Por: Benjamín Santos
Dejamos descansar el tema político y abordamos el tema religioso del momento: la Cuaresma. Debo decir que la motivación me vino de una conversación telefónico con el abogado Gilberto Aquino (Beto), compañero y amigo de Ocotepeque con quien recordamos algunas costumbres propias de esta época. ¿Qué dice el diccionario católico de la Cuaresma? Lo siguiente: “Período anual de cuarenta días que precede a la fiesta de Pascua. Fue instituida por la iglesia para la oración, el ayuno y la penitencia. En esta solemne temporada se invita a los fieles a renovar sus corazones, a mortificar sus apetitos y a elevar su vida espiritual imitando el retiro de Jesús en el desierto y contemplando el misterio de su pasión. Hasta febrero de 1966 se prescribía estricto ayuno, en tanto que en España y países de habla española se aminoró la regla por el privilegio de la Bula de la Cruzada y otros indultos.
Según San Jerónimo debe atribuirse a la Cuaresma un origen apostólico. Pero la referencia más antigua conocida se debe a San Ireneo y proviene de la Galia (la actual Francia). Según documentos históricos nos podemos remontar al siglo II y hallarla ya extendida como práctica universal de la iglesia. En tiempo de Cuaresma se da preponderancia al rezo del Vía Crucis, se suprimen varios elementos alegres en la liturgia, no se dice el gloria ni el aleluya y se limita el uso del órgano (aclaro que se refiere al instrumento musical). El período de Cuaresma está prefigurado en los cuarenta días de ayuno observados por Jesús, Moisés, Elías…”.
La Cuaresma empieza con el miércoles de ceniza, el miércoles pasado, instituido para recordarnos que somos polvo y en polvo nos convertiremos, después precisamente del martes de carnaval, fiesta pagana dedicada a todos los placeres de la carne de donde deriva su nombre. Así empieza y termina la Semana Santa que recuerda la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Ayuno, oración y penitencia eran los mandatos fundamentales y la gente de no hace mucho tiempo los observaba al pie de la letra manteniendo un control tremendo sobre los niños como siempre difíciles de someter a una disciplina determinada. En la Semana Santa los niños tenían prohibido jugar, por el sufrimiento y la muerte de Jesús. Tampoco se podía bañarse en los ríos, porque se podían convertir en sirena. No se podía escupir en el suelo, porque se escupía al Señor. Se debía ayunar, cosa difícil de llevar por el hambre que caracteriza a los niños en la edad de crecimiento. Mejor se llevaba la penitencia que se imponía por el sacerdote después de la confesión que consistía básicamente en oraciones repetidas en la cantidad que ordenaba el sacerdote en el confesionario.
Para bien o para mal la estricta observación de los preceptos religiosos sobre la Cuaresma ha cambiado. Nadie se acuerda de la trilogía de otros tiempos: ayuno, oración y la penitencia. Nadie se preocupa de los castigos que en otros tiempos se hacían para quienes no obedecieran, incluso al final la condena del infierno. El premio, en cambio, era la salvación y la vida eterna. Sin embargo y no por eso, ha perdido importancia la Cuaresma como tiempo de preparación para recibir la Semana Santa como el tiempo dedicado a conmemorar la vida, pasión y muerte de Jesús.
Esta Semana Santa nos encontrará imbuidos en la celebración de las vacaciones de verano con el respectivo viaje a la playa que la misma iglesia no ve incompatible con el ambiente de Semana Santa siempre que no se olvide del todo la trilogía de otros tiempos y que se eviten los excesos. Este año se tendrá como un elemento adicional la campaña electoral y la continuación de la orgía de sangre que no cesa. Según quienes llevan estadísticas ya van 15 masacres con un número mayor a 40 muertos solo en esos eventos colectivos. En la Edad Media hasta en caso de guerra estaba contemplada la tregua de Dios, que era el cese de hostilidades en Navidad y Cuaresma como una muestra de respeto al creador de la vida.
Todos los excesos son malos, incluso la estricta disciplina que se imponía en tiempos pasados sin que se lograra entender en toda su dimensión el significado de la cuaresma y de la Semana Santa. Lejos de esos tiempos, nos queda guardar la moderación necesaria sin olvidar del todo la trilogía.
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