Solo una vez más

Por: Edmundo Orellana
Catedrático universitario

El Presidente ratifica que su proyecto continuista se agotará con el siguiente período. Solo una vez más será Presidente, según lo afirmó recientemente.

¿Le debemos creer al señor Presidente? Yo no sé usted, distinguido, pero yo tengo mis dudas, con el debido respeto a la investidura del primer mandatario. No siempre nos dice lo que piensa hacer. Es más, es costumbre suya hacernos creer en lo que a él le conviene. Su gobierno ha sido un constructor de verdades ficticias. Su presidencia lo es, porque la obtuvo con el 37% de los votos del pueblo, cuando la Constitución exige más del 50%.
Su proclividad a violar la ley es proverbial. No importa lo que disponga la Constitución o la ley, si es su deseo que una iniciativa sea realidad. Se va en contra o pasa por sobre la Carta Magna y cualquier ley. Es su costumbre.

Ha jurado en varias ocasiones, más de las que podamos recordar, “cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes”, y, sin embargo, las ha violado sistemáticamente. De todas las violaciones, la más aberrante es su proyecto reeleccionista. Nace cuando decide destituir inconstitucionalmente los magistrados de la Sala Constitucional. No podía ni debía hacerlo, pero lo hizo. Él miraba más allá de lo que miramos los demás. Con esa destitución no solo garantizaba la legalización del supuesto fraude de las elecciones primarias, del que lo acusó el que hoy es su más fiel seguidor y ferviente creyente de que los mayas viajaban y siguen viajando en platillos voladores, sino que también se aseguraba que las sentencias del Tribunal Constitucional estuviesen apegadas a su capricho, no a la Constitución. Sus caprichosos dictados sustituyeron a la Constitución en el seno de la jurisdicción constitucional.

A partir de ese momento, el país es suyo. Nada ni nadie está en posición de oponerse a sus caprichos. Si ningún acto suyo puede ser declarado contrario a la Constitución, su accionar no tiene límites. Los límites de su ambición personal y política, son los límites de su conducta como mandatario. Es el sueño de quien aspira a ser dictador.

Acusan a Erdogan de dictador porque se atribuyó las mismas funciones que el Presidente hondureño, subrepticiamente y con la complicidad de la oposición, se arrogó hace mucho. La diferencia es que aquel consultó a su pueblo y este eludió la consulta. El mandatario turco, a pesar de ser más radical en lo religioso y lo político, resultó más democrático que el hondureño.

En el sur de nuestro continente, el presidente de Paraguay, que impulsaba con la supuesta izquierda de su país, un proyecto reeleccionista, decidió no continuarlo cuando vio a su pueblo en las calles rechazando el proyecto.

El mandatario hondureño tiene más similitudes con el mandatario nicaragüense. Porque ambos proyectos continuistas se parecen mucho. Allá comenzó, como aquí, en la Corte Suprema, aunque luego tomó otro rumbo. La similitud es que ambos eludieron la consulta popular y que tienen la posibilidad de reelegirse cuantas veces se postulen, utilizando el aparato estatal que, en ambos casos, ha sido diseñado con ese fin.

Pues bien, el mandatario hondureño pretende hacernos creer que su inconstitucional proyecto reeleccionista es por una vez, nada más. Suena como la tonadita de “solamente una vez, se entrega el alma”, a sabiendas de que en la vida hay muchas ocasiones para entregarla. Las mismas que habrá de tener el Presidente hondureño, para repetir su estribillo reeleccionista. Es muy joven, así que los 50 años están asegurados.

No obstante, en política nada es seguro. Bien, porque el pueblo puede manifestarse masivamente en las urnas en contra del inconstitucional proyecto reeleccionista, o porque las incidencias en los tribunales federales de USA o las investigaciones de la MACCIH contaminen el proyecto. En política, nada es seguro, aunque todo es posible.

Señor Presidente, con el debido respeto, no le creo que su inconstitucional proyecto reeleccionista sea por una vez, nada más. Igual que no le creo, por respeto al Creador, eso de que usted es Presidente por voluntad de Dios y por la voluntad del pueblo hondureño.