Museo de Evo Morales, la historia «no oficial» de Bolivia

El nuevo museo boliviano se ha convertido en un eje de la polémica entre Gobierno y oposición, pero quiere proyectarse como un nuevo destino turístico en la zona andina.
El denominado Museo de la Revolución Democrática y Cultural está ubicado en Orinoca, el pueblo natal de Morales, con poco más de seiscientos habitantes y a unas seis horas de distancia de La Paz por carretera y tres de Oruro, la ciudad más cercana.
El cineasta Juan Carlos Valdivia y su productora CineNómada estuvieron a cargo de diseño de las exhibiciones en el nuevo centro cultural.  En declaraciones a Efe, Valdivia explicó que hay «una puesta en valor de las luchas del pueblo de Bolivia» que cuenta «la historia no oficial», una que comienza en la región andina.
«Es por ello que el personaje Morales es central. Es el primer indígena que llega al poder, no solo que llega al poder sino que llega con tanta fuerza», dijo en referencia a su primera victoria electoral en Bolivia en 2005, con el 53,72 % de los votos.
La instalación, construida gracias a una inversión pública de 7,1 millones de dólares, es el museo más grande de Bolivia, levantado sobre una superficie de 10.814 metros cuadrados y cuenta con tres módulos con la forma de otros tantos animales sagrados de la cultura andina: el puma, la llama y el quirquincho o armadillo.
Las autoridades bolivianas buscan ahora consolidar el legado político de Morales, durante los once años que lleva en el Gobierno, a través del museo e integrarlo en un circuito turístico para esa región.

Indígenas bolivianos observan una exposición de tejidos andinos de los pueblos indígenas de Bolivia Foto: EFE/Martín Alipaz

DIVIDIDO EN TRES BLOQUES

Valdivia se encargó de diseñar la puesta en sala del centro cultural durante cuatro meses a finales de 2015, un empeño en el que se llegaron a emplear más de cien personas simultáneamente.  Dos de los tres bloques estaban listos entonces, pero el Gobierno espero a tenerlo completo para inaugurarlo en febrero de este año.
El primero de los bloques -el puma- recoge la historia de los pueblos indígenas y sus luchas contra la colonia española y el periodo republicano anterior a la llegada de Morales al poder.
El segundo, el bloque central y más grande -que representa a la llama-, busca poner en valor las costumbre del don y la reciprocidad, elementos centrales de las culturas andinas. Y lo hace precisamente mediante la exposición de los regalos que ha recibido el presidente a lo largo de sus once años de mandato.

Indígenas bolivianos observan un estatua del presidente Evo Morales, antes de ingresar al recinto cultural. Foto: EFE/Martín Alipaz

Se calcula que el líder indígena ha recibido alrededor de 16.000 regalos, muchos aún sin catalogar. Su exposición organizada permite un recorrido por las culturas de las diferentes regiones bolivianas a través de sus tejidos, sus bailes, cantos, gastronomía y todo tipo de tradiciones.
En el bloque de la llama se pueden ver desde ponchos y otros atuendos tradicionales, hasta camisetas de fútbol y obsequios que otros presidentes le han hecho a Morales.
El tercer bloque – que simboliza a un armadillo propio de la región andina- incorpora un auditorio y sala de cine, elementos interactivos y multimedia y aspira a ser un centro de documentación digital sobre los pueblos indígenas y las reformas que Morales ha implementado en Bolivia desde el 2006.
«Lo que es interesante es que nosotros no sabemos dónde han ido a parar los regalos de otros presidentes de Bolivia, los de Evo él los guardó y los llevó al museo», apuntó Valdivia.
Indígenas visitan Museo de la Revolución Democrática y Cultural-Orinoca Foto: EFE/Martín Alipaz

PROMOCIONANDO ORINOCA

La inauguración el 2 de febrero de 2017 suscitó duras críticas de la oposición, que acusó al presidente boliviano de promover el culto a su propia personalidad y cuestionó la utilidad de una obra de tal envergadura en un lugar poco accesible y casi deshabitado.
A pesar de estas circunstancias, el plan del Gobierno es promover Orinoca como un destino integrado en un circuito turístico más amplio que incluiría el emblemático Salar de Uyuni, el desierto de sal más grande del mundo, o las ciudades de Potosí y Oruro.
La empresa estatal de turismo Boltur ya ofrece paquetes con costos que van desde 120 dólares hasta 200, en función de si el itinerario es de dos días y una noche o tres días y dos noches, y si del turista es boliviano o extranjero.
La intención de la empresa estatal es, según explicó su jefe de Planificación, Miguel González, “integrar este destino en otros paquetes más amplios y sobre todo vincularlo con el destino turístico más concurrido de Bolivia: el salar de Uyuni”.

Imagen de la túnica con que el presidente Evo Morales tomó juramento en 2006 como dirigente de los pueblos indígenas Foto: EFE/Martín Alipaz

Por ello,  tanto los paquetes de dos como de tres días acaban en este lugar, aunque también abarcan otros destinos menos turísticos, como una visita a la comunidad de Pampa Aullagas, donde el cartógrafo británico Jim Allen cree que estuvo la civilización perdida de la Atlántida, y a Salinas de Garci Mendoza, un pueblo productor de quinua.
De hecho, es en este último lugar donde se podrá pasar la noche, porque aún no se ha estructurado una oferta con pernocte en Orinoca, ya que este pueblo no cuenta con la posibilidad de un hospedaje grande de turistas.
Las posibilidades turísticas del museo generan más dudas entre los operadores privados, que encuentran pocos atractivos en Orinoca más allá del museo y hacen notar la lejanía del lugar de las ciudades más grandes de Bolivia.
La presidenta de la Cámara Nacional de Operadores de Turismo (Canotur), Paula Arias, señaló a Efe que, si bien la carretera de Oruro hasta Orinoca es asfaltada y de buena calidad, desde ahí hasta Uyuni, donde podrían terminar los tours, el camino es de tierra.
«Me ha impresionado particularmente la infraestructura que tiene como para hacer reuniones o eventos organizados ahí mismo», reconoció Arias sobre el museo, que elogió por ser «muy interactivo», aunque también señaló que falta información sobre algunos de los objetos expuestos.
Exhibición de instrumentos musicales, en el museo de Orinoca Foto: EFE/Martín Alipaz

DEPENDERÁ DE LA EFICIENCIA CON LA QUE EL ESTADO MANEJE

También lamentó que casi no existen opciones de alojamiento en Orinoca y las posibilidades de turismo comunitario en los alrededores están por desarrollarse.
Por estas razones, desde Canotur plantean ofertar recorridos de un día, sin alojamiento, que saldrían de Oruro y podrían terminar en la misma ciudad o en el salar de Uyuni. Esa es una posibilidad que ya oferta Boltur a un precio bastante más bajo que las opciones de varios días y que estaría entre los 20 o 30 dólares.
Arias, como González, coinciden en que para la proyección turística de Orinoca es clave integrarlo en el entorno como parte de un recorrido por el salar de Uyuni, la ciudad de Potosí o las minas de Oruro.
Independientemente de la polémica y las carencias de infraestructuras, sólo el tiempo dirá si el proyecto de Museo de la Revolución Democrática y Cultural se consolida o se queda en una obra sin proyección.
Al respecto, Valdivia opinó que la vida del museo «va a depender de la eficiencia con la que el Estado lo maneje», pero si se trabaja con perseverancia será «una herramienta importante para contar la historia» del país.

Piezas artesanales en el museo de Orinoca, Foto: EFE/Martín Alipaz

No obstante, también existe el riesgo que, dada la asociación del museo al proyecto político de Morales y su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS), el proyecto se abandone si un Gobierno de otro signo político llega al poder.
«Una de las desgracias de mi país es que siempre borramos lo que hizo el otro», reflexionó le cineasta, que denominó esa costumbre como «guerra de imaginarios».
Valdivia considera que la polarización política del país afecta al juicio del museo, una circunstancia que ha ocasionado muchas críticas y polémica, mucho más relacionada con el signo político de cada uno, que con el conocimiento del centro cultural.
«Una institución como un museo debería durar mucho tiempo», dijo.  Sin embargo, agregó que «todo va a depender de las alianzas que haga, de cómo ese museo se relacione con otros y cree una comunidad de visitantes».
Por  Carlos Heras/Irene Escudero.
EFE/REPORTAJES