¿Y EN LA UNAH, USTED QUÉ APOYA?

SIMILAR a lo que por décadas ocurría en las escuelas públicas de segunda enseñanza. Paralización prolongada de labores bajo el pretexto de las famosas “asambleas informativas”, marchas convocadas por la dirigencia magisterial, tomas de calles, bloqueo de carreteras –como consecuencia de los conflictos entre el gobierno y el magisterio– mientras pasaban semanas enteras y a veces meses que los alumnos no recibían clases. Las medidas de presión terminaban desgastando a una de las partes orillándola a suscribir el acta de compromiso que, temporalmente, ponía fin al diferendo. Tanta era la alegría de regresar a la normalidad –proclamar que no había ni “vencidos ni vencedores”; solo el país y el estudiantado eran los que perdían– aquello se celebraba sin medir los costos onerosos a la economía y al erario público. Para compensar el tiempo desperdiciado, imponían a los alumnos períodos extraordinarios de recuperación, para meterle a los estudiantes a matacaballo lo que atropelladamente no habían aprendido durante todo el año. Hasta que encontraron forma de ejercer la autoridad –impartir como mínimo 200 días de clases continuas– y poner coto a la anarquía imperante.

Pues bien, ya llevan varias semanas de tomas en la UNAH, con la suspensión de clases en algunas o todas la facultades, tanto en el campus de Tegucigalpa como en las regionales. El lío empezó como acto de solidaridad de un movimiento estudiantil por la sentencia de un juzgado contra 3 de sus compañeros por los bochinches anteriores. No ha habido forma de volver a la normalidad pese a la advertencia de las autoridades universitarias que están a punto de perder el período académico. Nada ha resuelto tampoco el enfrentamiento entre estudiantes que quieren clases con el movimiento estudiantil que protagoniza el bloqueo. Hoy, estudiantes irrumpen y cortan los candados que amarran los portones para recibir sus clases y al siguiente día madrugan los “encapuchados” a colocar montañas de sillas, barricadas de piedras y maceteros a la entrada de accesos y edificios para impedir el ingreso de sus compañeros. En esta ocasión las acciones del movimiento estudiantil se vieron estimuladas por un comunicado de la OACNUDH, reprochando el fallo de la Sala IV del Tribunal de Sentencias dizque “porque la utilización de este delito penal –referido a la acusación por el delito de usurpación– en contextos de criminalización de la protesta social, presenta graves problemas a la luz de los estándares internacionales de derechos humanos”. ¿Quién con una luz se pierde?

De nada sirvió el reproche de la rectora que todo ese molote era obra de los “trotskistas” de la cuarta urna y de la injerencia de “entes ajenos” a la universidad que no tenían por qué meter su cuchara en los asuntos internos de la UNAH. En la Facultad de Derecho los estudiantes optaron por llevar el conflicto a una consulta. A través de una papeleta los estudiantes podían marcar bajo cualquiera de tres opciones: “Apoya usted una toma indefinida. Apoya usted una toma de manera parcial. No estoy de acuerdo con las tomas”. “En la votación participaron 1,145 estudiantes, de los que 210 se decidieron por tomas indefinidas, 303 por tomas de manera parcial y 618 que dijeron un no a las tomas”. La modalidad podría ser utilizada en otras facultades sin que ello garantice solución al problema. Ahora el movimiento estudiantil que abandera las protestas va al Congreso a solicitar que este intervenga en el conflicto. Qué vaina la educación en el país, se sale de un hoyo para caer en otro. Así que hay que preguntarle al amable público: “¿Y en la UNAH, usted qué apoya?”.