Se va el Fiscal

Por Edmundo Orellana
Catedrático universitario

No fue una sorpresa. El rumor venía desde hace algunas semanas. “Mandan al Fiscal a la Corte Centroamericana de Justicia”, nos dijo un amigo en una amena tertulia. Luego vino la noticia.

El Fiscal aclara que no se va, sin embargo. Que se queda hasta vacar en el cargo, afirma. De ser así, ostentará dos nombramientos, el de Fiscal y el de magistrado de la Corte Centroamericana, contrariando lo que dispone el estatuto de esta, cuando señala que “los magistrados no podrán desempeñar otras actividades, remuneradas o no… y se abstendrán de cualquier actuación incompatible con el carácter y dignidad de su cargo”. Por otra parte, según nuestra Constitución, este tipo de cargos, como el de Fiscal, es incompatible con cualquier otro cargo o dignidad. En otras palabras, el señor Fiscal está, a partir de su nombramiento, en una situación de incompatibilidad que, sin lugar a dudas, compromete la legitimidad de su investidura y genera cuestiones de orden ético en relación con su condición de celoso defensor de la legalidad, que le impone la ley constitutiva del Ministerio Público.

La Corte Suprema de Justicia también se encuentra en una situación ambigua. ¿Por qué nombrar en ese cargo a un alto funcionario del Estado en funciones? La incompatibilidad en la que se encuentra el Fiscal, surge de ese nombramiento. Es decir, nos encontramos ante una ilegitimidad provocada por la Corte Suprema de Justicia. ¡El órgano supremo del sistema de justicia! ¿Y, qué importa? La ley no alcanza a los encumbrados togados del Poder Judicial.

En un Estado de Derecho, este acontecimiento ya hubiera disparado las alarmas de las comisiones éticas parlamentarias. Pero en Honduras, el sistema de impunidad está garantizado por el mismo sistema de justicia. Los alcances de la ley son caprichosos. Sus efectos llegan hasta donde conviene.

¿Y, la MACCIH? ¿Cómo justificará su alianza con el Fiscal en su lucha contra la impunidad, si la doble e incompatible cualidad de este es una clara manifestación del sistema de impunidad? Igualmente, su alianza con la Corte Suprema, causante de esta irregular situación. Esta ausencia de ética deslegitima las acciones de esta alianza, inequívocamente.

¿De dónde proviene esta decisión? Siendo que involucra a dos órganos supremos del Estado de Honduras, es evidente que es una decisión de Estado. Es más, es una decisión cuyo origen, seguramente, no se encuentra ni en la Corte ni en el Ministerio Público. Su origen hay que buscarlo en el Poder Ejecutivo, cuyo titular no ve con buenos ojos las alianzas que se interponen entre él y envejecer en el poder. Superar a Carías, parece ser su mayor anhelo. Ha avanzado bastante, empero.

La alianza entre MACCIH y Ministerio Público que amenazaba su inconstitucional proyecto continuista, por las acciones que en su seno se estaban cocinando, ya no es un peligro. Ese anuncio del vocero de la MACCIH sobre un caso ejemplar en el saqueo del IHSS, colmó la paciencia del poder. Desarticuló la alianza con una simple jugada. Movió una pieza en su ajedrez político y la MACCIH se quedó sola, sin su interlocutor, supuestamente, confiable y decidido. Privó al pueblo hondureño de disfrutar de un amanecer sin impunidad.

La alianza de la oposición política era otro obstáculo del Presidente-candidato en su camino hacia los 50 años en el poder. Instruyó a su sicario de partidos políticos, el TSE, quien hizo bien su mandado. La alianza PAC-Libre terminó en acusaciones mutuas de deslealtad.

El único obstáculo en su camino, es el candidato liberal, cuyo posicionamiento en el escenario político avanza firmemente, poniendo en peligro su inconstitucional proyecto continuista. Siente que los mandaderos que tiene dentro del Partido Liberal, tienen, cada día que pasa, menos posibilidades de incidir en la reciedumbre, convicciones y ética del candidato liberal. Confía en el fraude avalado por el sistema electoral, pero, para asegurar los amarres, seguramente estará maquinando alguna de esas sorpresitas suyas.

El Fiscal, entonces, no se va por su voluntad. Le luciría mejor decir, como un matrero político mexicano, “no me voy, me van”.