CON LA ENERGÍA REPUESTA

DE vuelta a la realidad. Regresan cansados de tanto descansar. No se pueden quejar. El prolongado feriado movilizó más de 3.3 millones de turistas. Funcionó el desplazamiento de seguridad y de socorro dispuesto por las autoridades, para proteger a los veraneantes en las carreteras como en los centros de distracción. No podían faltar los bolos necios e irresponsables y los manudos. Tránsito decomisó licencias por infracciones cometidas y reportó que de 14 mil pruebas de alcoholemia realizadas 900 resultaron positivas. El Cuerpo de Bomberos se anotó 48 rescates acuáticos, un medio centenar de atenciones prehospitalarias y 56 traslados en ambulancia. No todo fue sol y playa.

Algunos optaron por lo espiritual, para lo cual las iglesias ofrecieron amplia programación litúrgica. Algunas municipalidades se esmeraron por hacer de lo local atractivo destino para almas que no pierden el sentido exacto de la Semana Santa. Los cuadros vivos, las procesiones, las bellas alfombras de aserrín, todo alusivo a la histórica conmemoración de la temporada. Concluida la vacación, cada uno a su trabajo, ya que no todo puede ser parranda y tarde o temprano el país necesita tener su fuerza laboral ocupada, para no vivir con la mano pedigüeña extendida dependiendo de préstamos y del ahínco ajeno. A estas alturas los turistas se habrán enterado que el precio de las gasolinas subió casi un lempira de un solo mecatazo. Eso bien puede ser por el recorte en el suministro acordado por el odioso cartel de la OPEP pero también por la incertidumbre mundial al lanzamiento de misiles a Siria, la “madre de todas la bombas” en Afganistán, la movilización de portaviones y buques de guerra a Corea del Norte, de parte del nuevo gobierno de los Estados Unidos. A propósito, Kim Jong-un presumió en el desfile anual su poderío militar, y una nueva gama de misiles, pero sin éxito en el lanzamiento de uno de ellos. Trump volvió a su cuenta de Twitter para advertir que “si China no puede frenar el programa nuclear de los norcoreanos, Estados Unidos lo hará”. Los capitalinos ahora que se tomen por asalto la ciudad, encontrarán que las represas de agua están en su nivel más bajo. Mientras se aplican groseros racionamientos, hay que tener los dedos cruzados esperando los aguaceros de mayo.

Desgraciadamente no hay novedades sobre los pirómanos que le metieron candela a los bosques de La Tigra y de El Hatillo. La devastación forestal quedó como otra triste estadística y las medidas de prevención, como ha sido la política forestal del inoperante Instituto que protege esa marchita riqueza natural, no fueron más que llamarada de tusa. No hay tampoco noticias prometedoras sobre alguna solución a corto plazo –o siquiera a mediano plazo– al enorme problema de agua potable que padece la capital. Pero bien, eso solo es quejarse infructuosamente de lo mismo de siempre. Lo bueno es que los hondureños retornan a sus labores con su energía repuesta para recobrar todo el precioso tiempo perdido en distracciones, farra y holgazanería.