Nuestros discos duros estarían hechos de moléculas de ADN

En la actualidad, nuestra sociedad basada en datos está produciendo más información de la que la tecnología de almacenamiento tradicional puede manejar, por lo que los científicos están buscando una solución al respecto, experimentando con un nuevo tipo de disco duro: moléculas de ADN.
Investigadores en el Instituto Europeo de Bioinformática (IEB), demostraron que es posible guardar datos en “la molécula de la vida”. Un par de científicos pertenecientes a la Universidad de Columbia y al New York Genome Center guardaron recientemente un completo sistema operativo de computadora, una película francesa de 1895, una tarjeta de regalo de Amazon y otros archivos en hebras de ADN y fueron capaces de recuperarlos sin ningún tipo de errores, esto de acuerdo a un estudio publicado en la última edición de la revista Science.
Los investigadores, del Instituto Europeo de Bioinformática (IEB), con sede en Inglaterra, demostraron que es posible guardar textos, imágenes y sonidos en “la molécula de la vida”. Incluso, los autores del estudio afirman que es posible almacenar grandes volúmenes de datos en el ADN por miles y miles de años. Genial, ¿no es así?
Sin embargo, y como era de esperarse, los costos involucrados en la síntesis de la molécula en el laboratorio hacen que este tipo de almacenamiento de información sea “increíblemente caro” por el momento, argumentan que gracias a las nuevas tecnologías pronto será más asequible, e ideal para archivar documentos a largo plazo.
“Una de las grandes ventajas de utilizar el ADN para almacenar información, es que no se necesita usar electricidad”, explicó el doctor Ewan Birney, del Instituto Europeo de Bioinformática (IEB).
Según Birney, si este se mantiene en un lugar fresco, seco y oscuro, el ADN podrá conservarse por mucho tiempo: “Lo sabemos porque almacenamos el ADN de mamuts lanudos en ese tipo de condiciones”.
Esto les viene bien, porque esta no es información que se consulte diariamente, por lo que debe ser almacenada y conservada. Una vez codificada en el ADN, se puede guardar de forma segura en una bóveda hasta que sea necesario. Además, otra ventaja es que este tipo de biblioteca molecular no exige un mantenimiento constante, ni problemas de compatibilidad.
Pero tal vez se pregunten, ¿cómo funciona?
La molécula helicoidal se mantiene unida por cuatro grupos químicos, o nucleobases, que cuando se acomodan en un orden específico, contienen las instrucciones genéticas que necesita un organismo vivo para construirse y conservarse.
El sistema de almacenamiento del IEB utiliza las mismas cuatro “letras”, pero en un lenguaje completamente distinto al de los seres vivos. Para copiar un archivo digital – como por ejemplo un documento de texto – los dígitos binarios (ceros y unos) que normalmente representan la información en un disco duro, tienen que ser traducidos al código del equipo. Una máquina de síntesis de ADN estándar produce en serie la secuencia correspondiente.
Pero no es una sola molécula larga. Se trata de múltiples copias de fragmentos superpuestos, y cada fragmento contiene detalles de indexación que identifican en qué lugar se almacena la secuencia. Esto genera redundancia en el sistema, lo que implica que si algunos fragmentos se dañan, no se perderán los datos.
Posteriormente, el mismo equipo que se utiliza en los laboratorios de biología molecular para leer el ADN de los organismos se emplea para extraer la información, a la que se puede acceder en una pantalla de computadora.
Nick Goldman, uno de los miembros del equipo, explicó que la molécula es un medio de almacenamiento increíblemente denso.
“Un gramo de ADN tiene la capacidad de almacenar alrededor de dos petabytes de datos, el equivalente a tres millones de discos (CDs)”.
Aunque empresas como Microsoft actualmente están buscando en el ADN una opción de almacenamiento, se estima que pasará más de una década antes de que veamos algo que podría usarse de forma masiva.