Castro, último protagonista de crisis que amenazó con Apocalipsis

LA HABANA (AFP). Último protagonista de la «crisis de los misiles», Fidel Castro, fallecido a los 90 años, autorizó a la Unión Soviética a instalar misiles nucleares en Cuba apuntando a Estados Unidos, lo que desencadenó la crisis más grave de la Guerra Fría.
Del 22 al 28 de octubre de 1962, el mundo entero contuvo la respiración temiendo el estallido de la Tercera Guerra Mundial y del primer conflicto atómico, con Cuba en el epicentro y John Kennedy, Nikita Kruschov y Fidel Castro como «jinetes del Apocalipsis».
El día 22, Kennedy anunció el descubrimiento de instalaciones de misiles nucleares soviéticos en Cuba capaces de alcanzar territorio norteamericano, ordenó un bloqueo naval contra la isla y exigió la retirada de las armas «ofensivas».
«Defensivas», protestaron Kruschov y Castro, que denunciaron un acto de «piratería» norteamericana, mientras 25 buques de carga soviéticos con nuevos misiles y bombarderos navegaban hacia la isla.
Las fuerzas estadounidenses y soviéticas fueron puestas en alerta máxima. El bloqueo se hizo efectivo el 24. Un día después, los buques de carga soviéticos recibieron de Moscú la orden de detenerse en el mar, frente a la marina norteamericana.
En el Consejo de Seguridad de la ONU, el embajador de Estados Unidos Adlai Stevenson ridiculizó a su homólogo soviético al mostrar las fotografías de los misiles, cuya existencia este negaba.
Estados Unidos llamó a su población a protegerse en caso de ataque atómico, Kruschov vaciló pues no se esperaba la reacción enérgica de Kennedy; y Castro movilizó a 400,000 hombres previendo una invasión militar.
RAT-CUBA-MISILES-271116
El 26 de octubre, Kruschov ofreció a Kennedy retirar los proyectiles si Estados Unidos se comprometía a no invadir Cuba y desmantelaba sus misiles instalados en Turquía.
El sábado 27, la crisis estaba en su apogeo con una batería soviética que derribó sobre Cuba un avión espía U-2, pero la negociación continuó. Washington propuso el retiro de los misiles soviéticos a cambio del fin del bloqueo naval, y se comprometió a no invadir la isla.

«Nikita mariquita»

Kruschov cedió y anunció el retiro de los misiles. Obtuvo de la Casa Blanca el compromiso de sacar los misiles norteamericanos de Turquía.
La crisis cobró un muerto: el comandante Rudolph Anderson, que piloteaba el U-2 derribado y que había informado de las primeras fotografías de los misiles el 14 de octubre.
Castro, que no fue consultado, estaba furioso con la decisión del líder soviético: «Nunca había previsto la retirada como una solución», dijo después, evocando el «fervor revolucionario, la pasión, la efervescencia de esos días».
La muchedumbre en La Habana denigró a Kruschov con gritos de «¡Nikita, mariquita, lo que se da, no se quita!».
Kennedy fue asesinado un año más tarde, y Kruschov, falleció en 1971, ya fuera del poder.
Castro siguió al frente del gobierno cubano durante 44 años más.