Cuarenta jalonazos históricos

Por Segisfredo Infante

Se hace historia con acciones concretas. Pero a veces la historia se vuelve más trascendente cuando se fabrica con ideas. Y tales ideas pueden ser periodísticas, según sea la calidad de pensamiento de sus colaboradores en general, y sobre todo de los periodistas de opinión de un rotativo en particular. El caso es que diario LA TRIBUNA goza, paradójicamente, de buena prensa, en el sentido que los lectores más serios del país buscan las páginas de sus columnistas para orientarse y reorientarse, por aquello del equilibrio pluralista que este periódico ha sabido mantener desde los tiempos en que fuera fundado y dirigido por el escritor don Oscar A. Flores, quien poseía el encanto de escribir multifacéticamente, sin aburrimientos, incluyendo aquello del género narrativo.
A tal pluralismo ideopolítico le ha sabido imprimir continuidad el actual director ejecutivo don Adán Elvir Flores, para quien, esos principios plurales, son auténticos y están pegados a su corazón, al margen de las confusas coyunturas políticas del país. Para “Don Adán” y sus más cercanos colaboradores (incluyendo a los principales accionistas), la tolerancia, el equilibrio informativo y la pluralidad de las ideas, son algunos de los pilares fundamentales del éxito del diarismo de cualquier parte del mundo, y de LA TRIBUNA hondureña en particular. Cuarenta años de historia son una constatación fehaciente de lo que aquí expresamos, tanto en la parte impresa como en la digital.
Cuando LA TRIBUNA fue fundada en 1976, las circunstancias hondureñas estaban preñadas de expectativas de diversa índole. Había un reformismo militar en proceso de agonía, sobre todo en el sector agrario. Las “izquierdas” hondureñas (amén de sus diferencias y pleitos bizantinos internos) exhibían posturas ideológicas más consistentes, y  quizás menos caóticas y fingidas como las que ahora exhiben. También existían posturas socialcristianas, ligeramente inclinadas hacia la izquierda, con un buen predicamento en las áreas rurales hondureñas, cuyos cuadros fueron tremendamente golpeados (léase torturados y asesinados) por una ultraderecha anquilosada en una sistema de propiedad de la tierra y en una ganadería extensiva destructora de los valles fértiles, muy propia de la segunda mitad del siglo diecinueve latinoamericano. Los golpes fueron más fuertes y más sangrientos en el departamento de Olancho, en donde se ensañaron incluso, más allá de todo límite, contra sacerdotes y estudiantes que muy poco tenían que ver con la problemática agraria de nuestro país. A nadie se le ha ocurrido proponer la beatificación de aquellos mártires católicos que simpatizaban con la gente más humilde de Honduras.
Los detalles anteriores obedecen a una lógica relacionada con el contexto histórico en que precisamente surge LA TRIBUNA: Un  terrible contexto cargado de subdesarrollo y de grandes incertidumbres nacionales. Surge, repetimos, con un alto sentido de responsabilidad frente a sus lectores y frente a la realidad concreta del país. Otro de los problemas enfrentados en aquel momento era el tema del retorno al orden constitucional, fenómeno que era interpretado desde diversos ángulos, muchos veces encontrados. Por aquellos días varias personas pensaban que las exigencias de los partidos políticos por retornar a los carriles de la democracia, significaban un pretexto del tradicionalismo para oponerse a las reformas alcanzadas por algunos militares reformistas en favor del pueblo y de las instituciones nacionales fuertes, como los bancos del Estado, la reforma agraria y las tiendas del llamado “Banasupro”. Otros estaban convencidos que lo correcto era que los militares retornaran a sus cuarteles y se profesionalizaran, de cara a la triste experiencia de la guerra honduro-salvadoreña de 1969, en que ambos países salieron malparados.
Si se revisan con cuidado los ejemplares de LA TRIBUNA publicados en aquellos años, se confirmarán los datos que aquí estamos reproduciendo. A menos que los archivos nacionales estén siendo descuidados, como a veces ocurre, por pura inconsciencia histórica de los “griegos” y de los “troyanos”. En todo caso, supongo, se pueden encontrar en la Biblioteca del Congreso en Washington; o en los archivos internos del mismo periódico, que se conservan con el cariño indispensable que se requiere en estos casos.
Celebro, con honda sinceridad, los cuarenta jalonazos históricos del diario LA TRIBUNA, porque también soy parte del elenco de columnistas desde el 3 de febrero de 1996, es decir, desde hace más de veinte años. De tal modo que una buena parte de mi vida intelectual ha transcurrido entre las páginas de este importante rotativo hondureño, en donde he sido apoyado, con respeto, simpatía y consideración, por don Adán Elvir Flores y por otras personas que por ahora sería prolijo enumerar. Así que un abrazo efusivo para todos los “tribunitos”. ¡¡Sea!!