Virtud o cualidad merecida

Teniente Coronel de Infantería DEM
José María García Discua

A veces nos preguntamos, ¿si somos dignos de poseer grandes virtudes o cualidades?, la verdad es sí, solo hay que merecerlo, tratar de ser normal y especial en todo, marchando en caminos correctos preparados por Dios al hombre y aprender a soportar el peso de un estatus que te brinda cierta posición social alcanzada por esfuerzos y méritos propios y de equipo.

Un agradecido perdón, nos ha hecho reflexionar sobre el tema, ya que Jesús el Hijo de Dios, en momentos difíciles, aún en agonía, clamó y derramó gran gota de amor “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”, Lucas 23:34 ¿Nos merecíamos ese perdón?, en su respuesta se les propone meditar.

Así mismo aquel ejemplo que nos dio el papa Juan Pablo II (Karol Józef Wojtyła), de perdonar a su físico tirador, al turco Mehmet Ali Agca, condenado a cadena perpetua, por el atentado criminal del miércoles 13 de mayo de 1981, hecho ocurrido en la plaza de San Pedro, Ciudad del Vaticano, quien le profirió (4) heridas por arma de fuego, con intención de matarle, y este posteriormente en acto de buena fe y misericordia, le visitó en la cárcel, para perdonarle, bendecirle y solicitar su indulto, posteriormente otorgado.

Virtud y cualidad, son talentos del humano, dotado de conocimiento y sabiduría, quien haciendo conciencia en su responsabilidad logra alcanzar la conquista propuesta, escalando a la cima, y ahí permanece y se sostiene en el peso del éxito, peldaños de fama y fortuna, hasta que alguien más le supera, por la consistencia en esfuerzos superados.

Acontecimiento ejemplar también fue Martín Lutero (1483-1546), comenzó e impulsó la reforma religiosa en Alemania, y desafió su momento más crítico, inspirando sus convicciones y consistencias en dos asuntos de fe: uno, que la palabra de Dios, no se cuestiona ni se contradice nunca jamás, y dos que aún su conciencia intrínseca por muy suya, no la puede comprometer más allá de la naturaleza de Dios, ya que será el único susurro final de énfasis al corazón por rectificar y enderezar pasos desviados y torcidos.

Esto nos hace reflexionar más sobre el propósito divino y nos evita caer en aquella desconexión espiritual, donde habría un cortocircuito, y al momento de interrupción, podríamos caer de la cima alcanzada con impacto abrúmate y sin reencontró alguno.

Según el poema de Homero, en la Ilíada y odisea de la mitología griega, el retorno a casa de Ulises por amor a Penélope, le costó más de 20 años y una serie de acontecimientos que le hacían desistir de su lucha, pero; claro con su propósito, logró vencer toda dificultad, ¿cuánto más nos costará a nosotros volver a subir a ese peldaño?, si por conductas impropias permitimos una caída alevosa, hagamos valerosos esfuerzos y méritos propios, con virtud y cualidad de rectificar conscientes.

Importante es considerar el esfuerzo de otros, de aquellos que si valoran su conducta y están en sus propósitos, es más, pienso que muchas veces es más difícil mantener el escalón que la escarpada, y si no medimos consecuencias, nuestra caída será un duro golpe abrupto que al final lamentaremos el resto de nuestras vidas, por no valorar en el tiempo y el espacio, aquella crucial oportunidad de luchar por nuestros valores y principios.

Si lo anterior sucediera inevitablemente, deberíamos conservar e inflar el globo propio, con el que subimos y nos mantiene elevados al pedestal, pero también portar el alfiler que le pincharía en caso de ser necesario y así evitar tremenda ciada, de la cual no hemos medido consecuencias, es mejor conseguir el provecho a los ambientes, a lo mejor ese será nuestro mayor éxito, reconocer nuestras cualidades y vuestra mejor virtud, el mantenernos en la humildad y la conciencia.

Una lucha con propósitos, harán del honor al mérito: la permanencia imperturbable, la consistencia merecedora de virtud y cualidad, en comparación diremos que si escalara a la cima del Monte Everest cuesta tanto, imaginemos la difícil estadía bajo condiciones meteorológicas adversas, pues descender a pie con riesgos controlados cuesta al menos (3) días, por preparado que se esté.

Impostergable es asumir compromisos personales con uno mismo, para desistir o evitar caer en asuntos y situaciones de los cuales nos podamos arrepentir, si nuestra virtud pondera, reconozcamos una vez más la gracia y la dádiva divina, ante una merecida oportunidad, pero ya que logramos llegar, permanezcamos fuertes, firmes y confiados de Dios, para que ese propósito alcance la voluntad divina y sea suyo y no nuestro.

Luchemos en equipo con nuestros valores y principios, seamos el complemento de esa fuerza humana, venciendo desánimos y voluntades que corrompen al conjunto, con tributos, virtudes y cualidades merecidas hagámosles valer y sin desistir en pie de lucha es adelante que vamos; si caemos que sea con honor ya que mejor es el fin del negocio que su principio, según el libro Eclesiastés y busquemos la bendición de Dios, para que seamos prósperos en nuestros caminos.