Cabañas: La patria te llama

Luis Alonso Maldonado Galeas
General de Brigada ®

Desde tu partida definitiva, se arrió la bandera de la unión, de la nacionalidad, tal como tú identificabas a los pueblos que conformaron la Patria Grande. En Honduras se erigió un busto en tu memoria, El Salvador bautizó uno de sus departamentos con tu nombre, el padre Reyes con su lira te hizo victorioso al proclamar que: “Laurel de vencedor llevas aun vencido”, Ramón Rosa imprimió en tu figura intachable el sello del honor, Rafael Heliodoro Valle comparó tu honradez con la pureza de la miel. Y después…

Esa dignidad que desde tu ejemplo iluminara la conciencia de la América Central, paulatinamente se fue cubriendo de sombras, sea por el olvido deliberado de tu legado, por los antivalores que han ido sustituyendo tu haber virtuoso, porque servir a la patria se tornó en un acto negociable y condicionado, porque el honor ha caído en el abismo del relativismo, porque la lealtad luce hoy como un pacto de conveniencias, más grave aún, se alterna según la rentabilidad que se obtiene por doblar la cerviz ante múltiples ofertas de status.

Porque la patria está herida, porque han escupido sobre la letra de su Carta Magna, porque cobarde o complacientemente lo hemos permitido, porque nuestros horizontes se han reducido, al espacio que cubren los intereses mezquinos de no pocos gobernantes y gobernados, porque el blanco de nuestra Bandera ha sido salpicado por la corrupción y la impunidad, porque los predadores de la Constitución, de la ley, de la institucionalidad, de la conciencia ciudadana y de la libertad en todas sus dimensiones, tienen con artritis a la República. Por eso Cabañas, la patria te llama.

Porque el poder del soberano, ha sido transferido de facto a muchos usurpadores, confundiendo el axioma lincolniano que hizo realizable el ideal democrático; porque tú “soldado de la patria”, dijiste con plena convicción: “Mi protesta ante vosotros afecta mi corazón y mi conciencia como si estuviera ante el eterno”; o cuando expresaste firmemente: “Al obedecer vuestro mandato, nada me abruma tanto como el ver comprometido el interés público, por el distinguido honor de que me habéis colmado”. Nítida lección de liderazgo, en donde Cabañas nos revela que el mando supremo de la nación es una reafirmación de la obediencia al pueblo.

También Cabañas, la patria te llama, para que rescates del fango de su propia bajeza, al funcionario público que ha violentado su juramento de cumplir la Constitución y el Código de Ética; al policía y al soldado que después de jurar por “defender, venerar, respetar y hacer que se respete este símbolo sagrado”; ha dado media vuelta ignorando ese trascendental compromiso, desdoblando su misión: de servir por servirse, de probidad por corrupción, de honorabilidad por degradación, de abnegación por comodidad, de lealtad por traición. Todavía para estos servidores de primera línea, tienen a la luz de las virtudes del “Caballero sin tacha y sin miedo”, una oportunidad para incorporarse a las filas del honor.

Hoy, cuando la canonjía aproxima a voluntades serviles, cuando los privilegios permiten rangos artificiales en los círculos sociales, cuando se lucha por una conquista monetaria sustentada en normativas exclusivas y diferenciadas, que van marcando entornos en la sociedad, contaminados por la avaricia, cuando la voluntad tiene precio y el alineamiento con el poder de turno implica trato preferencial. Allí vestido de pureza, desprendido, en extremo con espíritu desinteresado, dando ejemplo de vida austera, está Cabañas, cuando un 30 de junio de 1851, renunciara formalmente a una pensión vitalicia, mediante carta enviada al señor ministro general del supremo gobierno del Estado de Honduras. A nuestro héroe le basta la distinción honorífica otorgada por el Congreso Nacional de “Soldado de la patria”, lo cual dejó su “ambición superabundantemente satisfecha”. Por eso y mucho más, Rosa te ha tildado de “héroe inmaculado”; mientras tanto, Honduras espera tu llegada.

Hoy, cuando la libertad de pensamiento tiene rota una de sus alas, cuando la libertad de expresión y de prensa están encadenadas por tarifas o chantajes, cuando quienes detentan el poder autoritariamente le limitan el poder a la palabra; surge Cabañas cual referente de respeto y tolerancia al afirmar: “El público es el juez, y toda coartativa es un ataque a la soberanía y a la ilustración del pueblo; para que yo pueda conocer la opinión, para que pueda saber mis extravíos, os encargo que me iluminéis con la razón, de vuestros escritos, que me corrijáis con vuestra censura”. ¡Cuánto avanzaría Honduras, si fueran suyas esas afirmaciones libertarias de la razón!

La patria te llama General Cabañas, para que en una tertulia patriótica, así como aquellas que en tu juventud compartieras con Herrera; vinieras a darnos lecciones de ciudadanía, de civismo, de identidad, de legalidad, de obediencia; para que estuvieras entre nosotros reafirmando aquel tu inquebrantable compromiso patriótico: “Yo os juro que en la línea de mis deberes, la ley será mi guía y la Constitución mi evangelio”. Seguro estoy que con tu presencia sin mácula, se abriría un nuevo horizonte, sobre el cual se delinearía el perfil esperanzador de una nueva República. Así como tú la soñabas, “una República para todos”.