Trabajadoras sexuales piden empleo como regalo de Año Nuevo

El Año Nuevo es celebrado por millones de personas en todo el mundo con banquetes y regalos. Sin embargo, en Tegucigalpa hay muchas personas azotadas por la pobreza, para quienes el 31 de diciembre no es un día de fiesta, entre ellas la mayoría de las trabajadoras sexuales.
Evangelina Estrada Martínez (51) y su hermana Reyna Julia Estrada Martínez (50) son parte de un grupo de mujeres que buscan clientes al lado oeste de la iglesia Los Dolores de Tegucigalpa.
“Queremos alegrarnos, aunque sea en esta época, y por eso pedimos dinero en estas cajitas, ya que la situación económica está tan mal que ni los hombres se acercan para solicitarnos nuestros servicios, y hay días que no hacemos ni para los frijoles”, lamentó Evangelina.
Relató que debido a la pobreza y a la falta de empleo comenzó a prostituirse desde que tenía 24 años. Así sobrevivió junto a su pequeño hijo que hoy ya tiene 30 años.
Hoy, Evangelina tiene casi 60 años y los posibles clientes que pasan frente a ella, solo la quedan viendo y luego se van con otra sexoservidora más joven.
HOMBRES ANDAN “HULE”

Reyna Julia Estrada Martínez, hermana de Evangelina, aseguró que anhela que el gobierno le dé un trabajo.
Reyna Julia Estrada Martínez, hermana de Evangelina, aseguró que anhela que el gobierno le dé un trabajo.

“Mire, el desempleo también nos ha afectado porque muchos hombres, aunque anden con el deseo de tener relaciones sexuales, no pueden porque no andan dinero, a pesar que cobramos barato”, lamentó Evangelina.
Recordó que cuando padre falleció, su mamá se juntó con otro hombre, “y ya cuando tenía como nueve años, este hombre empezó manosearme y cuando cumplí los 14 me violó… Y me siguió violando hasta que cumplí los 18 años”.
A esa edad, Evangelina abandonó su casa y se fue con un novio que le ofreció llevársela, pero que a los pocos años la dejó. La entrevistada agrega que, al no saber ningún oficio, el primer trabajo que “le salió” fue el de trabajadora sexual.
“De lo poquito que hago como en este oficio, de eso mensualmente tengo que pagar 1,400 lempiras por alquiler de cuarto, más el gasto de la comida y el medicamento levotiroxina y clonazepam, para poder dormir, ya que fui operada de la tiroides y debo tomarlos regularmente y gracias a Dios que me rescató de las drogas y el alcohol”.
“Al Presidente Juan Orlando le pedimos que se acuerde de nosotras, las trabajadoras del sexo, porque estamos atravesando una gran pobreza, además, siempre he votado por el Partido Nacional”.
“Los políticos deben tener presente que nosotros también somos seres humanos y nos dedicamos a ejercer este trabajo, ya que la mayoría hemos sido abusadas en la infancia, entre los problemas que hemos enfrentado toda la vida”.
NO TIENEN COMIDA NI ROPA
Reyna permanece a un costado de la iglesia Los Dolores, en Tegucigalpa, pero lamenta que ya no hay clientes.
Reyna permanece a un costado de la iglesia Los Dolores, en Tegucigalpa, pero lamenta que ya no hay clientes.

“La pobreza en parte la resolvemos con nuestro cuerpo, pero ya tenemos más de cincuenta años, por eso hoy estamos pidiendo la solidaridad de las personas de buen corazón para que por lo menos nos regalen comida, ropa, zapatos, lo que tengan voluntad… Nos pueden buscar en el costado oeste de la iglesia Los Dolores, allí nos llevamos la mayor parte del tiempo”, detalló Evangelina.
La mujer explicó que con mucho sacrifico está pagando un “terrenito” con la esperanza de construir su casa algún día o que el gobierno le ayude.
Mientras le rodaban lágrimas por sus mejillas, Reyna Julia, hermana de Evangelina, manifestó que a los siete años fue vendida por una tía a un hombre que la violó.
Producto de esa desgracia, a los 14 años comenzó a ejercer el trabajo sexual, “porque eso fue lo único que aprendí desde niña”, dijo con mucha tristeza.
Reyna confesó que ya está cansada de vender su cuerpo y pidió al gobierno o a alguna empresa privada que le brinden la oportunidad de trabajar honradamente, porque ya no quiere seguir en esa vida de sufrimiento y discriminación.
Añadió que toda la vida ha estado viviendo un verdadero infierno, y que anteriormente trabajó de aseadora en varios centros hospitalarios de la capital y en bancos.