Una educación del hondureño

Los azares de la vida te conducen a lugares remotos, con personas de diferentes condiciones sociales y económicas; si eres un observador acucioso, te volverás consciente de la realidad de tu entorno; he aquí unos ejemplos ilustrativos: Un maestro de obra construye más rápido y eficiente que lo que podrá hacer por sí mismo un arquitecto o ingeniero joven recién graduado; al igual que el topógrafo experimentado es capaz de desarrollar secciones transversales de precisión sin tener seis años de estudios académicos universitarios.

La sociedad en general está constituida por todos y cada uno de los ciudadanos, esta sociedad nuestra no son solamente los de las fiestas en los grandes salones de los hoteles, donde se reúnen unos cuantos, que por no ser militares se denominan a sí mismos “sociedad civil”; a los que nadie conocía y no conoce hasta que acceden a fondos públicos y se vuelven parte de la estructura de políticos y medios de información “solidarios”; coludidos en menor y mayor grado, para decir que todo marcha bien, que estamos mejor y todo va con rumbo a mejorar, sin tener bases reales para hacer tales aseveraciones, pero que de igual forma no les importa; la verdad es que su bienestar es absolutamente su única meta de vida, porque si no la hace ahora ¡no la hará nunca!

La educación nuestra debe de cambiar, de acuerdo con las necesidades actuales de desarrollo, en el país y con los demás países, la oferta y la demanda deben ir de la mano. Recuerdo muy bien una conversación con un agricultor de nacimiento rural, sin instrucción ni estudio, pero sumamente trabajador y por ende productivo. “Yo mandé” seis años a ese muchacho a la escuela para que aprendiera a leer, escribir y para que me hiciera bien las cuentas, ya no le enseñaban más y aquí está ayudándome ahora, porque cuando yo me muera esto será de él y de la familia que construya; me enseñó a firmar y poner mi nombre y no lo engañan con los cálculos.

Amigo lector, a partir de aquí opinamos. Es evidente, que si se dotara a los jóvenes estudiantes de herramientas educativas que puedan trasladar al hogar en un tiempo temprano, tendrían todo el apoyo familiar para continuar educándose, cultivándose en el saber, teniendo acceso a más y mejor información para beneficio de su entorno familiar y el de otras familias vecinas.

No hablemos difícil, ni nos amparemos en que serían menores de edad trabajando, afuera de las ciudades se trabaja duro y parejo, de sol a sol con los adultos y desde que se tiene conciencia. Traer agua del río o del pozo, arrear ganado, abrevarlo, pastarlo, que la leña y mucho más.

Cómo producir desde un huerto familiar, para mejorar la nutrición y la salud, adquirir metodología para sembrar granos básicos en terrazas y no degradar los suelos de nuestras pendientes montañosas, seleccionar y utilizar semilla mejorada y el espacio aquí es muy corto para escribirlo todo, obviamente otros tendrán más y mejores ideas. El que aprende desde temprano, no lo olvida jamás. La educación técnica vocacional es una de las respuestas más gratas con vistas al desarrollo nacional. ¿Será la solución del agro nacional? Motivémonos todos, pensando en una Honduras próspera y para todos, no para unos pocos como lo creen ahora. Gracias.

Óscar Orlando Bonilla Landa Blanco
Paseo al Picacho, Tegucigalpa
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