Conserje da escarmiento a jóvenes que dejaban marcas de besos en espejos

Si alguna vez has tenido que lidiar con un adolescente, sabes que es una edad  muy difícil. Aún más complicado es trabajar bajo la presión de cientos de adolescentes. Por eso, la mejor estrategia es jugar en el mismo nivel y a la misma intensidad. Eso lo tenía claro este conserje.
Este conserje limpiaba diariamente los espejos de un baño en una escuela secundaria. Cada día debía remover las marcas de lápices labiales que dejaban las chicas. Esa era la bromita preferida.
El conserje le pidió a la directora del colegio que les solicitara amablemente una tregua. Pero las chicas se burlaron de la autoridad asumieron el pedido como una incitación.
Los besos en los espejos se multiplicaron.
Fue entonces cuando el conserje puso en marcha un plan en el mismo tono y nivel de las chicas. Las reunió a todas en el baño y les comentó lo que él hacía a diario para remover las marcas que ellas dejaban.
No sin antes mencionarles que era una tarea ardua, asunto que ellas obviaban y no le daban importancia. Pero él les dejó saber cómo retiraba las manchas. Y eso sí les interesaba.
El conserje les mostró que hundía en lo más profundo de la taza del inodoro el trapeador. Y luego, con esa agua, limpiaba los espejos.
La reacción no se hizo esperar. Bastaba ver sus caras para saber lo perturbadas que estaban ante la solución del conserje.
Moraleja: si un adolescente quiere jugar contigo, recuerda que no puedes apelar a criterios razonables o a decisiones autoritarias. Porque se burlarán de ambas. Tienes que jugar su juego, pero con astucia.