9 de diciembre de 1976

Por: Mario Hernán Ramírez
El tiempo pasa volando. Hace exactamente cuarenta años y parece que ayer hubiese sido, en que vio la luz del mundo la primera edición de lo que hoy día se ha convertido en el Gran Diario de Honduras, o dicho de otra manera, el periódico más influyente de este país: LA TRIBUNA.
Fue bajo la óptica visionaria del maestro Óscar Armando Flores Midence, que tuvo su origen este rotativo, cuyo primer director, un maestro en las artes gráficas, maestro en las aulas de la educación media y universitaria, maestro en el diarismo nacional, que plantó la simiente en la tierra más ubérrima que ha dado como fruto este rotativo, por el cual han desfilado las más prestigiadas firmas de los más connotados hombres de letras del último siglo, comenzando precisamente por su director y al hablar de ilustres compatriotas que emborronaron cuartillas para ser insertadas en las páginas de este Diario, habrá que traer a cuentas algunos nombres de esos conspicuos hondureños como: Orlando Pineda Contreras, Juan Sierra Fonseca, Enrique Gómez, Edgardo Dumas Rodríguez, Rodolfo Brevé Martínez, Dionisio Ramos Bejarano, Víctor Cáceres Lara, Herman Allan Padgett, Óscar Acosta Zeledón, Hernán Cárcamo Tercero, Mario Orlando Henríquez Girón, Gautama Fonseca Zúniga y otros ínclitos compatriotas, que como Amílcar Santamaría, Raúl Lanza Valeriano, Roberto C. Ordóñez, han dejado indeleblemente el recuerdo de su talento indiscutible, lo que le ha ido dando forma, prestigio e influencia, hasta convertir a LA TRIBUNA en el primer periódico de la República de Honduras, cuarenta años después. Muchos más hondureños, hombres y mujeres cuyos nombres olvidamos momentáneamente, han enriquecido con sabiduría y perseverancia las planas de este influyente medio de comunicación.
En Honduras, si aún circulara El Cronista, tendríamos un periódico centenario, porque su nacimiento se remonta a 1911, bajo la dirección de dos ciudadanos distinguidos como fueron Adán Canales y Manuel M. Calderón, lamentablemente este periódico desapareció casi a finales del siglo pasado, para darle paso al periodismo moderno, con La Prensa a la cabeza, diario que también dirigió con rotundo éxito el fundador de LA TRIBUNA, así como lo hizo en su momento con el órgano oficial del Partido Liberal de Honduras, El Pueblo.
Cuando hablamos del fundador de LA TRIBUNA y lo ubicamos en la posición de maestro, es porque ejerció esa noble profesión como un artista de las artes gráficas, porque impartió cátedra en los colegios de educación media durante la primera mitad del pasado siglo, y porque también muchos de los que ahora seguimos al pie de la bandera y cantando el himno solemne del periodismo, fuimos discípulos de este gran hondureño, que también dejó poesía, cuento, y mucho más relacionado con la literatura, por lo que su nombre a medida transcurren los días, se encumbra mucho más.
En la fecha de su lamentable fallecimiento, en 1980, el ilustre Colegio de Periodistas de Honduras, me honró con la noble misión de pronunciar la oración fúnebre de despedida al más allá, al maestro Flores Midence, acto que significó para mí uno de los honores más elevados con que me haya distinguido la intelectualidad nacional.
Su actual director, el ahora macizo capitán de este barco, licenciado Adán Elvir Flores, aprendió de su primer maestro y pariente cercano, el poeta y abogado Felipe Elvir Rojas, los primeros pasos que lo encaminaron al ejercicio pleno de esta profesión, y fue precisamente, en el interior de LA TRIBUNA, donde robusteció y fortaleció el talento heredado de los Elvir Rojas, pues su padre el ilustre pedagogo y abogado Horacio Elvir Rojas, fue también, connotado columnista de este mismo rotativo.
Hoy día, LA TRIBUNA es leída con avidez y entusiasmo por miles de hondureños y de compatriotas que por diversas circunstancias se encuentran fuera del país, pero que buscan en las páginas de la internet, mediante el proceso de digitalización, los últimos acontecimientos del mundo registrados en los anales de LA TRIBUNA. Adán Elvir Flores, aprendió como el mejor la lección del maestro Flores Midence y el periódico crece y se agiganta con el paso del tiempo.
Por supuesto, que el poder detrás del trono, en este caso singular es Carlos Roberto Flores Facussé, dicho sea de paso expresidente constitucional de la República, e hijo del fundador de este vástago predilecto de la patria, que es LA TRIBUNA.
Anda por allí circulando una fotografía histórica en la que aparece en el centro don Manuel M. Calderón, padre de las artes gráficas en Honduras y a su lado los periodistas Alejandro Castro h., Carlos Will, Enrique Gómez y por supuesto Óscar A. Flores, así a secas, como le gustaba que se le llamara.
Cuando rememoramos los cuarenta años del nacimiento de LA TRIBUNA, se nos viene a la mente la imagen de don Óscar, departiendo en amenas tertulias que se formaban en el Jardín de Italia y posteriormente en el Marbella, lugares de recreación y de obligada presencia cotidiana para los hombres de la política vernácula, empresarios, poetas, escritores y periodistas que siempre le hacían rueda a este notable hondureño, cuyas charlas y característico humorismo de que hacía gala, lo tornaban un personaje sumamente interesante en cualquier grupo social en el que participaba.
Finalmente, debemos dejar constancia que como político, periodista y abogado, fue demoledor y así como saboreó las mieles del poder, también vomitó las hieles de la incomprensión y el salvajismo de algunos regímenes, que tuvimos la desgracia de soportar el pasado siglo.
Pero hoy, estamos de fiesta, y LA TRIBUNA, lanza en ristre, camina rumbo al centenario y más allá, porque sus actuales conductores siguen sembrando en fértiles terrenos de la juventud pensante, en cuyas manos, en el futuro, sin duda caerá la conducción de este gran periódico.