LECTURA, CULTURA, FUTURO Y LIDERAZGO

AQUÍ por mucho argumento que se ofrezca anticipando lo que pueda suceder, es como arar en el mar. Para desgracia del país, el público se divide entre los que no leen y los que no escuchan. Ninguna esperanza en la clase política cuyo intelecto se revela en lo insustancial del debate nacional. No trasciende del espectáculo circense. La misma temática que nunca aborda lo medular de las preocupaciones populares. Todo es alegato de intereses sectarios. En tonos que instigan más odio entre los hondureños.
La dirigencia política –como muchos dizques orientadores de la opinión pública– no leen, no se actualizan, recostados en una cultura muy inferior.
Tercian en las discusiones cotidianas con el conocimiento elemental de gente sin mayor escolaridad. Las escuelas y las universidades obligadas a elevar el nivel académico de sus estudiantes, lo primero que debiesen exigir es que estos lean, para informarse adecuadamente de lo que transcurre en el país y en el entorno. Volver a la práctica de exigir al alumno conocimiento de los problemas nacionales e internacionales. Contados con la mano los que pueden dar un diagnóstico sobre el patio doméstico o que tengan alguna noción de lo que sucede en otros países de la región, menos en latitudes más distantes. Fomentar en ellos otra vez el hábito de la lectura. Por esa depreciación de los valores es el escaso bagaje intelectual de ahora. En la medida que la edad va enterrando a muchas de esas connotadas figuras de antaño, no hay quien llene el vacío. ¿Cómo será la contextura de liderazgo nacional dependiente de esos niveles tan superficiales? ¿Cuándo escuchan a uno de esos políticos hablar de la devaluación, o de la extinción de las cláusulas de salvaguarda en el TLC a la agricultura, o bien el impacto que pueda tener la pretensión de encaramar un impuesto a las remesas familiares, o el efecto en la desocupación si se producen masivas deportaciones, el incremento de los precios de las gasolinas ahora que el odioso cartel de la OPEP convino limitar la oferta, o el incremento de los intereses bancarios –que hacen más caro el dinero a la inversión– tanto por un disparate del BANTRAL en los recursos de encaje, como por la tendencia del FED de aumentar las tasas?
La sociedad ha caído presa del poder hipnótico de los aparatos portátiles así que el entretenimiento, la distracción, ha sustituido la ansiedad de informarse apropiadamente. La fuente de sabiduría está en los “chats”, lo que se propaga en las redes sociales, la mayor parte de esa información –según se ha comprobado– completamente distorsionada. Hay una percepción falsa de las cosas, muy distinta a la realidad. ¿Qué decisión acertada se puede tomar si la base de la información es equivocada? El mundo cuenta con un instrumento poderoso, como nunca antes, para aproximar la comunicación y el conocimiento pero ¿cuál es el uso que se hace de este? Nadie está sugiriendo regresar a las inclinaciones herrumbrosas de ayer pero, el futuro del país en mucho depende de la cultura general de su liderazgo.