¡El placer supremo!

Por: Patricia D´Arcy Lardizábal

Me encantó la frase de Mario Vargas Llosa, con que tituló La Prensa Gráfica de El Salvador un artículo hace algunos años, que el laureado autor utilizó para enfatizar la importancia de la lectura, al recibir el primer doctorado honoris causa que la Universidad de La Rioja, en España, otorga en sus 15 años de existencia. (Hay algunas universidades en nuestro medio que otorgan doctorados honoris causa a diestra y siniestra, sobre todo a los grandes contribuyentes económicos). Perdón por la divagación.

El artículo cita al escritor peruano en su discurso de aceptación del nombramiento honorífico, en varias frases que me llamaron poderosamente la atención. Dice Vargas Llosa:
“La lectura para mí ha sido, y sigue siendo, el placer supremo”.
“Las mejores cosas en la vida me han sucedido leyendo”.
“La lectura es lo que te permite hacerte dueño de un lenguaje”.
“Nada enriquece tanto los sentidos, la sensibilidad, los deseos humanos, como la lectura”.
“La lectura para mí ha sido, y sigue siendo, el placer supremo”, confiesa el escritor Mario Vargas Llosa, que recibió el reconocimiento con un discurso titulado “El viaje a la ficción”. Un viaje que, en general, empieza con las primeras lecturas.

¡Cuánta razón tiene el distinguido escritor! Y qué tristeza más grande que en nuestro país, la lectura es algo que muchos desconocen casi totalmente y no me refiero a analfabetas, sino que a jóvenes estudiantes universitarios que, sin vergüenza alguna confiesan no haber terminado de leer un libro en toda su vida.

Recuerdo que cuando escribía un artículo sobre la lectura que titulé “El Hábito de no Leer”, consulté con una alta funcionaria en el Ministerio de Educación. Ella fue muy gentil y candorosa, en sus comentarios y me contó -me imagino que avergonzada- que  en muchos centros escolares que reciben cajas enteras de libros que les envía el Ministerio, estas duermen el sueño de la infamia, almacenadas en bodegas sin ni siquiera abrir. Cuando le pregunté el porqué, me contestó: “Es que ni los profesores leen”. Nunca olvidaré esa deplorable respuesta, inquietante y triste.

El Ministerio de Educación hace lo que puede, y el esfuerzo de suministrar material de lectura accesible para los pequeños estudiantes es laudable, pero la falta de interés en los profesores y estudiantes plantea un impedimento grave para que estos  jóvenes se incorporen eventualmente a la sociedad contemporánea; no digamos la irresponsabilidad de los profesores en suspender por días enteros las clases debido a huelgas, feriados y cualquier pretexto, con tal de no impartir el pan del saber al futuro de Honduras, que son nuestros niños.

Una prima mía que trabaja en una escuela en San Antonio, Texas, donde reside, me cuenta que recibe a un importante número de migrantes hondureños, jóvenes que acá han cursado su sexto grado, y son incapaces de leer en un nivel de segundo grado, eso agregado a la falta del idioma, vuelve muy difícil la adaptación de estos estudiantes a su nuevo medio ambiente, con el resultado que se congelan en su cultura (o falta de) y se condenan a mantenerse en el anonimato cultural con los peligros consiguientes de caer en el vicio y la violencia, que tantos grupos promueven.

Y termina Vargas Llosa, diciendo en su discurso; leer también transforma el lenguaje. “La lectura es lo que te permite hacerte dueño de un lenguaje. Una persona que no lee tiene necesariamente un vocabulario pobre y se expresa mal. Y eso no significa solamente que su conocimiento del lenguaje es limitado, sino que piensa mal, porque se piensa en la medida en que se habla y a la inversa”.

El autor cree que la lectura es fundamental para aprovechar toda la riqueza potencial que tiene el idioma y que tener ese dominio del idioma ayuda a pensar con mayor claridad. “Nada enriquece tanto los sentidos, la sensibilidad, los deseos humanos, como la lectura”, afirma el escritor peruano.
Además, agrega: “Estoy completamente convencido de que una persona que lee, y que lee bien, disfruta muchísimo mejor de la vida, aunque también es una persona que tiene más problemas frente al mundo”.

Vargas Llosa destaca también el valor de la lectura en la formación de personas más críticas que contribuyan a la construcción de una sociedad democrática, de ciudadanos activos que participen e intervengan más activamente no solo en el debate público, sino en la marcha de la civilización.
Para él, los mejores críticos son los que escriben literatura y poesía y son ellos quienes deberían dar esta contribución para que “el lector no ande perdido y que la basura literaria no reemplace o se imponga a la literatura de verdad”.

Todo lo anterior, me recuerda a mis padres, especialmente a mi madre, que en artículos anteriores siempre la menciono y en muchos de ellos le agradezco que desde muy pequeña nos inculcó el hábito de la lectura; siempre la vi en su sillón con un libro en la mano leyendo, y recuerdo cuando me acercaba a darle un beso, siempre me aconsejaba: “hija, lee, que no hay peor cosa que querer expresarse sin saber lo que dices”, “El temor de Dios, es el principio de la sabiduría” Sagrada Biblia, Liber Proverbiorum, 1,7.