Haciendo recuerdos de la vieja Tegucigalpa, con Chema Watson, el mayor del grupo dominical “La Letal Academia de la Lengua”, con algunos apuntes de Gaspar, Evaristo, Rolando y “Nando”, hicimos una serie de remembranzas de aquellos restaurantes y lugares donde los capitalinos acudíamos para deleitarnos con las especialidades en comidas.
Nos vamos a referir a restaurantes, no a bares, cantinas, paraderos, cafeterías y merenderos, porque sería interminable el relato, pero no podemos obviar a los “drivings” sitios muy concurridos por los capitalinos mencionando al primero que se instaló en Tegucigalpa, “El Pingüino” de Jorge Mourra y después “El Riviera” de Armando Pinto, los dos en las proximidades del Toncontín, siendo la máxima atracción el servicio personalizado en el automóvil donde la o el mesero tomaban la orden y servían el pedido en unos azafates sostenidos entre el vidrio y la puerta del vehículo (foto 1).
Partiendo de la década de los cuarenta del siglo pasado, porque ninguno conoció “El Internacional” de los años treinta, traeremos al presente los famosos restaurantes de Tegucigalpa como el “Chico Club” de don Joaquín Blanco que a principios de los años cuarenta se estableció en el centro de la ciudad (foto 2) considerado como uno de los más elegantes de la ciudad por su comida, atención, decoración y estilo.
Amplios salones, un patio con ambiente bilbaíno, una amplia barra para libar los más exquisitos vinos y las más finas bebidas, el “Chico Club” (foto 3) desde el 2 de marzo de 1940 inaugurado por don Joaquín y doña Josefa Blanco hasta su cierre en 1983 con Adelita Blanco de Leira, fue en esos 43 años uno de los más prestigiados centros sociales de la capital.
El “Duncan Mayan” no solo era un centro bailable, ni un bar de categoría, tenía un restaurante de primera atendido por su propietario don Henry Mayen, dándole servicio al hotel “Las Américas” que se encontraba contiguo al inmueble sobre la avenida Colón (foto 4).
Otro famoso restaurante de los años cuarenta el que funcionaba en el Hotel Palace en la avenida Máximo Jerez, atendido por su propietarios don Arturo y Amalita Eyl. El Pálace era un centro de reunión de la sociedad capitalina y en ese lugar se realizaban, antes de tener su sede en La Pedrera, las cenas semanales del Club Rotario Tegucigalpa (foto 5).
El primer restaurante de pastas en la capital fue el que abrió en el Barrio Abajo, don Dino Rietti donde se servían los espaguetis en diferentes formas, los fetuchines, los macarrones, los raviolis y en fin lo mejor de lo mejor en un ambiente distinguido que con la atención de don Dino trasladaba a la clientela a la península itálica.
Otro gran restaurante fue el “Bell Air” de Rita Woldijar un negocio que su propietaria atendía personalmente recomendado los exquisitos platos del día que ella misma en cocina se dedicaba a preparar.
La primera pizzería en Tegucigalpa la abrió en La Plazuela un regordete cheff italiano a quien conocíamos como Salvatore. El “Roma” fue ese restaurante donde los capitalinos saboreamos por primera vez las pizzas, pero donde también se preparaba todo tipo de comida italiana entre ella la especialidad conocida como “Saltinbonca a la romana”,
En estos recuerdos no se puede olvidar el restaurante del Hotel “Mac Carthur” (foto 6) de don Francisco y doña Mangui de López matrimonio cubano-español que ofrecía como especialidad de la casa “el plato Taca” exquisito almuerzo o cena que los capitalinos disfrutaban en el centro de la ciudad.
“El Papagayo” en el Barrio Abajo a media cuadra del Instituto María Auxiliadora otro referente de la buena cocina del ayer capitalino, era un restaurante muy exclusivo que se distinguía por los platillos de carnes de aves, pollo, pato, codorniz, pavo y otros.
Las primeras comidas chinas como el chapsuey, chaomin, patitas de cerdo y otras, don Camilo Pon Aguilar en la cafetería Lux en Comayagüela las sirvió primero en la capital siguiéndole el Pekin, el China Palace y otros sitios que se fueron popularizando.
Faltaríamos a la memoria de quienes guardan esos recuerdos sino nos referimos al “Hungry Fisherman” en los altos de Palmira, donde la especialidad en mariscos le dio prestigio nacional e internacional a ese desaparecido restaurante.
Como resulta difícil mencionar tantos y buenos restaurantes del ayer, mencionaremos entre otros, de comida italiana el de Italo Camechitole frente al parque Herrera, de comida francesa “El Cyrus” en La Moncada, el “Estroarmónico” en la Reforma, “La Parrilla” especialidad en carnes en la avenida La Paz, “El Fogón” y para ricas paellas “El Cortijo Español” y con las reservas del caso “Casin” de José Calvo en La Leona, para comidas típicas “El Patio”, frente a la TAN, en el centro de la ciudad y el recuerdo de los sabrosos “pepitos” y las deliciosas sopas del “Kloster” de los hermanos holandeses Kluck.
Más reciente, pero ya en la historia de los grandes restaurantes de Tegucigalpa, “La Alondra” de Ana María López Callejas en la zona de Palmira.
Hasta la próxima semana.