La pobreza en Honduras

Por Nery Alexis Gaitán

En Honduras, la mayoría de la población es pobre. Más aún, según estudios económicos un 45% vive bajo el umbral de la miseria; esto significa que muchas familias subsisten con un dólar al día y a muchos no les ajusta para comer los tres tiempos reglamentarios. En contraste, solo un 5% de la población es rica, esto significa que la mayor parte de la riqueza social se encuentra en unas pocas manos, quienes son los dueños del país y que conforman el grupo de poder que gobierna la patria.
Ante este panorama desolador, de pobreza extrema, por no decir miseria, algo se debe hacer urgentemente. La empresa privada debe ser más equitativa y compartir su riqueza con los trabajadores, quienes son los que generan sus ganancias. Además, debe mejorar las condiciones laborales en todo aspecto y, sobre todo, otorgar salarios dignos a sus trabajadores. Pero, por sobre todas las cosas, deben respetar las leyes, en este caso la ley laboral y tratar a sus empleados con justicia y equidad. No deben violentar los derechos de los trabajadores de ninguna forma. Es alarmante como las empresas violentan los derechos de los trabajadores y los tratan de una forma humillante. “Si no le gusta como lo tratamos aquí, váyase, hay decenas de personas que quieren el trabajo que usted tiene”, así amenazan a los trabajadores, quienes, por necesidad sufren humillaciones constantemente, ya que el porcentaje de desempleo es muy alto.
El gobierno es el encargado de administrar los bienes del país y si hiciera una administración eficiente mejoraría considerablemente la calidad de vida de la población. En tal sentido, en los últimos años se han invertido cantidades millonarias en la erradicación de la pobreza. Es tanto el dinero invertido, que a estas alturas no existieran los pobres en Honduras.
Pero, y esto es una catástrofe nacional, la corrupción está presente en todos los estratos de nuestra vida. La corrupción imperante en el gobierno es asquerosa, desastrosa, malvada. Se dice que del presupuesto nacional, el 33% desaparece misteriosamente en los vericuetos de la corrupción. Si por un lado se ha gastado tanto dinero en erradicar la pobreza, a tal grado que las carreteras estuvieran enchapadas en oro, por otro lado la verdad es terrible: no ha cambiado la calidad de vida del hondureño y los índices de pobreza no se han reducido (algunos dicen que 0.5%, o sea nada) y los hondureños seguimos sufriendo una y mil calamidades.
Los políticos, enfrascados en sus luchas partidarias y en la obtención de bienes para incrementar sus riquezas y darse la gran vida, se han olvidado de los pobres de Honduras. La búsqueda del bien común no es parte de su agenda política. Todos los días vemos sus declaraciones vacías, mezquinas, sin propósito alguno por erradicar la pobreza del país.
Necesitamos urgentemente políticos honestos, que tengan como prioridad el bienestar de las mayorías. Necesitamos que el gobierno en realidad represente los intereses de los pobres. Que mejore la calidad educativa, que mejore el sistema de salud que se encuentra colapsado, que genere fuentes de empleo. Que combata la corrupción hasta las últimas consecuencias y que meta a la cárcel a los ladrones de cuello blanco, como ejemplo que se castigue con todo el rigor de la ley a los que saquearon el Seguro Social. Que haya una verdadera aplicación de la justicia y que se termine la impunidad de una vez y para siempre.
Necesitamos que el gobierno combata la violencia cotidiana que está enlutando a las familias hondureñas. Que se elimine la extorsión, el narcotráfico y el crimen organizado. Es cierto que este gobierno ha hecho progresos en detener la criminalidad, pero todavía falta mucho por hacer.
Es urgente que los que gobiernan este país se conduelan de los pobres, de los necesitados y que se dignen ayudar a construir una patria donde todos tengamos acceso a una mejor calidad de vida. Esos son los héroes que el país necesita. Lo demás es pura politiquería.