Desafiante, Lula quiere ser candidato en 2018

El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva proclamó el jueves su intención de presentarse a las elecciones de 2018 pese a su condena a casi 10 años de prisión por corrupción, dando un nuevo giro a la dilatada crisis política de Brasil.

«Si alguien quiere sacarme de juego con esa sentencia, tiene que saber que sigo en el juego», aseguró en tono combativo Lula, un día después de que Sergio Moro, el juez de primera instancia encargado de la operación Lava Jato, hiciera pública su sentencia.

Negando todas las acusaciones y considerándose víctima de una «cacería» judicial, el ícono de la izquierda latinoamericana reafirmó en una rueda de prensa en Sao Paulo que no tirará la toalla.

«A partir de ahora, voy a reivindicar el PT [Partido de los Trabajadores] el derecho de postularme a la candidatura de 2018», declaró el exmandatario (2003-2010) aclamado por sus simpatizantes.

Vestido con su habitual polo rojo del PT, Lula volvió a demostrar que mantiene la energía e ironía de siempre.

Hablando de sí mismo en tercera persona, el exdirigente sindical que enfrentó a la dictadura militar (1964-85) y colocó a Brasil en el mapa, logrando sacar a 30 millones de la pobreza, declaró: «Lula, con 71 años, cerca de cumplir 72, está decidido a pelear de la misma forma que cuando tenía 30 años».

«El único que tiene el derecho a decretar mi fin es el pueblo brasileño», manifestó.

«Quiero hacer un llamado a la prensa y al pueblo brasileño: Si alguien tiene una prueba contra mí, por favor, que lo diga, que la manden» a la Justicia porque «me quedaría más feliz si me condenasen con base en alguna prueba», declaró.

«Quién crea que es el fin de Lula va a tener que partirse la cara porque quien tiene derecho de decretar mi fin es la población brasileña», vaticinó.

Sergio Moro, para muchos un emblema de la lucha anticorrupción, condenó a Lula a nueve años y medio de cárcel por corrupción y lavado de dinero; la acusación afirma que es el propietario de un apartamento tríplex en el balneario de Guarujá (Sao Paulo) ofrecido por la constructora OAS a cambio de su influencia para obtener contratos en Petrobras. (AFP)