Hasta Suiza envío mis saludos…

Hasta Suiza envío mis saludos a los hondureños y de otras nacionalidades que leen esta columna especialmente a mi amiga Dixie. Hace poco me encontré en el viejo parque La Concordia a un amigo con el que hablamos de cosas del pasado, de la costumbre de los capitalinos de llevar los días domingo a sus hijos al parque y de tomarles fotos con el marabú, las palomitas, las garzas, las gallinas guineas y las estelas mayas. Hay miles de capitalinos que hoy son adultos que aún conservan esas fotografías de su niñez. Recuerdo que había una señora que todos los días llevaba una libra de arroz o de maicillo para darle de comer a las palomitas, ellas ya la conocían y desde que la miraban entrar volaban en bandadas para rosarse en el suelo mientras ella les regaba el alimento. Mucha gente iba al parque a la hora que dicha señora llegaba para no perderse el espectáculo de verla rodeada de aquellas aves que se le paraban en los hombros y la cabeza en señal de agradecimiento.
Dos glorietas con asientos y bancas talladas en piedra con motivos mayas le dan al parque esa originalidad, es uno de los centros de recreo más bonito pero más olvidado de la ciudad capital. El problema es que ante el abandono de las autoridades poco a poco se fue convirtiendo en refugio de enfermos alcohólicos que se fondeaban en las bancas, también proliferaron los asaltantes y grupos de delincuentes que, al final fueron sacados por las  autoridades. Es verdad que lo han remodelado pero no se han preocupado de darle la forma original buscando artesanos que puedan desempeñar ese trabajo.
Me contaba mi amigo que en el tiempo del General Tiburcio Carías Andino se mandó a construir una fuente luminosa en ese parque. Por las noches la gente  que lo visitaba quedaba fascinada al ver cómo se elevaban fuertes chorros de agua que cambiaban de colores gracias a los efectos especiales de unos potentes reflectores. El parque estaba abierto hasta las ocho de la noche, los días domingos la banda de los  Supremos Poderes deleitaban a las familias con música clásica y popular, eran tiempo de familias sanos, sin drogas ni pandillas.
Poco a poco las autoridades fueron descuidando el parque, se murieron los animalitos que deleitaban a niños y adultos, una enorme laguna donde nadaban patos, piches y tortugas se fue secando poco a poco hasta quedar únicamente el vacío de una bonita construcción. Aún hay tiempo para que la Alcaldía haga algo por ese parque, que se invite como antes a los padres de familia para que lleven ahí a sus hijos.
El Presidente Juan Orlando Hernández ha inaugurado varios parques con gran éxito, centros de recreación para niños y adultos, no sería malo que él mostrara interés en el viejo parque La Concordia invitando a los capitalinos a visitarlo una vez que se haya organizado un comité y se de la seguridad necesaria para que todos los visitantes puedan estar tranquilos, no permitir la presencia de los bolos que han tomado el parque como si fuera una pensión.
Ese parque es uno de los más bellos de Centroamérica, diseñado por italianos y hondureños, costó muchos años su construcción con las réplicas de la cultura maya, un puente llamado de los suspiros construido con imitación de bambú, un callejón de los enamorados, unas casitas tipo casa que sirven como nidos a las aves. Los maestros de las escuelas llevaban en grupos a los niños para aprender más sobre los mayas. Había gente que llevaba almuerzos para deleitarse todo el día paseando por las calles de La Concordia. Hoy todo ha cambiado, de vez en cuando llegan algunas personas cámara en mano para llevarse las impresiones de aquel que  otrora fuera el preferido de los capitalinos y centroamericanos que nos visitaban.
Estoy  seguro que si el Presidente le pone el ojo a ese parque podría convertirlo de nuevo en el favorito de todos, invitando grupos musicales, haciendo concursos, invitando a los grupos de danzas para que representen los ritos de nuestros antepasados, esa sería una obra cultural sin precedentes en la capital. Hubo ocasión de ver cocodrilos que se deleitaban calentando sol con la mayor tranquilidad, a alguien se le ocurrió que eran un peligro y se los llevaron para el museo. Hay reproducciones exactas a las que existen en las Ruinas de Copán, pero eso a pocos les interesa.
También recuerdo cuando visitaban el parque grupos de pintores hombres y mujeres que llegaban de Estados Unidos que engalanaban sus lienzos con los lugares más típicos del parque, a muchos les atraía la estela maya ubicado en el centro del parque. Ojalá  que lo que aquí escribo sea tomado en cuenta por “Papi” Asfura, alcalde capitalino y por el señor Presidente de la República, así La Concordia sería el sitio obligado para que las escuelas llevaran a sus alumnos a enriquecerse sobre la cultura de nuestros antepasados. No teniendo más que decir… cierro el paraguas.