Trotski y Lowry en paralelo

ROBERT SALADRIGAS


Lo más importante es que quien lea ahora por primera vez una obra de Patrick Deville (Saint-Brevin-les-Pins, Loira Atlántico, 1957) se quede perplejo. Sé lo que me digo porque llevaba leídos dos libros de Deville, Peste & cólera y Ecuatoria y había dejado por escrito mi impresión de haber accedido a un estupendo narrador de estilo muy personal, hoy por hoy sin referentes en la literatura francesa. No se trata exactamente de una novelista. Como no lo son narradores para mi entrañables como Pierre Michon o Pascal Guignard. Deville es un escritor viajero que bebe en Conrad, sólo que él se desplaza de una punta a otra de nuestro pequeño mundo para recabar información con la que explicarse primero para explicarnos luego lo vivido por la humanidad a partir del año 1860, cuando, según él, se produjo un encadenado de hechos que configuraron la modernidad hasta casi prácticamente nuestros días.
Así, en Peste & cólera Deville, con el pretexto de proyectar la figura de Alexandre Yersin, descubridor en el XIX del bacilo de la peste, explora a través de su espíritu aventurero los fascinantes lugares del Extremo Oriente. Más tarde, en Ecuatoria, recorre la turbulenta África colonial con Livinsgtone, Stanley, Savorgnan de Brazza (fundador de la congoleña Brazzaville), Pierre Loti, Albert Schweitzer o el Che Guevara. Acompañarlo leyendo, viviendo lo que había escrito, me apasionó. Para que se hagan una idea, como si Verne se hiciera cómplice del Conrad marinero en el imaginario desarbolado de alguien que sueña lo que lee.
Acabo de cerrar el último libro de Delville, Viva, y aún me noto bajo los efectos de la seducción pero impelido a aclarar de una vez quién es ese tipo raro, ese prestigiador de la “real-ficción” que responde por Deville. Alguien que no escribe sobre sentimientos, como suelen hacer los novelistas, sino que tratar de extraer emociones de sucedidos históricos debidamente encuadrados y verificados, bien pisando los antiguos escenarios o acumulando –con el aval de contactos personales- tal cantidad de documentación pormenorizada que deja a uno maravillado. La cuestión es que no resulta nada fácil identificar los detalles ficticios en el desarrollo de una realidad que no admite fronteras: indaga en la historia del mundo, el pensamiento humano, las vidas privadas, la evolución del arte, el bien, el mal, la alta política, la religión, el dolor de la gente, la poesía de lo extraterritorial, la resistencia a ser borrado del planeta Tierra.
Todo cuanto digo se refleja, ejemplificado, en Viva, un largo relato levantado sobre dos pilares: Lev Trotski, el proscrito, desde su llegada a México por Tampico –principio y cierre de la historia- escapando de Stalin tras fundar la Cuarta Internacional y expuesto al atentado mortal; y Malcolm Lowry, el exiliado británico que en Cuernavaca escribe el original de la novela Bajo el volcán y sale al paso de la muerte destruido por el mescal y una existencia caótica. Y en torno a ambos la derrota de las revoluciones burguesas y una multitud de ilustres comparsas que asumen sus respectivos papeles: Frida Kahlo, Diego Rivera, André Breton, Artaud, Victor Serge, Cravan, Graham Greene, Sandino, Tina Modotti, Traven, Andreu Nin y una inacabable procesión de perfiles en movimientos cuyas hazañas conforman el gran teatro del mundo del siglo XX –todo y todos encajan-, presentados con formidable sapiencia como marionetas con almas de difuntos. La obra de un escritor-artesano ahora mismo único.

Patrick Deville
Viva
ANAGRAMA. TRADUCCIÓN: JOSÉ MANUEL FAJARDO.
254 PÁGINAS. 19,90 EUROS
EL AUTOR ESTARÁ EN BARCELONA EL DÍA 14 OFRECIENDO LA CONFERENCIA DE CLAUSURA DEL CICLO DEBATS DEL CCCB.