“Yo seré feliz cuando tenga pisto a lo loco”…

“Yo seré feliz cuando tenga pisto a lo loco”, dijo Emiliano leña verde. Ahhh, pues ya jodiste –le dije- si vas a condicionar tu felicidad hasta que tengas dinero considérate frito. No se por qué la gente que quiere ser feliz anda buscando cómo acondicionar las babosadas. Decía Espinoza: “La felicidad es la virtud que no le recompensa de la virtud”, y en su ética decía: “Al estar complacidos podemos limitar nuestros deseos”. Seguramente cuando usted ha estado triste, deprimido, agüevado, alguien de su familia o un amigo le habrá dicho: “Por qué estás así, mirá el lado bueno de las cosas, la verdad es que la infelicidad no soluciona ningún problema, simple y sencillamente va creando unos nuevos. No se acostumbre a depender de las esperanzas lejanas, no diga: Cuando pague mis deudas seré feliz. “Cuando me case seré feliz, cuando tenga un hijo vendrá la felicidad a mi vida, esas son pajas, usted está poniendo su felicidad en futuro y condicionándola a alguna otra cosa.
Yo a veces decía: Cuando tenga dinero voy a comprar esto y aquello, a lo mejor andaré por Europa, viajaré por el mundo, etc. Nunca tenía dinero, no anduve por Europa y nunca fui feliz, tenía la mirada en esperanzas alejadas del futuro. No amigos, no así la papada. Otra cosa a veces nos dejamos guiar por las opiniones externas que alteran la valoración de los acontecimientos y ahí es donde estamos más fritos que Emiliano leña verde. Robert Louis Steveson decía “ser feliz le permite estar libre de la dominación del mundo exterior”, es por eso que insisto que usted no debe dejarse dominar por lo que los demás le digan, la gente quiere que se acomode a pensamientos externos, hay que rechazar las insinuaciones que nos hagan cuando de encontrar la felicidad se trata.
Si usted es una mujer bonita y ha encontrado la felicidad en un hombre que tal vez no sea guapo, ni tenga un cuerpo atlético, pero la ama, hace lo humanamente posible para tenerla bien, quizás ganando un salario miserable, pero usted es feliz con él, no se fue a vivir engañada, sabía que el hombre era pobre, el corazón se va para donde él quiere. De repente sale una amiga o una vieja que no conoce: “Usted… una muchacha tan bonita viviendo con un pelado, no hombre, usted debería de vivir con un chafa de esos que roban pisto y andan en camionetas de lujo, despierte, avívese, deje a ese hombre, usted se merece algo menor… mmm mamita yo con esa carita y ese cuerpazo que usted se carga viviría como una reina”.
He visto casos de mujeres encantadoras que dejaron al hombre pobre y bueno por hacer caso a las opiniones externas, se han convertido en amantes de un militar, un diputado, un empresario de un cargo y pare de contar. Viven bien, carro de lujo, guardaespaldas, tarjetas de crédito, viajes al exterior etc. pregúntese usted si serán felices? No papa, la felicidad no está en la opulencia, carros de lujo, dólares champagne etc., será esta en el alma, en el corazón y no se compra con dinero. Añoran entre lágrimas y mocos aquel cuartito donde vivían con un hombre bueno y cariñoso.
Quizás digan algunos: “mmm pero si ella está bien asó que aproveche su juventud para vivirla grueso”, no hombre, no es así la cosa, eso se llama lujuria comprada, sexo por un precio, mujer de un viejo de billete que la tiene de esclava, de esos que cuando la esposa los descubre, allá va la amante hecha un misil para afuera, no se lleva nada, no le queda nada, solamente el placer de haber vivido efímeramente en la opulencia. Cuando buscan al acabado, al que dejaron para convertirse en amantes, ya no lo encuentran, quizás esté solo o con otra, pero no quiere saber nada de aquella que se fue detrás del olor de una camioneta de lujo, él sí está feliz, sigue trabajando por un miserable salario pero es feliz. Así que la felicidad no está en el billetón, esa se anida en el corazón.
“Yo –dijo catalina sompopo” me casé enamorada de un hombre acabado, yo miraba cómo se esforzaba por darme lo que yo quería. No faltaron las voces que usted dice, me decían que cómo era posible que una mujer tan bonita como yo me hubiera enamorado de un vago, de un don nadie, siempre respondí con una sonrisa. Pero aquel acabado, aquel don nadie estudiaba de noche, se fue preparando con grandes esfuerzos, tuvimos nuestro primer hijo y eso hizo que él buscara la superación, hoy como usted love, es un empresario de éxito, vivo como una reina, no me hace falta nada, aunque dentro de la pobreza jamás me faltó nada. Yo creo que la felicidad está es saber esperar confiado en Dios. Que tal si le hubiera hecho caso a las voces disonantes? Me habría convertido en amante o en esposa de un amargado al que no habría querido de verdad, sino que mi cariño estaría condicionado al billete”.
El otro lado de la medalla es el de la mujer fe que se casa con un hombre joven, guapo y acabado. En este caso los comentarios exteriores son para el joven: “No puedo creer que te hayas fijado en esa mujer tan fea, vos sos un hombres joven y guapo, te mereces una muñeca”, “no será que esa mujer te dio alguna papada?”, “esa mujer no me la hace buena con vos”, y así le tratan de envenenar el alma en contra de aquella mujer que es la que él ama, sin brujerías, sin encantamientos, aunque mujeres lindas se derritan a su alrededor. Ya les dije que el corazón se va para donde él quiere. Mujeres que no han sido agraciadas físicamente son las que han sacado de la miseria a muchos hombres trabajando al par de ellos, fajándose como Dios manda. Para sombro de muchos cuando menos lo esperan, aquella pareja los sorprende a todos.
La felicidad está muy dentro del alma, del corazón, se pueden tener riquezas materiales, posición política y social, aparentando una felicidad que no existe. De qué sirve tener posesiones materiales si hay un gran vacío en el alma? Cuando tenga pisto, cuando tenga un hijo, cuando viaje por el mundo, cuando me saque la lotería, cuando encuentre un viejo con billete, cuando se fije en mí una viuda con billetón, cuando… etc. Así seré feliz. Cuando tenga riqueza espiritual, cuando la fe anide en su corazón, cuando el amor y el temor a Dios le toquen el alma, aunque no tenga un cinco, entonces seré feliz.