Navidad en el corazón

Por Nery Alexis Gaitán

Festejar la Navidad significa conmemorar el acontecimiento más trascendente en la historia de la humanidad. El advenimiento de Dios hecho hombre; el nacimiento de ese ser que fue todo amor para señalarle el camino de redención al hombre.
Jesucristo, el hijo de Dios, vino para señalarnos el camino a seguir en la búsqueda de la perfección espiritual para poder acceder a la inmortalidad, a la vida eterna bajo el amparo del ser divinal. Seguir las enseñanzas de Jesús es acatar la ley divina y sus preceptos. Celebrar la Navidad implica respetar la espiritualidad.
Pero el ser humano celebra la Navidad de una forma equivocada, extraviado en los placeres y lujos del mundo que son su único horizonte en la vida. Hacer dinero a costa de lo que sea, robar, mentir, matar, prostituirse es el único objetivo; porque tener mansiones, carros, mujeres en demasía es lo que vale la pena. La existencia se ha degradado tanto que los hombres y mujeres viven solo para obtener bienes del mundo, que a fin de cuentas no tienen ningún valor en el tesoro de la vida.
Ahora, celebrar la Navidad consiste en emborracharse, darse grandes banquetes, ponerse la ropa de moda, rendirle culto al esplendor del mundo y su degeneración que solo conduce finalmente al llanto y el crujir de dientes que duran por toda una eternidad. El ser humano, vacío de valores espirituales, no celebra la Navidad en su corazón.
Hay que recordar que Jesús, el Cristo, vino a este mundo para guiarnos en el sendero de una verdadera espiritualidad, a recordarnos lo que es el amor, la hermandad, la generosidad y todos los bienes y virtudes que están contenidos en la ley divina. El Cristo no salva a nadie, cada quien debe salvarse mediante un arduo y constante trabajo sobre sí mismo eliminando el pecado con la ayuda divina. Solo de esa manera cumplimos los preceptos de la ley de Dios. Por eso debemos ser no solamente oidores de la palabra, sino hacedores. Los hechos realizados adecuadamente son los que en verdad determinan nuestra relación correcta con Dios.
Una verdadera celebración de la Navidad consiste en tener presente los valores espirituales y vivir de acuerdo a los preceptos que están determinados en el compendio espiritual. Solo aquellos que son amorosos, generosos, humildes, honestos… pueden entonarse con el maravilloso misterio de la Navidad.
De nada sirve celebrar que hace 2016 años nació el Cristo en Belén, si no nace en nuestro corazón. Para que el Cristo viva en nosotros es necesario vivir de acuerdo a sus enseñanzas que implican el despliegue de la más excelsa condición humana a través de los valores espirituales.
Lo normal es que el ser humano traicione constantemente al Cristo, cada vez que miente, roba, hace sinvergüenzadas; es decir, en cada instante que practica la maldad y no el bien. Se hace preciso modificar la vida desvalorada que vivimos y transitar en pos de los valores del alma.
La verdadera celebración de la Navidad es cuando eliminamos el pecado de nuestras vidas y vivimos de acuerdo a los principios espirituales. Trabajar intensamente sobre nosotros mismos eliminando lo negativo de nuestras almas, es el camino para que nazca el Cristo en nuestro corazón. Tratemos de celebrar una verdadera Navidad en nuestros corazones y Dios estará con nosotros siempre.
Honremos a Dios en esta Navidad haciendo el bien de todas las formas posibles.