“Catracho” llegó deportado solo con la ropa de trabajo

“Dejé todo lo que tenía o lo que logré hacer en 10 años que estuve viviendo en los Estados Unidos; me agarraron hace quince días cuando salía del trabajo en Louisiana”, recordó con el rostro desencajado, Emilio López, de 41 años de edad, quien vistiendo la ropa usada en sus labores y con manchas de pintura que llevaba puesta el día en que fue detenido, arribó en pasado viernes, en un vuelo de hondureños deportados del país del norte.
Cargando una bolsa con algunas pertenencias, el hombre originario de Corquín, Copán, abordó una unidad de transporte en las afueras del Centro de Atención al Migrante Retornado (CAMR), para dirigirse a la Central de Buses y ahí abordar un autobús que lo llevaría a su comunidad de origen, donde viven sus familiares.
“Venía con un compañero de trabajo hondureño que también lo agarraron; nos detuvo una patrulla y nos pidió los papeles, después nos llevaron a un centro de detención”, recordó López, tras lamentar que no le dio tiempo de arreglar todo lo que tenía en su apartamento, “no lo dejan agarran nada a uno, pues todo queda botado”, lamentó.

Los hondureños deportados llegaron en dos vuelos distintos al aeropuerto “Ramón Villeda Morales” de San Pedro Sula.

PIENSO BUSCAR TRABAJO

Por su parte, a Ogner Adonis Castellanos (19) las autoridades de migración estadounidense lo detuvieron en noviembre de 2016, en Texas, cuando se dirigía para su trabajo.
“Ahora tengo que hacer algo en mi país, pienso buscar trabajo para salir adelante y tal vez vuelva intentar ingresar de nuevo a los Estados Unidos”, refirió el joven, quien es originario de Tocoa, Colón.

SIEMPRE SE SUFRE

Entre tanto, a un mes de haber ingresado de “mojado” a los Estados Unidos, Olger Torres (25) fue detenido por las autoridades migratorias el 17 de diciembre del 2016. “Las redadas contra los latinos por parte de Trump están mal, porque él es un presidente y tiene que dar el ejemplo, debe ayudar y dar oportunidades”, considera.
Relató que la vida del migrante en la ruta hacia el país del norte es muy difícil, al igual que cuando está en aquella nación, porque siempre se sufre, “ahora hay demasiado temor, por las muchas deportaciones que ha anunciado Trump”.

Los familiares de algunos deportados esperaron en las afueras del CAMR para recibirlos.

LA VIDA ESTÁ BIEN FEA

Aún desorientado, sin saber qué hacer, Manuel de Jesús García Mendoza (32), junto al grupo de deportados, se mantuvo a la espera de abordar la unidad de transporte y mientras tanto, recordó que fue apresado hace 25 días, en New York, donde vivió por un período de dos años, “me pidieron los papeles y luego me metieron a la chota (cárcel) donde estuve preso 25 días y después me deportaron para aquí”.
Agregó que, “ahora con las redadas de Trump está bien difícil todo, porque la vida está bien fea, andan buscando a la gente donde viven y también en los trabajos; está difícil regresar y hay que ver cómo se hace, ya que todo está complicado”, apuntó Mendoza, originario de Reitoca, Francisco Morazán.

ESTÁN MAL ESAS REDADAS

“Están muy mal esas redadas en los Estados Unidos, porque nos vamos de aquí para darle un buen futuro a nuestros hijos, pero lastimosamente nos agarran y nos mandan para aquí devuelta; queremos que nos den una oportunidad, pero desafortunadamente ellos no permiten eso”, manifestó Alexis Morazán, quien fue aprehendido por agentes de inmigración en diciembre del año pasado en Arizona.
“También venimos alegres, porque estamos en nuestro país, aunque es injusto que el gobierno de Trump esté deteniendo a toda la gente que va para el trabajo; es injusto, porque alguna anda trabajando bien para ayudar a su familia y lastimosamente ellos nos mandan para acá, donde las oportunidades de trabajo no son abundantes”.