La marihuana y sus propiedades medicinales

Por Dagoberto Espinoza Murra

La cannabis sativa (de cuyo tallo, hojas, flores y semillas se conforma la marihuana), es una planta originaria de la India y se le ha usado, con fines medicinales y en rituales religiosos, desde siglos antes de Cristo. En los últimos tiempos –segunda mitad del siglo XX hasta nuestros días– el uso frecuente de la marihuana es recreacional, a pesar de su prohibición en la mayoría de las legislaciones del mundo. Entre los jóvenes de América Latina, Estados Unidos y algunos países europeos, las sustancias de abuso más frecuentes son el alcohol, el tabaco y la marihuana.
En un tratado de psiquiatría (Hales, Yudofsky y Talbot) se describen muchos efectos psicoactivos, como resultado del consumo (fumado) de la marihuana. Entre otros, los consumidores refieren: “Enlentecimiento del tiempo, aumento del apetito, sensación vívida de los colores, los sonidos, los gustos y las texturas”. También se mencionan euforia, aumento de la introspección, mayor capacidad para implicarse en experiencias sexuales indiscriminadas. Se refiere, en algunos casos, aumento de la autoconfianza. Ilusiones y alucinaciones transitorias pueden acompañarse de estados de ansiedad, depresión y reacciones paranoides. Aparejado a lo anterior encontramos los siguientes signos físicos: Conjuntivitis (ojos enrojecidos), midriasis (pupilas dilatadas), taquicardia (aceleración del ritmo cardíaco) y tos. Los familiares perciben en la cercanía del consumidor “olor a monte quemado”.
La conducta del consumidor de marihuana está en relación con su personalidad y el medio en que se desenvuelve. Así, podemos encontrar casos de pasividad extrema, como también de actividad exagerada, generalmente acompañada de risa incontenible. La agresividad (en los casos no psicóticos) es poco frecuente. Está disminuida la capacidad para conducir automóviles y desempeñar trabajos que requieren el uso de maquinaria de precisión.
Por todo lo anterior, se justifican las medidas de prohibición del consumo de la marihuana en la mayoría de los países del mundo, sancionando con diferentes penas el consumo y tráfico de esta sustancia. Sin embargo –como sucede con muchas plantas–, también se le han encontrado propiedades medicinales, que van, según sus defensores, desde la cura del cáncer hasta la mejoría del estado general de los enfermos de VIH-SIDA.
De ahí que aprobar o prohibir el consumo de marihuana con fines medicinales ha generado en los encuentros científicos y políticos grandes polémicas. Los defensores de su consumo dicen que el cigarrillo es más dañino; que es un mito aseverar que la marihuana lleva al consumo de otras drogas como la cocaína, por ejemplo. Además, que el problema del tráfico de esta sustancia, se solucionaría con la legalización de su producción y consumo. En sus argumentaciones siempre sale a relucir que esta planta debe ser aprovechada como fuente medicinal y, con entusiasmo, la convierten en una panacea, pues le adjudican propiedades curativas para el cáncer, artritis, asma, depresión, estrés, trastornos del apetito, disfunciones motrices, epilepsia, glaucoma, insomnio, migraña y náuseas.
Un viejo maestro de farmacología era de la opinión que deberíamos ver con cierta desconfianza aquellos productos “maravillosos” que dicen ser buenos para todas las enfermedades, y la experiencia profesional en el mundo así lo demuestra. Estudios médicos creíbles refieren la efectividad de algunos derivados de la marihuana en el control de las náuseas y vómitos que se presentan en el curso de la aplicación de quimioterapia en enfermos con algún tipo de cáncer. Se informa también de la mejoría en algunas formas de epilepsia, refractarias a los medicamentos conocidos y la disminución de la presión intraocular en quienes presentan glaucoma. El uso medicinal, en preparados como cápsulas, tabletas, vaporizadores, etc., es permitido en algunos estados de la Unión Americana, Canadá, Reino Unido, Austria, Finlandia y en otra decena de países.
En los diferentes pueblos y en las más variadas culturas siempre han existido sustancias con efectos psicoactivos que se les ha utilizado en ceremonias religiosas o actos públicos. En la India, en la China milenaria, así como en las naciones que bordean el Mediterráneo, se ha hecho uso de plantas –como la cannabis sativa– con fines diferentes a los que en la actualidad persiguen los jóvenes del mundo occidental, quienes, hastiados –según dicen– de una sociedad nada justa, buscan en las drogas, lícitas e ilícitas, un “reconfortante espiritual”. La racionalización –sostienen muchos expertos– es el mecanismo de defensa más usado por los consumidores de todo tipo de sustancias psicoactivas, a fin de justificar una conducta que conlleva daño personal, familiar y social. La prevención, mediante una convivencia familiar estable y productiva, es la mejor arma para evitar que nuestros jóvenes sean seducidos por el señuelo de las drogas.