Católicos debemos asumir nuestra corresponsabilidad social

Por: José Rolando Sarmiento
La mayor valoración y observancia de los principios y recomendaciones del pronunciamiento de los obispos católicos de la Conferencia Episcopal, le corresponde a los ciudadanos hondureños que ejercen el poder de la nación, y los que como aspirantes a cargos de elección popular en los diferentes partidos políticos, deben asumir sus obligaciones cívicas, ciudadanas y de corresponsabilidad social, con el pueblo hondureño, con los más alejados de la fortuna, para combatir la pobreza sempiterna que les agobia, con obras, programas y proyectos que les beneficien para alcanzar un estadio de vida más justo y digno de seres humanos, en ese papel los católicos estamos obligados a una actitud beligerante para cumplir el principio de la salvación, que se gana no solo con la fe, sino también con las buenas obras.
“Solo podremos hacer un discernimiento político válido y eficaz manteniéndonos cerca de los más pobres y con los más pobres. Desde ellos valoraremos las propuestas de los responsables políticos; junto a ellos exigiremos información veraz y cumplimiento de programas y proyectos; con ellos soñaremos y abriremos puertas a la esperanza.
A veces esta llamada a la caridad política se interpreta como exclusión o desprecio de unas “obras de misericordia” que hemos recordado constantemente en este jubileo y que seguirán urgiéndonos. La tensión entre misericordia y justicia se manifiesta cuando parecemos obligados a optar por una u otra. Sin embargo, como recuerda la Bula Misericordiae Vultus “no son dos momentos contrastados entre sí, sino un solo momento que se desarrolla progresivamente hasta alcanzar su culmen en la plenitud del amor”.
Por eso, junto al llamado a abrir caminos de justicia invitamos a todas las comunidades cristianas a seguir escuchando y atendiendo el dolor, el hambre y la sed, la enfermedad inadecuadamente atendida, el sufrimiento por tener que ser extranjero en medio de riesgos y rechazos, el deseo y necesidad de rehabilitación cuando se cometen errores y se genera dolor, el clamor por un respeto a la dignidad en el trabajo, en la vida y en la muerte. Necesitamos continuamente comprometernos a entrar en las llagas de Jesús para tocar al Dios vivo. Unas llagas que se hacen más profundas en el espíritu, por la ignorancia, por el miedo, por la tristeza, por la impotencia ante abusos y rechazos, por la incapacidad para dar y recibir perdón, por el sentimiento de estar abandonados por Dios.
Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. Guiados por su Espíritu clamamos: ¡Padre, venga tu reino! ¡Llevados por ese mismo Espíritu nos comprometemos a salir cada día de nosotros mismos e “ir al encuentro de cada persona llevando la bondad y la ternura de Dios! A todos, creyentes y lejanos, pueda llegar el bálsamo de la misericordia como signo del reino de Dios que está ya presente en medio de nosotros”.
Estas sabias reflexiones de los obispos de Honduras, nos llevan a tomar decisiones para involucrarnos activa y responsablemente en la búsqueda del bien común para todos nuestros conciudadanos, en aplicación de las enseñanzas bíblicas y las ricas tradiciones cristianas, que nos hablan del amar al prójimo como a ti mismo, de la solidaridad y el apoyo a los más desposeídos de la fortuna, de entregarnos al trabajo productivo como única forma honesta de generar riqueza, que redistribuida con justicia posibilite que todos vivamos con la dignidad que nos corresponde como seres humanos, hijos de un mismo Dios, que nos creó a su imagen y semejanza, nuestro Padre común, que nos hace  por tanto ser hermanos, y por la patria donde nacimos compatriotas, con los mismos deberes y derechos.
Por ello los obispos nos hablan con toda propiedad de las obligaciones y actitudes que les corresponden a los que nos gobiernan, a los integrantes de los partidos políticos, a los aspirantes a cargos de elección popular, que buscan llegar al poder para gobernar nuestra nación, que en sus mensajes y discursos dejen de utilizar frases estereotipadas, repetitivas, con intenciones manipuladoras de la opinión pública, y que más bien den a conocer sus visiones de cómo encaminar el país, hacia derroteros de progreso y bienestar para todos, aplicando los principios constitucionales para evitar los privilegios para unos pocos, sea por el poder político o económico que ostenten, promoviendo el desarrollo de Honduras en todas las regiones, con una administración de justicia y el clima de seguridad necesario para las inversiones, y generar el empleo necesario para que cada hondureño tenga acceso a una remuneración para sustentar sus necesidades propias y las de sus familias dependientes.
Proveer los servicios esenciales de salud, educación, vivienda, seguridad social y protección de sus vidas y haberes, procurando una sana, eficiente y dinámica administración del Estado, controlando el excesivo gasto público, la correcta recolección de los impuestos y cero corrupción.