Migrantes hondureños preocupados por deportaciones

Por José Rolando Sarmiento Rosales

La grave preocupación de los cientos de miles de hondureños residentes no legales en la nación estadounidense, es compartida aquí en nuestro país por sus familias dependientes, lo cual no debe ser solamente por el envío o no de sus valiosas remesas monetarias, sino también por la posibilidad cierta de ser perseguidos, detenidos, enjuiciados y posteriormente deportados, sujetos a permanecer encarcelados hasta que exista la disponibilidad del avión que los transporte de regreso a Honduras, dejando atrás un trabajo que tenían asegurado para subsistir, ya debidamente entrenados para ejercerlo, reconocidos por sus habilidades y capacidades por el patrón o la empresa que los empleaba pese a su indocumentación, pero que además de sus contribuciones obligatorias al fisco, cuenta su empeño de trabajo productivo y beneficioso para la economía y las actividades diarias del país norteño.
Pero muchas veces con su retorno obligado, dejando atrás algunos ahorros acumulados, pequeños bienes, enseres, equipos de trabajo y hasta un vehículo en el cual se transportaban, con la oportunidad de traerse únicamente una pequeña bolsa o mochila con una ropa y nada más, en ocasiones con unos tenis, una camiseta y una calzoneta como único vestuario, llegando aquí casi como indigentes, porque en la captura efectuada en la calle o el trabajo, lo dejaron todo en su vivienda, sin posibilidad de recogerlo, incluyendo su caja de herramientas, de acuerdo al oficio que desempeñaban, que aquí les serviría para emprender un trabajo para ganarse la vida, lo decimos porque hemos tenido la oportunidad de hablar y conocer de estos hechos con los compatriotas repatriados, que al bajarse del avión, sino no fueran recibidos y auxiliados por esas monjitas y el personal del ente protector que los atiende, no tendrían cómo emprender el viaje a sus pueblos de origen, una primera comida y cafecito caliente de la patria que los vio nacer.
Por eso nos satisface la existencia del organismo de atención a migrantes retornados, aquí en Tegucigalpa y San Pedro Sula, que a veces también se movilizan hasta el punto terrestre de ingreso de los deportados desde México, que en el transcurso del año son muchos más que los provenientes de Estados Unidos de América, sin olvidar mencionar los programas de reinserción y capacitación que ahora les brindan el gobierno y la empresa privada, para que puedan conseguir un trabajo remunerado o emprender una labor propia en sus pueblos de origen.
Datos estadísticos publicados provenientes de las autoridades migratorias y la Cancillería hondureña, revelan que anualmente cien mil de nuestros compatriotas hombres, mujeres, jóvenes y niños emprenden el viaje vía terrestre pasando por territorio de Guatemala para internarse en México, un largo camino de miles de kilómetros, por rutas alejadas de poblaciones importantes, plagadas de serios peligros por la existencia de bandas criminales como los violentos Zetas, que los asaltan, los secuestran, los obligan a trabajos riesgosos para su salud y vida, las mujeres a ser violadas, prostituidas y vendidas para comercio sexual, los hombres forzados al sicariato, al asalto, al tráfico de drogas, los jóvenes y niños como mulas del narcotráfico de mariguana, amenazados de muerte, golpizas y torturas, muchos de ellos asesinados, abandonados en varios casos por los coyotes, después de recibir pagas de hasta ocho mil dólares de sus parientes en Estados Unidos, despojándolos del dinero que portan y sus pocas pertenencias.
De los cien mil migrantes anuales, más de la mitad son capturados y regresados a Honduras, la mayoría desde México vía terrestre y unos pocos por avión, los otros desde Estados Unidos, una minoría de Guatemala, siendo así que las cifras reflejan que en 2014 fueron deportados más de 76 mil, en el 2015 la cantidad fue de más de 75 mil, en el pasado año 2016 arriba de los 69 mil y entre enero y febrero del presente año, incluyendo los últimos días de la administración del presidente Barack Obama y del nuevo gobernante Donald Trump, ya son arriba de cinco mil hondureños entre hombres y mujeres los que han retornado al país, haciéndonos presuponer que si cumplen las disposiciones anunciadas en su campaña y ratificadas desde el Despacho Oval de la Casa Blanca, con la firma de mandatos ejecutivos, para endurecer las medidas contra los inmigrantes indocumentados, que ya se han comenzado a ejecutar con redadas en varias ciudades, revelándose la detención de unos 35 compatriotas.
Como las condiciones económicas y la creación de empleos no camina como se desearía en el país, e igual las situaciones de inseguridad, delincuencia, violencia, asesinatos, extorsiones económicas y amenazas contra la ciudadanía en zonas todavía en poder de miembros de asociaciones ilícitas, las violentas y peligrosas maras, es de esperarse que la desesperación impulse a más hondureños a escapar por medio de la inmigración clandestina en búsqueda del territorio estadounidense, lamentablemente.