Francia, un país de dimensión mundial

Por: Ricardo Alonso Flores

Hace pocos días, el futuro de Europa estuvo en peligro antes de celebrarse las elecciones  presidenciales, porque una candidata, representativa de la extrema derecha, proclamaba reiteradamente que si ganaba, estaría convocando a un referendo para buscar salir de la Unión Europea y recuperar el franco como moneda nacional.

A esto habría que añadir su dosis de xenofobia, una tendencia al aislacionismo y un miedo colectivo ante un comportamiento atípico para esa nación solidaria y con una historia envidiable.

Pero apareció un joven candidato, Emmanuel Macron, que captó enormes simpatías y es que no podía ser de otra forma, porque Francia que se distinguiera por su permanente vocación europeísta tenía que hacer oír su voz, como en efecto lo hizo con valentía y decisión innegables.

Un ejemplo lo dio cuando no se dudó en unirse desde el principio a esa empresa que suponía un gran valor, cuando después de la Segunda Guerra Mundial, Europa había quedado en una situación muy delicada. Es verdad que la nación gala estaba en el bando de los vencedores, pero lo que había que hacer para su reconstrucción no era nada fácil. Y el asociarse con quienes habían sido  rivales en la contienda era un paso exento  de críticas y malos entendidos.

Pero los grandes talentos se juntan ante las dificultades. Es así que el canciller Konrad Adenauer, de Alemania, Alcide De Gasperi, Primer Ministro de Italia y dos franceses excepcionales, Robert Schumann y Jean Monnet, comienzan a poner las bases de lo que sería la Unión Europea, que se inicia con la Comunidad Europea del y  Carbón y del Acero, para pasar más tarde a Mercado Común Europeo y hoy es nada menos que 27 países que se han constituido en la más exitosa unión de naciones, el bloque más poderoso del  mundo. Doy por hecho el Brexit que en caso contrario serían 28.

Esa unión ha servido para buscar no solamente facilidades aduaneras, sino que también para ayudar al desarrollo de algunos países que precisaban un impulso financiero sólido, con los fondos solidarios. Eso ha traído consigo un progreso innegable.

Para ello ha habido que ceder determinadas  competencias a los organismos comunitarios y apegarse a una serie de normas de obligado cumplimiento que sirven para regular las relaciones entre los estados.

Francia ha tenido algunos estadistas excepcionales, como el General Charles De Gaulle, que con su singular decisión quiso devolver la grandeza a su país. Lo convirtió en una potencia nuclear y nadie puede negar ahora la enorme influencia que tiene en el mundo. No solamente es una potencia cultural, sino que también es amante de la paz y si ha tenido que intervenir en conflictos peligrosos como los que a menudo surgen en África, no duda en  enviar sus contingentes pacificadores.

Luego de la decisión que tomara el Reino Unido de separarse del proceso integracionista de Europa, hubo amenazas en algunos países de seguir el ejemplo y es que desde posiciones diferentes, como la ultra derecha y la ultra izquierda, existe un ánimo de retroceder en el camino andado y añoraban el aislacionismo, que en esta época a nada conduce.

La victoria de Emmanuel Macron devolvió a sus compatriotas y a Europa la esperanza de seguir adelante y en esa labor ha contado con el sólido apoyo de la señora Merkel en Alemania,  Mariano Rajoy en España y de Paolo Gentiloni, presidente del Consejo de Ministros de Italia, que están empeñados en fortalecer la Unión Europea.

Por sus ancestrales relaciones con Honduras, Francia ha mantenido su embajada, en momentos que otros prefieren hacerse representar por los embajadores concurrentes.

Su embajador, Pierre Christian Soccoja, ha sido un digno representante de su país y merece nuestros reconocimientos.