La caída del imperio

Por Antonio Flores Arriaza
[email protected]

Cada época tiene su imperio, a nosotros nos ha tocado vivir el imperio de los Estados Unidos de Norteamérica (USA). Los acuerdos económicos de Bretton Woods comprometieron a USA a respaldar su moneda con oro, buscando así impedir que entrara en déficit de balanza de pagos recurriendo a imprimir más billetes sin respaldo, pero con ello evita que las reglas disciplinarias de la economía se apliquen con igual rigor al país que respalda la “moneda mundial” y, además, hace que sean los demás países quienes financien su déficit interno, por lo que el déficit comercial de USA es ventajoso para los demás países… mientras no exista otra moneda que tenga capacidad de competir con el US dólar. Por tanto, mientras el US dólar sea capaz de ser la principal moneda que actúa como medio de pago y reserva mundial, ello generará para USA el dominio ventajoso de la economía mundial. Sus corporaciones que exportan o importan no están sujetas al riesgo cambiario y USA disfruta de estabilidad en los precios internos, lo que no gozamos los países que dependemos del US dólar que observamos cómo nuestra economía fluctúa alrededor de esa moneda y vivimos en la incertidumbre económica. En el gobierno de Nixon desapareció el respaldo del US dólar con oro. Ya allí se produjo una ruptura en la confiabilidad del sistema financiero.

Con la creación del Banco Asiático, China ha dado un gran zarpazo para crear una economía multipolar en la cual el US dólar perderá su capacidad de ser la gran moneda y, aspira, a que su propia moneda, el yuan, adquiera ahora igualdad ante las dos grandes monedas de intercambio financiero: el US dólar y el euro. La posición de China con el Banco Asiático ha venido siendo reforzada por varios países, obviamente, de inicio, países asiáticos como Rusia, India, Irán y Arabia Saudí, que se destacan entre más de treinta, pero también, países europeos como Inglaterra (que recientemente ha renunciado a la Zona Euro) y Luxemburgo, y otros como África del Sur y Brasil (!!!). Por su parte, China y Rusia ya realizan intercambios financieros en sus propias monedas prescindiendo del US dólar como patrón de intercambio. Y, por otro lado, tratando de quitarle a los occidentales, especialmente a USA, el liderazgo en ciertas áreas como la producción de aviones comerciales. Obviamente, las cosas se ponen feas para el US dólar y la economía de los USA. Es evidente que China y Rusia están promoviendo que el US dólar salga como moneda de cambio en su zona de influencia en el hemisferio oriental. Las más recientes noticias de lo sucedido en la reunión del G-20 ahora el 4 de septiembre en China, nos indica que el FMI ha aceptado que el yuan (la moneda china) se incorpore en la canasta de monedas que integrarán los Derechos Especiales de Giro (SDR) que se constituye como el instrumento o nueva “moneda” de intercambio financiero mundial y que, obviamente, vendrá a sustituir al todopoderoso US dólar.

Similar a lo que sucedió en Europa con el Euro. La moneda china pasará a partir del 1 de octubre 2016, a ser tanto o más poderosa que el US dólar y este perdería su exclusividad. El US dólar podría pasar a ser solamente una moneda nacional, como lo es el lempira en Honduras que sirve para los intercambios comerciales al interior del país, pero no nos sirve para comprar productos a otros países o para viajar. Evidentemente, si esto sucediera, la economía mundial se vería trastornada y USA perdería mucho de su poder económico y, obviamente, es la economía lo que respalda su poderío militar o su capacidad para investigar el espacio. Su capacidad de respuesta se vería altamente mermada. Un momento como este bien podría desencadenar una profunda crisis interna en dicho país y llevarlo a declarar una emergencia nacional. Una emergencia nacional es una decisión presidencial que podría tomar legalmente Barack Obama, esto solo sería comparable a que un meteorito cayera en el mar Caribe y que un enorme tsunami inundara toda la costa oriental de USA aniquilando, entre otras, a Miami, New York, Baltimore y Nueva Orleans, o que un mega terremoto de unos 10 grados ritcher en una fosa marina frente a la costa occidental de USA provocara una gigantesca inundación y la destrucción apocalíptica de ciudades como Seattle, Portland y San Francisco. Una decisión presidencial de este tipo implicaría la inmediata suspensión de las garantías constitucionales, no sería un golpe de estado, pero tendría efectos similares. Obviamente que una experiencia como un colapso así afectaría la forma de vida estadounidense y el imperio que hemos conocido se vendría abajo así de bruscamente como por la voluntad divina. Los efectos sociales y económicos de un fenómeno natural como los ejemplificados podría tener repercusiones que podríamos analogar con un derrumbe económico de la que ha sido la principal economía mundial. Ojalá que cambios económicos tan impactantes como pudiesen ser estos que especulamos, no lleven al mundo a una nueva conflagración bélica para tratar, por las armas, de reacomodar las piezas del rompecabezas que se caiga de la mesa.

El nuevo orden mundial que pudiese surgir de situaciones como las arriba planteadas haría emerger un nuevo poder en el mundo, un nuevo imperio que sin duda vendría a trastornar nuestra forma de vida, quizás las libertades de los estados liberales de las que hemos gozado podrían desaparecer. Recordemos, a manera de ejemplo, la lucha emprendida por los judíos para tratar de liberarse del yugo del Imperio Romano que les llevó a pagar cada vez más impuestos y a verse perseguidos y hasta padecer la muerte por oponerse a la nueva voluntad del imperio que les sojuzgó por siglos. Ojalá que estos sucesos económicos mundiales no nos lleven a padecer experiencias como aquellas.