Frente al “Bicentenario”

Por Segisfredo Infante

Como acostumbro ser una persona insomne, muchas veces me levanto en la madrugada a revisar algunos libros; a leer un poco; a recordar circunstancias; a revisar mis correos electrónicos; a observar, en un estado de introspección inevitable, mi compacta soledad interior; a redactar artículos (con errores de tecla o de dedo); o a meditar sobre fenómenos históricos que podrían revestir algún alcance filosófico. Es decir, trabajo en mi propia casa, tal como se acostumbra en tiempos “hipermodernos”. Dentro de esos fenómenos con cierta trascendencia histórica, incluso de tipo continental, se encuentra la probable conmemoración venidera del “Bicentenario” de la Independencia de las viejas provincias de América Central, que pertenecieron a la Audiencia y Capitanía General de Guatemala, y por consiguiente al “Virreynato” de México, dentro del contexto mesoamericano.
La idea de la conmemoración del “Bicentenario”, que de hecho incluye a otros bicentenarios correlativos, y que he mencionado cuando menos en un par de artículos previos, la acariciamos hace unos ocho o nueve años con Luis Martín Alemán y Matías Funes h. (QEPD), con un amplio listado de posibles escritores, periodistas e intelectuales hondureños. Nunca pudimos concretar nada de aquel proyecto originario, porque en el camino se atravesaron diversas circunstancias anómalas. Pero hicimos por lo menos dos programas televisivos (en “Economía y Cultura”) con Matías Funes y otro programa anexo con el ex–embajador de México en Tegucigalpa, don Tarcisio Navarrete. “Matiítas”, como le decíamos cariñosamente, había evolucionado desde posturas más o menos dogmáticas acerca de la “Independencia” y otros temas históricos e ideológicos conexos, hacia posturas equilibradas sobre el papel fundamental, decisivo, que había jugado José Cecilio del Valle en el proceso de configuración de la primera República Federal de América Central. Mérito  que algunos historiadores sesgados, ideologizados o mentirosos, de diversos bandos, le otorgan únicamente a Francisco Morazán, aunque sepan que el héroe apareció realmente en el escenario centroamericano a partir del año 1827, cuando ya había sido organizada la República Federal por otros próceres, como el citado don José del Valle, don Pedro Molina e incluso con la participación del salvadoreño José Arce y los dirigentes de la familia Aycinena. Parte del proceso de maduración de una sociedad es que sus investigadores, intelectuales y pensadores, aprendan a ser imparciales en los abordajes históricos. De lo contrario continuaremos repitiendo estereotipos, unilateralidades y mentiras por doquier.
Lo ideal es que frente a la conmemoración del “Bicentenario”, que podría comenzar bajo una fuerte iniciativa del Estado y del actual gobierno de la República de Honduras, comencemos por aprender a ser científicamente imparciales. Como hay suficiente bibliografía centroamericana y de otras partes de América Latina y de Europa, podemos realizar un abordaje gradual sobre los verdaderos hechos del proceso de “Independencia” de las provincias del viejo “Reyno” de Guatemala. Por cierto que José Cecilio del Valle, cuando hablaba originariamente de América Central, se refería a su patria “guatemalana”. No guatemalteca. Tal cosa es un detalle de la mayor importancia si pretendemos un acercamiento histórico sobrio y maduro hacia los diversos personajes históricos que participaron en el proceso emancipador colectivo, con todos sus altos y bajos. Los sesgos maniqueos al estilo de una película añeja, metafórica, en que todo en la vida aparece en blanco y negro (perdiendo de vista los ricos matices cromáticos de la realidad) conducirán, dichos sesgos, a un mayor distanciamiento –innecesario y desafortunado–, con los hermanos guatemaltecos y costarricenses.
Para los historiadores y pensadores sobrios nunca existe el “parricidio” histórico ni mucho menos el complejo de Edipo freudiano, el cual ha sido cuestionado incluso por otros psicólogos y psiquiatras. Uno debe acercarse a los personajes del pasado para observar todas sus virtudes, ambigüedades y posibles o probables defectos. Porque incluso en la ambigüedad podrían detectarse algunas fortalezas. Además a Honduras le conviene una cercanía estratégica con Guatemala.
Posiblemente aparecerán en el camino, zigzagueante, varias iniciativas orientadas a la conmemoración de los bicentenarios independentistas y republicanos. Sin embargo, es sugerible que al momento de sopesar aquel momento contradictorio y luminoso de nuestra historia regional, dejemos de repetir lo repetido, mecánicamente, hasta la saciedad, y comencemos a producir pensamiento fraterno integrador de altos vuelos.