La mujer que robó cerca de 5.000 bebés a familias pobres para venderlos a ricos y famosos

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Nacida en el año 1891 en un hogar privilegiado de Missouri, Beulah Georgia Tann parecía tener un futuro asegurado. Su padre era un influyente juez quien, entre otras responsabilidades, se encargaba de encontrarle un hogar definitivo a los cientos de niños que se encontraban en adopción tras ser abandonados en los hospitales locales.

Seguramente inspirada por la labor de su progenitor, Tann decidió desde temprana edad dedicarse a las leyes, algo revolucionario para una mujer de la época motivo por el cual su padre se encargó de modificar su rumbo al alentarla a estudiar música.

Tras terminar sus estudios, Tann se volcó de lleno al incipiente para ese entonces campo del trabajo social. Sus funciones principales en la fundación con base en Mississippi, donde había sido contratada, se centraban en encontrarle hogar a niños nacidos en la pobreza, con el consentimiento de ambos padres.

Fue en ese contexto donde Tann comenzó a darse cuenta del poder que manejaba al decidir, en una era donde las leyes de adopción eran menos estrictas que en la actualidad, a qué hogar irían los niños y bajo qué condiciones se cerrarían sus trámites de adopción.

Luego de ser denunciada formalmente por padres descontentos con el sospechoso operar de Tann, la hija del juez de Missouri utilizó sus influencias para salir ilesa de las acusaciones en su contra.

Nuevamente sería su padre quien movería los hilos para que su hija fuese contratada en la Tennessee Children´s Home Society en el año 1924, una poderosa organización encargada de dar en adopción a niños que no podían ser cuidados por sus padres naturales.

Esto marcó el inicio de una operación clandestina de venta de niños que sería recordada por décadas como probablemente la más macabra de las que tomaron conocimiento público en los Estados Unidos.

Se estima que entre 1924 y 1950 más de 5.000 bebés fueron robados por Tann a través de la sociedad de la cual estaba a cargo y que otros 500 infantes murieron debido a descuidos, enfermedades y abuso.

Más allá de que muchos detalles de la operación fueron llevados a la tumba por Tann, quien murió de cáncer en 1950, semanas antes de que la investigación en su contra se hiciera pública, se sabe que sobornaba a enfermeras y doctores encargados de las salas de maternidad para que éstos les comunicaran a los padres que sus niños habían muerto tras el parto.

Pero su reino del terror no se limitaba a los hospitales. Tann también contaba con un equipo bajo sus órdenes que se encargaba de robar a los niños directamente desde las calles, guarderías e iglesias.

Su foco estaba puesto en los bebés rubios de ojos claros, por su mayor demanda en el turbio mercado negro que reinaba, pero no significaban su única fuente de ingresos. Tann también recurría a las prisiones y manicomios para apropiarse de los bebés nacidos allí.

Bajo la ley de adopción de Tennessee de la época, el hogar que operaba Tann cobraba USD 7 por adopción mientras que estados vecinos manejaban cifras superiores a los USD 750, por lo que la mujer en cuestión comenzó a coordinar adopciones fuera de estado por las que cobraba hasta USD 5.000 por niño, monto del cual se guardaba para sí misma alrededor del 75 por ciento del total. Se estima que en las casi tres décadas que operó su red de adopciones ilícitas Tann amasó una fortuna millonaria, con el 90 por ciento de los niños adoptados por familias adineradas de Nueva York y California. Estrellas de Hollywood de la talla de Joan Crawford adoptarían a sus niños a través del hogar de Tann. Fueron tanto la hija mayor de la actriz llamada Christina como sus mellizas Cathy y Cynthia quienes saltarían a la fama – no solo por la popularidad de su madre adoptiva – sino por las dudosas condiciones de su adopción.

La ladrona de bebés más infame de la historia de los EEUU trabajaría en conjunto con miembros clave de la corte de la familia del estado de Memphis para que los niños sustraídos sean legalmente identificados como provenientes de hogares donde no se podía cuidar de ellos.

Madres divorciadas perdían de la noche a la mañana la custodia de sus hijos bajo la premisa de que no podrían cuidar de ellos sin un padre, pero trágicamente muchos de ellos terminarían siendo sometidos a trabajo infantil en granjas o adoptados por familias abusivas.

Tann tenía como costumbre destruir los documentos de adopción de los niños que pasaban por su hogar una vez eran «vendidos», más allá de que en la mayoría de los casos eran historias médicas falsificadas sin valor alguno, por lo que la labor de investigación que siguió a su muerte fue tremendamente complicada.

Cuando padres adoptivos le hacían saber a Tann sobre sus sospechas en cuanto a la procedencia de los nuevos integrantes de su familia, esta los amenazaba con quitarles la tenencia por medio de sus influencias al declararlos no aptos para estar al cuidado de menores.

Irónicamente Tann se presentaba en sociedad como una pionera en un nuevo campo del trabajo social, pero quienes realmente la conocieron aseguran que su desprecio por los pobres y su ambición desmedida la convertían en un ser despreciable.

Para mediados de 1940 Tann se encontraba luchando no solo contra su cáncer de útero sino también contra nuevos personajes políticos como el flamante gobernador Gordon Browning, que ya no le ofrecería inmunidad.

Con 59 años, Georgia Tann murió en la paz de su hogar sin nunca tener que enfrentar el peso de la ley por sus horrendos crímenes. Una vez su red de tráfico tomó conocimiento público – y a pesar de que medios de comunicación de todo el país comenzaron a cubrir la noticia de manera obsesiva – llamativamente ninguna de sus miles de adopciones fueron investigadas en profundidad, como tampoco ninguno de los niños fueron devueltos a sus padres de nacimiento.[mp_carousel_1 carousel_images=»11955582,11955583,11955584,11955585,11955586,11955587,11955588″ carousel_start=»false»]