializando un proyecto de financiamiento de las campañas? ¿En qué pararon las tertulias sobre qué hacer con la reelección, con las mesas electorales, con las huellas digitales, con los novedosos mecanismos para votar y escrutar votos, con la transmisión de resultados, con meter representes de los partidos –no se sabe si la docena inscrita– en el TSE, con los llevados y traídos distritos electorales, con regresar a lo que una vez se tuvo o agregar otras ocurrencias dizque para bien del sistema democrático y con el resto de peticiones que los distintos grupos cargan en sus pesadas alforjas de aspiraciones? Tanto amago, tantas reuniones, tantos tanteos, para al final no quedar en nada concreto.

Se intuye, ahora que la presidencia del Congreso convoca a los jefes de bancada para procurar consensos, que nada o casi nada se avanzó durante todo ese precioso tiempo cuando hubo mayor serenidad en el ambiente, porque todavía no había iniciado el ajetreo proselitista. Sin embargo, hasta el momento, ni solos ni acompañados –por los dilectos facilitadores que trajeron de afuera– han logrado arribar a civilizados arreglos que le den paz y confiabilidad al proceso electoral. La costumbre, en esto como en todo lo demás, es que las cargas se arreglan en el camino y que lo perentorio bien puede esperar hasta última hora. Esperemos que algo positivo salga de esa larga lista de exigencias –varias de ellas contrapuestas– que examinan en el Congreso Nacional. No va a ser tarea fácil armonizar. A no ser que cedan los intereses particulares.