Un vistazo a la historia del arte en Honduras y su evolución a través de los años

Con fines estéticos o comunicativos el legado de nuestros artistas ha venido a enriquecer el panorama cultural nacional e internacional de la plástica.
A grandes rasgos la historia del arte centroamericano y particularmente hondureño, cuenta con una división por épocas que incluyen pre hispánica,  colonial, independencia (épocas contemporánea y reciente), con representantes en todas las formas de expresión de las artes conocidas.
También se registran expresiones artísticas precolombinas y actualmente las etnias vivas como los Tolupanes, Chortíes, Lencas, Tawahkas, entre otros,  desarrollaron diversas formas de expresión artística.
Durante la colonización española florecieron nuevas artes y técnicas en el país y se impone el estilo Barroco y Rococó muchas de estas obras se encuentran preservadas en la Galería Nacional de Arte.
EN LA ACTUALIDAD
Para José Jorge Salgado, magister en Gestión Cultural y director ejecutivo de la Galería Nacional de Arte Honduras ha hecho grandes contribuciones no solo al arte local, sino también al internacional.
“Muchos de nuestros artistas plásticos han trascendido y tienen una diversidad de expresiones artísticas, por lo que están muy bien posicionados en el arte latinoamericano, particularmente en el arte contemporáneo, abstracto o expresionista”, explica Salgado.
Para el caso haciendo un breve recorrido por la historia del arte en Honduras nos llevará indefectiblemente al maestro Pablo Zelaya Sierra, uno de los fundadores de la pintura moderna centroamericana, egresado de la Real Academia de San Fernando de Madrid.
Su obra más recordada es “Hermanos contra Hermanos”, finalizada unos días antes de que muriera en el año 1932.
Ya en los años 30’s nos encontramos con José Antonio Velásquez, eminente pintor primitivista y Arturo López Rodezno, fundador de la Escuela Nacional de Bellas Artes y polifacético creador, ya que además de pintor y muralista, trabajaba el dibujo, el grabado y la cerámica. Ambos dieron la cara en la década de los años 30.
Ya en el lapso de 1950 y 1960 aparece fulgurantemente Miguel Ángel Ruiz Matute, quien con el arte a flor de piel elabora retratos de personajes políticos, diplomáticos, escritores, así como su impecable pintura religiosa, maravillosamente trabajados con la fuerza del color y el sosiego de la luz.
Por su parte Moisés Becerra, Gelasio Jiménez y Benigno Gómez también están presentes en esos años con imponentes obras.
Becerra sigue consiguiendo un neofigurativismo luminoso y sencillo: Jiménez nos ha heredado una obra misteriosa de pasta aterciopelada; Gómez con un embrollo de formas que son tanto seres humanos como naturaleza, a base de color fuerte y directo.
Ezequiel Padilla, Víctor López y Cesar Rendón pertenecen al denominado Taller de La Merced, pertenecen a la década de los setentas y nos ofrecen obras que corresponden a distintas fechas de su trayectoria artística, pero que sin duda muestran las claves de un expresionismo de naturaleza política.
Julio Visquerra, Salvador Leary, Jesús Zelaya, Obed Valladares, Joel Castillo y Rubén Villeda Bermúdez, son también de esa década, aunque con distintas formas de crear.
Visquerra es de la idea de que el mundo es intensidad de color y fuerza tropical, basándose en figuras maravillosas y exóticas.
Por su parte el costarricense Leary, ya fallecido, fue un trabajador de formas abstractas. Zelaya sigue consiguiendo una figuración estilizada y dura a través de la escultura, mucha de ella para el espacio público. Valladares es un maestro que ha convertido la escultura en un quehacer profundamente estético y Castillo un creador que reúne en un solo pincel las habilidades abstractas y la frescura del paisaje.

Obra de Roque Zelaya

Ya en los años 80’s nos traen a Gustavo Armijo, Óscar Mendoza, Jorge Iván Restrepo, Regina Aguilar, Eduardo Alvarado Leiva, Chiqui Durón, Ulises Rivera, Arnaldo Ugarte, Francisco Pinto, Marcelo Urtado, Cesar Milla, Paul Martínez y Rafael Zepeda Molina, entre otros.
Unos representan el filo expresionista heredado en parte por el Taller de La Merced, otros la naturaleza compleja de las formas, como Aguilar y Restrepo.
Alvarado Leiva tiene su mérito en el mural de Los Gobernante de Copan, realizado con pan de oro.
Durón, Rivera, Pinto y Ugarte son amantes de la naturaleza, a través del retrato y el paisaje.
Martínez tiene la fama de ser ante todo un fotógrafo y Zepeda Molina un alegre primitivista.
La cosecha de los 90’s nos trae e Adonay Navarro, Darío Rivera, Iván Fiallos, Jacob Gradiz, Miguel Romero, Melvin Alvarado y Marco Cueva son considerados los más sólidos de esa generación.
Todos han experimentado la  pintura y la instalación, además de ser organizadores de proyectos escultóricos fuera del país.
Fiallos tiene de base la pintura, pero experimenta con nuevos materiales que desbordan la noción de la biodimensionalidad, además de ser un gran organizador de proyectos colectivos para el exterior.
A estos mismos años pertenecen Leonel Obando, César Roñan Murillo, José Antonio Oseguera, José Francisco Casco, Gustavo Rivera, Claudia Lardizábal, German Contreras, José Ramos Almendares, José David Carpio.
Ya para las años 2000 tenemos a Jorge Oquelí, que pertenece a los 90’s su proceso de consolidación empieza a darse en el 2000.
Según nuestro entrevistado los pintores que forman parte del arte latinoamericano son los recordados Pablo Zelaya Sierra, Antonio Velásquez, Arturo López Rodezno, Confucio Montes de Oca, Exequiel Padilla, Felipe Buchard, Mario Castillo, Moisés Becerra y un largo etcétera.
Entre los precursores de esos gigantes de la plástica se encuentra Miguel Ángel Ruiz Matute, Virgilio Guardiola, Dino Fanconi, Celsa Flores, Roque Zelaya, Benigno Gómez, Armando Lara, entre otros, quienes seguramente continuaran enalteciendo el nombre de Honduras, con su gloriosa paleta.