Odebrecht y sus sobornos en 12 países

Por Óscar Lanza Rosales
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He leído con gran atención un Informe del Departamento de Justicia del Distrito de Nueva York sobre las prácticas de corrupción en que incurrieron las empresas gigantes brasileñas Odebrecht SA y su filial Braskem SA, en el pago de sobornos a altos funcionarios, políticos y partidos políticos en 12 países, incluido Brasil, para ser favorecidos con proyectos públicos principalmente en la construcción de infraestructura.
La investigación cubre el período 2001-2016 y valora el monto de los sobornos en 788 millones de dólares (MDD), en la ejecución de más de 100 proyectos en los 12 países siguientes: Angola (50), Argentina (35), Brasil (349), Colombia (11), Ecuador (33.5), Guatemala (18), México (10.5), Mozambique (0.9), Panamá (59), Perú (29), República Dominicana (92) y Venezuela (98). Sobornos que en promedio le generaban beneficios cuatro veces mayor.
Lo que asombra de esta investigación, es que Odebrecht planificó muy bien esta red para propiciar la corrupción al estilo de lo que se dio en el IHSS. Para controlar este sistema creó la División de Operaciones Estructuradas con dineros fuera de la contabilidad de la empresa, coordinado por 6 altos ejecutivos, con dos sistemas informáticos especiales MyWebDay y Drousys, para manejar y controlar la comunicación de la operación, aparentemente segura.
Así mismo creó para tal fin las compañías S&N y Golac en Islas Vírgenes y Arcadex en Belice, para realizar las transferencias para pagar los sobornos, abriendo varias cuentas financieras en varios países, incluido Estados Unidos.
La investigación la inician las autoridades judiciales de Brasil en 2014, al realizar la operación Lava Jato, para investigar la red de empresarios y políticos involucrados en la gran red de corrupción en el reparto de contratos de la empresa petrolera brasileña (Petrobras), que involucraba a Odebrecht que era uno de sus principales contratistas, motivo por el cual, las autoridades estadounidenses y suizas se sumaron a esta investigación, porque esta empresa realizaba operaciones financieras en sus respectivos países.
A raíz de esta investigación, la justicia brasileña ha condenado en junio de 2015 a Marcelo Odebrecht, presidente de Odebrecht, a 19 años de cárcel por corrupción, lavado de dinero y asociación criminal en el multimillonario fraude a la estatal Petrobras, comprometiéndose a pagar una multa total de 3.5 billones de dólares a Estados Unidos, Suiza y Brasil.
Marcelo Odebrecht es descendiente de una familia de inmigrantes alemanes y cuya familia se han dedicado por décadas a los negocios de construcción y de ingeniería. Nació en 1968, en Salvador, Bahía, Brasil, y no solo ha estado vinculado a las compañías de su familia sino que ha sido un prominente dirigente gremial, en asociaciones de infraestructura y en cámaras de comercio.
Como lo han señalado varios medios del continente, este informe ha creado todo un alboroto en toda América Latina, al salir a relucir que dos hijos del expresidente de Martinelli de Panamá, recibieron 6 MDD en soborno; que al expresidente Lula esta empresa le tenía una cuenta especial para canalizarle fondos; un alto funcionario en la administración Uribe ha sido vinculado en Colombia; en Perú, los sobornos abarcan los períodos de gobierno de Toledo, Allan García y Humala; y México, a pesar de estar incluido en el informe, su gobierno le continua otorgando normalmente la ejecución de grandes proyectos.
Además me llama la atención dos hechos: el código de ética de esta empresa de 14 páginas que no deja cabo suelto para no incurrir en infracciones legales ni éticas, y que todos sus funcionarios y empleados estaban obligados a firmar a su ingreso a la empresa, y a cumplir en el desempeño de su función; y el segundo es el Informe de Transparencia Internacional de 2013, que incluye a Odebrecht SA entre las 100 multinacionales más grandes en países emergentes, ubicándola en el lugar 50, por sus programas anticorrupción, estructura organizacional y difusión de informaciones financieras.
De lo anterior se desprende, que el pecado de Odebrecht, al igual que el caso FIFA, fue usar el sistema bancario de Estados Unidos, lo cual dio pie para abrir investigaciones por delitos cometidos en su territorio y con el apoyo de sus mismos ciudadanos.
La pregunta que nos hacemos los hondureños: ¿Es si el gobierno de Honduras en la concesiones que está otorgando actualmente a compañías extranjeras en el manejo y administración de la infraestructura del país, como la energía eléctrica, las carreteras, las actividades portuarias y la construcción de aeropuertos, lo está haciendo en forma transparente o al estilo Odebrecht?