Transición y legitimidad política

Por Marcio Enrique Sierra Mejía

En Honduras, estamos viviendo en una situación política en que existe una lucha para transitar de una democracia de electores hacia una democracia de ciudadanos. Aunque los políticos hegelianos de derecha prediquen con alevosía, desde una estrecha perspectiva mental, llena de supuestos jurídico políticos subjetivos y parciales, que no existe legitimidad jurídica porque lo que buscan es desacreditar la legitimidad política del nacionalismo y del gobierno actual, la mayor parte de la ciudadanía acepta la reelección.
Hablan de una legitimidad jurídica que idealizan como si fuese la única verdadera legitimidad. Obviamente, para obstruir el proceso de transición o de cambio social a la democracia de ciudadanos que el pueblo exige y que los nacionalistas están nutriendo, con acciones de reformas sociales y constitucionales, que la misma Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia y el Congreso Nacional, han sentenciado y aprobado favorablemente.
Los hegelianos de derecha no tienen legítimamente el poder político, pero quieren enmarcar el proceso electoral, de acuerdo a un marco jurídico a la medida de ellos, defendiendo posturas legalistas desfasadas, tal como es la defensa de los artículos pétreos, claramente antidemocráticos y violadores de derechos significativos que restringen derechos y garantías fundamentales establecidos en la propia Constitución de 1982.
La lucha por el poder político la traducen en un juego mental bucólico y olvidan que la lucha política es real y es producida por las fuerzas políticas que participan y compiten electoralmente para legitimar su poder. Precisamente, es lo que los conductores del nacionalismo ponen en práctica demostrando un poder político con hechos concretos que sí legitiman su poder porque logran que la mayoría ciudadana lo acepte y sea acatado.
Los nacionalistas han dando pasos legales inteligentes, bien estudiados, pragmáticos y consecuentes que contribuye a cimentar una nueva legitimidad jurídica, que permita la libertad para elegir o reelegir a un ciudadano, que ocupa o haya ocupado la presidencia de la Republica. Debe quedar claro que la Constitución es hecha por hombres, y como tal, es sujeta a cambios por el mismo ser humano. Lo que los seres humanos hacen los seres humanos pueden cambiarlo.
La transición hacia el orden democrático de ciudadanos que se quiere lograr, pasa necesariamente, por el proceso de legitimidad política que rompe esquemas de legitimidad jurídica atrasados, por la vía institucional pertinente, porque la mayoría de ciudadanos los demandan, a pesar de que las mentes hegelianas minoritarias de derecha opositoras, pretendan obstaculizarlo y detenerlo.
Los hegelianos de derecha están viviendo en un limbo político magnífico para ellos pero que no trasciende el estrecho campo mental en el que viven, olvidando que el cambio social, se consigue en el campo de la praxis política en el que la legitimidad jurídica, se gana actuando y venciendo los obstáculos que limitan el desarrollo de las libertades humanas y la transición a la democracia de ciudadanos. Ciertamente que los hondureños estamos viviendo en una democracia electoral que impone una dictadura jurídica absolutista en la que los ciudadanos están sometidos a una Constitución que se ha convertido en el obstáculo político de la democracia de ciudadanos.
Afortunadamente para los ciudadanos de Honduras, la transición se da dentro de los límites de la lucha política pacífica. En la que se buscan las salidas jurídicas apropiadas y políticamente legítimas para realizar los cambios que permitan la libertad y el derecho a elegir en elecciones libres. A los hondureños en general, les interesa la democracia de ciudadanos, y entienden que la sociedad, puede llegar a tener más altos niveles de libertad y mejores condiciones de reproducción social y económica, permitiendo la reelección.
Los nacionalistas han cambiado el enfoque político a favor de los pobres y de los derechos humanos. Lo demuestran con acciones en la lucha política que sostienen en contra de las fuerzas opositoras derechistas que están en contra del cambio social.
Detrás de la postura nacionalista hay una visión de apertura democrática que ve la Constitución no como una tabla de mandamientos incambiables pétreos. Aceptan los cambios constitucionales cuando los cambios resultan beneficiosos al interés de los intereses de la mayoría ciudadana.
En la coyuntura política actual, la lucha política se orienta hacia la democracia de ciudadanos porque consideran que, a mayor participación de los ciudadanos en la toma de decisiones políticas, menores serán los tradicionalmente escollos estructurales que imperan en la democracia electoral. En la que la población solo es arreada a votar por el color de una bandera. Vivimos en tiempos de cambio social, económicos y Honduras merece cambiar.