Morirse? Ha pensado en que un día…

Huy hombre! Ni lo diga ya que el temor a la muerte es terrible, muchos de mis amigos que ya se fueron me confesaron que ellos no querían morirse, eso es desgarrador cuando los médicos han anunciado que ya no hay remedio.

Pero qué pasa cuando uno patea el balde o sea que cuelga los tenis? Hay muchas teorías de sicólogos y psiquiatras que han estudiado la muerte con sus pacientes bajo hipnosis, se han escrito varios libros asegurando que hay vida en la otra vida. Pero cómo puede haber vida en el más allá?

En mis cuentos y leyendas, el más escuchado por los hondureños, hay quienes han asegurado ver el fantasma de su papá, de su abuelo, de un amigo, de un conocido, etc., pese a todas esas cosas los muertos no salen, los que adoptan la figura de los muertos son los acólitos del innombrable para engañar a la humanidad. Realmente que es feo pensar que uno tendrá que abandonar este mundo maravilloso creado por Dios, y que de paso nos hemos repaseado en el planeta. Pero el hombre muere como los animales y va al mismo lugar, a la tierra papa…

De nada sirve andar de ladrón, de corrupto, de asesino, de extorsionador, etc. si al final nada nos llevamos a la tumba, aquí se queda todo, edificios, casas, carros, tarjetas de crédito, terrenos, extensiones de tierra, cafetales, dinero peinado, confort o incomodidades, mujeres bonitas, hombres guapos, joyas, relojes carísimos, piscinas, cholas de lujo, etc.

No papa, allá vamos todos, a la tumba fría, ya sea en la tierra o en un nicho, es la misma papada, el que se palma no sabe si lo velaron o se lo llevaron a mil para enterrarlo, ni cuenta se da si sus amigos llegaron al velorio, cuántos chistes se contaron, cuánto café con semitas se repartieron, etc. El muerto no está consciente de nada.

Hace poco falleció una señora a la que amé como una segunda madre, poco a poco le cayeron los años, fue envejeciendo con dignidad, añoraba la presencia de sus hijos, pasó el tiempo y una vez me dijo: “Le tengo miedo a la muerte”, recuerdo que así anciana, que casi no podía caminar, hacíamos un dueto y cantábamos: “Nosotros que nos quisimos tanto…”.

Una tarde que fuimos a visitarla con mi esposa nos dijo que estaba resignada, sabía que iba a morir y que ya no le tenía miedo a la muerte ya que tenía a Dios en su corazón. Una mañana recibimos la llamada de que ella había entregado su alma al Creador y… lloré, lloré mucho.

Yo también tenía terror de pensar que algún día moriría… quién no? Más llegó un día, un día que jamás olvidaré, me entregué a las cosas divinas y el miedo desapareció, o sea que ya estoy listo. Se acuerdan que les dije que mi hijo Sammy cuando tenía 10 años de edad me preguntó: “Papá y vos tenés tu ataúd y el lugar donde te gustaría que te enterraran?, aquella pregunta, saliendo de mi hijo menor de apenas diez años, me dejó mudo.

En primer lugar no estaba preparado, ni siquiera había pensado en un ataúd o dónde quería que me enterraran, se lo dije a mi esposa y llegamos a la conclusión que en verdad no estábamos preparados. Hablé con mis hijos, y José Jorge que trabaja en la Cervecería de S.P.S. respondió rápidamente, vino a Tegucigalpa, fuimos a una funeraria, me compró el nicho y el ataúd, solo faltarían los gastos del día de mi velorio. Como ven no le temo a la calaca.

Pero adónde vamos después de muertos? Es la pregunta que se hacen millones de personas que le hacen más caso a las supersticiones y a las creencias a las que nos tienen sometidos a través de libros, conferencias, películas, etc. La muerte es un sueño del que no podemos despertar hasta que llegue “aquel día”. ¿Cuándo despertaremos de ese sueño? En esta vida hay quienes su único Dios es el dinero, en esto incluyo a pastores y pastoras de las iglesias donde ya no se predica con el corazón sino que piden el diezmo metiéndole miedo a la gente diciendo que le están robando a Dios.

Ese robo Dios lo reclamó al pueblo de Israel no a nosotros, no cumplieron con el diezmo que consistía en la producción de granos, frutas, verduras, etc. que eran depositadas en el Alfolí para luego repartirlos a las viudas, ancianos y gente pobre, Dios jamás pidió dinero. Cuando leo los periódicos y se muere un millonario me acuerdo del papa Francisco que dijo que él nunca había visto una caravana de camiones siguiendo al muerto con sus posesiones.

Venimos sin nada a este mundo y así regresamos a la tierra. Además ya muerto uno no puede hacer proyectos, ni siquiera puede pensar, el muerto está muerto, en otras palabras el que palmó palmó. Sin embargo, todos tenemos cosas, qué suerte hemos tenido de nacer, así que no le tengamos pánico a la muerte, ese día llegará irremisiblemente, nadie con todo el oro del mundo puede comprar la eternidad.

Aceptemos papaíto que nos vamos a palmar tarde o temprano, de una enfermedad terminal, de un “jaratack”, de una caída y hasta de un ventoso retenido, de un regaño de la suegra, de algo tenemos que palmerolas. Lo único que se me ocurre decirles es que estén preparados.