El extraordinario caso de una madre y su hija, separadas, que se encontraron casi por milagro

Si la historia que sigue fuera una película, sería difícil elegir a las estrellas.

Los protagonistas.
Los héroes.
Porque todos lo son.
Leamos –con risas y lágrimas– el argumento.

Oumoh es una niña de 4 años.

Nació en Costa de Marfil, África.

Su padre decidió someterla a la ablación genital. Costumbre prohibida en 20 de los 54 países en que impera, y ley que no se cumple. Ritual ancestral y bárbaro: mutilación del clítoris y de labios, y costura, para asegurar la virginidad hasta el casamiento.

Hay doscientos millones de mujeres de 15 a 49 años que llevan ese estigma. Zanabou Camara, la madre de Oumoh, no quiso que su hija fuera mutilada, y eligió el exilio: las dos partirían rumbo a Italia en un barco anclado en Túnez.

Pero el plan se cubrió de sombras…

Zanabou debió volver a Costa de Marfil para buscar ropa y algunos objetos, y dejó a Oumoh a cargo de una amiga. Pero no llegó a tiempo, y su hija y la amiga se embarcaron en una nave con otras quince almas: inmigrantes desesperados, como los 160 mil que han llegado este año.

Ya en Lampedusa, el 5 de noviembre, Oumoh estaba sola: la amiga de su madre la había dejado librada a su suerte. Apareció entonces María Volpe («Mamma María», como todos la llaman), inspectora de policía y jefa del Servicio de Menores de la prefectura de Agrigento, Sicilia, desde hace dos décadas.

Recuerda que la niña, a pesar de su soledad, «parecía bastante serena«, y la dejó en un hogar de menores de Palermo. En ese punto, el encuentro entre Oumoh y su madre parecía imposible… Pero la suerte del Destino fue mano ganadora.

Unas semanas antes llegó a Lampedusa una niña de 8 años, nacida en Mali: Nassade. La prefectura la había rescatado frente a las costas de Libia con su madre y su hermano, un bebé de pocas semanas.

De pronto, un policía que hablaba con la madre de Nassade le dio su teléfono celular «para que se entretuviera mirando unas fotos«, contó el hombre.  Y al rato, un grito: «¡Oumoh, Oumoh!«.

La ablación de genitales en las mujeres es una tradición antigua en algunos países africanos
La ablación de genitales en las mujeres es una tradición antigua en algunos países africanos

Nassade la reconoció porque habían estado juntas en un centro de recepción de emigrantes de Túnez. Believe it or not… Y se hizo, por segunda vez, la luz: la madre de Nassade le dio al policía… ¡el número de teléfono de la madre de Oumoh!

Un ingeniero diría: «¿Cálculo de probabilidades? ¡Uno en diez millones!«.

No fue un abandono: Zanabou dijo, entre lágrimas, «perdí el barco«. Juntas por fin gracias a los servicios diplomáticos de Roma y Túnez y a las redes sociales que se plegaron al caso, empezarán otra parte de la aventura.

No la más fácil: son dos en la multitud de almas que huyó y sigue huyendo de la guerra y del hambre, sin olvidar a los miles que se tragó el mar… Marilena Cefalá, directora del centro de recepción de Lampedusa, recordó que «la niña estaba traumatizada… Al principio no hablaba ni se comunicaba de modo alguno«.

Pero la más orgullosa de esta historia es «Mamma María» Volpe: «Espero verlas abrazarse antes de Navidad«, se entusiasma. Porque a sus 56 años, los miles de niños que pasaron por sus manos, lejos de endurecer su corazón por la rutina, lo ha tornado más sensible.

Una campaña contra la ablación genital en Costa de Marfil. Por ese motivo Oumoh y su madre intentaron una nueva vida lejos de su país
Una campaña contra la ablación genital en Costa de Marfil. Por ese motivo Oumoh y su madre intentaron una nueva vida lejos de su país

No por nada el presidente italiano, Sergio Mattarella, acaba de anotarla en la lista de los cuarenta «héroes comunes y corrientes» que recibirán la Orden al Mérito.

Lo dicho. En esta película imaginaria no hay actores de reparto.
Todos son estrellas. También el celular y las redes sociales.