Políticos fariseos y sociedad distante de Dios

Por Marcio Enrique Sierra Mejía

En nuestra sociedad hay muchos que dicen creer en Dios y no cumplen con sus mandamientos. Entre ellos, están los políticos fariseos. La sociedad política de Honduras ha estado y está llena de políticos hipócritas y mentirosos que, a lo largo de los años, engañan a los ciudadanos y son responsables, en gran medida, de que nuestra sociedad esté distante de Dios. Y hablar de ello no debe ser objeto de risa, burla o crítica visceral por parte de quienes se sientan aludidos porque: es una verdad que merece ser evaluada o que induzca a la reflexión seria.

Abundan los ejemplos de políticos que no dan un testimonio digno de admirar. Por el contrario, pareciera que tienen una personalidad bipolar: tiernos en el día y diablos por la noche. Les domina una vida pecaminosa llena de trivialidades y comportamientos ilícitos, que han causado que exista en la sociedad civil, una desconfianza bastante generalizada hacia ellos. Obviamente, que sí existen políticos dignos de admirar, pero son escasos, que con su ejemplo, le dan esperanza a la sociedad hondureña de que algún día dominará la moral y lo ético en el ámbito político.

Al respecto, veamos lo que dice la canciller alemana Ángela Merkel de forma contundente: “dijo que Europa necesita volver a sus raíces y volver a conectar con Dios y la Biblia para sortear la crisis actual de inmigración, que contiene contornos religiosos. Sugiere que las personas deben volver a la tradición de asistir a un servicio de la iglesia de vez en cuando y tener algunos fundamentos bíblicos inquebrantables. Para ella, muchos no tienen una comprensión de los conceptos cristianos como el pentecostés, añadió hablando sobre el abandono de la fe de los europeos (https:/www.sanandola tierra.org)”. Otra cuestión importante que planteó la canciller alemana es que las “culturas que están marcadas por el miedo no van a ganar el futuro”.
La mayoría de los políticos hondureños demuestra que el temor a Dios no va con ellos. En cambio, sí caen con mucha facilidad en la ambición por el enriquecimiento y el poder político para ostentar una vida llena de indiferencia ante la vida sana y con principios cristianos. Este patrón de conducta, que muchos políticos lo niegan, es uno de los factores que induce el distanciamiento de Dios, reflejado en nuestra sociedad, en los grupos de jóvenes involucrados con las maras. Este sector significativo de jóvenes no ven en la sociedad política, valores y principios dignos de imitar o confiar políticamente, cayendo en un mar lleno de inmoralidad, abandono y negación del estatus social vigente.

En la sociedad civil pesa no solo la desconfianza ante la mayoría de los políticos, también la frustración y el repudio. He allí unas de las principales razones que podrían explicar el alto índice de abstencionismo entre los ciudadanos entre 18 y 30 años que, según el TSE, en esta franja de edad, ronda entre el 42% ó 45%. Empero, no todo es absolutamente negativo en nuestra sociedad civil y entre los jóvenes específicamente. Las iglesias tanto evangélicas como católicas están desarrollando un trabajo de pastoreo y conducción con los jóvenes realmente ejemplar.

Asimismo, también se puede dar cierto crédito al Partido Nacional porque, bajo la conducción de la escuela de liderazgo con que cuentan, no solo tienen organizados a una masa importante de jóvenes, sino que, asimismo realizan un trabajo de educación ideológica importante, a través del cual, promueven principios social-cristianos que la doctrina de la economía social de mercado comprende inspirándoles en una visión cristiana de la vida. La cual, les va a permitir sembrar los cimientos de una nueva generación de políticos más temerosos de Dios y, en consecuencia, menos indiferentes a los principios ético y morales.

Ni la política ni la economía serán las fuerzas-guía de la historia, sino la cultura de la gente, lo que han valorado y venerado en su pasado y tradición. Esto es lo que da forma a la sociedad hondureña. Los políticos, no pueden ignorar jamás la trascendente dimensión espiritual de la experiencia humana y no pueden ignorarla sin dañar la causa del hombre y la causa de la libertad humana. Lo que disminuya al hombre -lo que acorte el horizonte de las aspiraciones humanas a la bondad- daña la causa de la libertad. “Para recobrar nuestra esperanza y confianza… necesitamos volver a ver aquel horizonte de posibilidad hacia el que aspira el alma del hombre (Juan Pablo II en la ONU, 1995)”.